sábado, 5 de agosto de 2017

Venezuela: el poder nace del pueblo y no del capital

El poder en Venezuela nace no del fusil, de la banca financiera o de los tentáculos de una desquiciada red empresarial ávidas de petróleo y demás recursos energéticos. El poder venezolano nace de la voluntad del pueblo el cual descansa, democráticamente, en el poder emanado de las organizaciones sociales,  políticas y de su Constitución.

José Toledo Alcalde / Para Con Nuestra América
Desde Estados Unidos

En un mundo multilateral, en materia de derecho internacional, el respeto a los derechos o su violación pueden ser monitoreados o inspeccionados por organismos internacionales pertinentes y todos estos respaldados por históricos tratados multilaterales.[1]  Los diferentes Estados están en la obligación de cooperar con la supervisión internacional sobre el respeto al  Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Es de esta manera que el Estado venezolano se encuentra en la obligación de respetar y garantizar los derechos de la población así como demostrar la veracidad del compromiso asumido y de esto hemos sido testigos durante todos los procesos electorales que han sido desarrollados por la Republica Bolivariana de Venezuela.

¿No existe arbitraje internacional que pueda confirmar si se respeta o no los diferentes principios del derecho internacional de los derechos humanos en Venezuela?

Por lo manifestado a nivel internacional y verificado por una amplia presencia de medios de información y especialistas internacionales en materia de procesos electorales, el proceso de elección de la Asamblea Constituyente venezolano el pasado domingo 30 de julio de 2017 reúne todos los requisitos en materia de derecho constitucional para ser considerado un proceso electoral respetuoso de la jurisprudencia electoral vigente en la Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela.

No es novedad, en la sui generis y larga trayectoria electoral en Venezuela, reacciones conspiratorias las cuales hasta el cansancio han sostenido todo tipo de acusaciones en contra del debido proceso sostenido en 21 actos electorales. Organismos acreditados como observadores de procesos electorales a escala mundial como la Fundación Carter han calificado el sistema electoral venezolano como el mejor del mundo. A diferencia del sistema estadounidense el cual fue calificado como el país con peor proceso electoral  existente y esto debido a la “excesiva entrada de dinero”. Y, añadiríamos, también debido a la escuálida estructura democrática de su sistema electoral. Imagínese, en las últimas elecciones la candidata demócrata Hillary Clinton consiguió 2,8 millones por delante del candidato republicano, y actual presidente, Donald Trump y aún así perdió las elecciones (Total de votos: Clinton, 65.844.954 vs Trump 62.979.879)

¿Quién cuestionó el modelo del sistema electoral estadounidense donde la decisión final del proceso es depositada en un Colegio Electoral conformado por 538 electores, donde para ganar las elecciones se necesitan 270 votos. Y, todo esto en una nación que cuenta con más de 227 millones de personas con derecho a voto, de los cuales llega a votar aproximadamente la tercera parte?

Este instrumento electoral, la votación indirecta, impreciso, desproporcional, con grietas logísticas que llenan de fisuras todo el proceso electoral de principio a fin, no es ni ha sido objetado como atentado contra los principios democráticos y los principios del derecho internacional referentes a la exigencia de transparencia de los procesos.

 ¿EEUU, tiene alguna autoridad política y moral para adjudicarse la pretenciosa posición de ser juez del mundo? Mas aún, ¿se encuentra en condiciones de auditar al mejor proceso electoral existente en el planeta como es el de la hermana Republica Bolivariana de Venezuela, así no fuese el mejor, qué derecho se auto atribuye; manifest destiny?

El poder en Venezuela nace no del fusil, de la banca financiera o de los tentáculos de una desquiciada red empresarial ávidas de petróleo y demás recursos energéticos. El poder venezolano nace de la voluntad del pueblo el cual descansa, democráticamente, en el poder emanado de las organizaciones sociales,  políticas y de su Constitución. Esto no quita que enemigos/as del proceso revolucionario bolivariano se hayan enquistado en el aparato estatal tratando de perpetuar la deformada visión del poder el cual tiene como fundamento la lógica del enriquecimiento a costillas de las miserias del pueblo. Eso existe y no hay  proceso político alguno que pueda escapar. Lo cual no quita luchar hasta el fin para desenraizar la nefasta ideología del poder para unos y miseria para muchos como la realidad estadounidense nos demuestra y, de seguro, muchos gobiernos de perfil socialista de la región han hecho gala de imitar – en materia de corrupción – al imperio del norte.

Ahora, podemos preguntarnos, ¿De dónde nace el poder en los EEUU, dónde se crea y recrea, dónde radica su fuente de emanación y el secreto de su perpetuidad? ¿Con que moral se puede hablar de reconocer, o no, proceso electoral de Estado alguno violando todo principio de derecho internacional a la no intervención y respeto a la libre determinación de los pueblos? ¿Qué sentido tiene tanto rollo relacionado al respeto al derecho internacional y derechos fundamentales si al final de cuentas será violado por quien más poder tiene y será impuesto con rigor a quien menos tiene?

La memoria nos recuerda el fraude en Florida (2000) y Ohio (2004) por Mr. Bush y lo sostenido por ciudadanas y ciudadano estadounidenses decentes como el Reverendo Jesse Jackson quien manifestó sobre estos controversiales procesos electorales: “sugiere un patrón de fraude (...) ni sabemos cuál es el voto real […] En Estados Unidos no hay derecho al voto garantizado por la constitucional federal".

Todo lo contrario, el proceso electoral venezolano está provisto de un eficaz sistema informático de participación ciudadana directa, mientras que el proceso en los EEUU es famoso por su precariedad y gran nivel de imprecisión desprovista de cualquier garantía  constitucional. ¿Qué organización internacional denuncia esta fisura democrática en el país “ejemplo” del planeta?

El proceso electoral venezolano, mas allá de la elección de la Asamblea Constituyente, esta protegido por una normativa jurisprudencial impecable comparado con las frágiles legislaturas de países que hoy se levantan como gendarmes de la democracia. Solo por señalar un caso reciente de fragilidad institucional, ética y moral en cuanto a leyes de partidos políticos es lo vivido en el Perú. El ex presidente y reo provisional Ollanta Humala Tasso y su esposa Nadine Heredia son investigados por haber recibido una suma aproximada de U$ 3 millones de dólares de la cuestionada compañía brasilera Odebrecht y del gobierno venezolano con fines de financiamiento de campaña. El dinero fue destinado a otros fines, prueba de ellos los registros en las “Agendas de Nadine”. Recursos financieros que al final terminaron en las cuentas personales de Humala, Heredia, familiares y grupos cercanos a la pareja. Y, esto no es novedad. Tenemos 200 años de vida republicana que se viene haciendo exactamente lo mismo.  


Esto en el Perú no existe. En el Perú lo que existe, en materia Constitucional, es una mala copia de la normatividad mafiosa norteamericana la cual avala recursos financieros vengan de donde vengan. Lo importante es el lucro proveniente del negocio electoral y esta obsena practica política y burda estafa ciudadana nunca ha merecido la censura de la OEA, ONU y organismo internacional alguno. Que monumental contradicción. Como señaló Eduardo Galeano, esto es el perfecto ejemplo de la historia de un mundo al revés.

Se necesitan manifiestos de apoyo al camino elegido por Venezuela. No se puede permitir que gobiernos de facto como el de Brasil en donde el presidente Michel Tamer cuenta con la denuncia realizada por corrupción por la Procuraduría General de la República (PGR), se abandere en esta descabellada aventura desestabilizadora del gobierno democrático de Venezuela. Evidentemente, toda está mega impunidad promovida, defendida y avalada por el presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski quien está cumpliendo al pie de la letra lo dictado por Washington. Desde su discurso presidencial inaugural posicionó al gobierno de Venezuela en la agenda de temas ajenos a las necesidades de un pueblo que se hunde en medio de casi doscientos conflictos sociales los cuales no ven solución al final del camino. Infringiendo, como los demás gobiernos afines (13 de 32 integrantes de la OEA), todo principio de no intervención y derecho a la autodeterminación de los pueblos, medida levantada contra cualquier lastre heredado de la lógica colonialista que persisten en perpetuar.

Por lo visto, se empodera en los últimos tiempos una superestructura de poder corporativista la cual trasciende todo principios de soberanía, al igual que una suerte de superestructura jurisprudencial la cual trasciende todo tipo de normativa constitucional y leyes internacionales a favor de la defensa de la soberanía de los pueblos. Por lo visto la presencia del mandatario estadounidense D.Trump acentúa la senda de la lógica de la infalibilidad dictatorial en donde todo manifiesto emitido – al así como una expresión ex cátedra -  contiene implícita e explícitamente el significado de incuestionabilidad y verdad absoluta. Sin lugar a dudas asistimos a los intentos de retorno a un mundo medioeval, inquisidor, dogmatico, fundamentalista e imperial donde las luchas por el control geopolítico en búsqueda de petróleo, oro, torio, agua y gas se convierte en el evangelio de los gobiernos neocolonizadores. El retorno al paraíso perdido de las castas señoriales, sangrientos paraísos adornados con dioses de pies de barro y evangelios conspiratorios de toda expresión de equidad, paz, justicia y bondad.

Lo sucedido en Venezuela pone al relieve el desespero de los grupos de poder a nivel global. El ensayo aplicado consiste en ejercer el control del poder por medio del fusil y el Estado. No más usar solamente el fusil para apropiarse del Estado sino desde el Estado y el fusil desplazar al pueblo como ente soberano del poder aglutinándolo en la ficticia democracia representativa avalada por el pequeño corpúsculo de aliados a Washington, la Comunidad Europea y corporaciones financiero-empresariales nacionales y extranjeras. El mandatario (de mandamás) peruano está a punto de convertirse en la más leal mascota (usando su imagen sobre Latinoamérica) del nuevo huésped de la Casa Blanca. Desjuiciadamente, convertirá al Perú en el conspirador recinto de la perversa maquinaria generada en contra de la nueva era democrática la cual se dio inicio en las gestas libertadoras de otrora, continuándose escribiendo la narrativa emancipadora en Cuba y hoy afianzándose desde Venezuela.

Estaremos expectantes de las nuevas bulas papales, ordenanzas infalibles de Washington,  donde se distribuirán responsabilidades, idearan estrategias y consolidaran maquiavélicos programas que no tendrán otra finalidad que planear la invasión paramilitar y militar contra Venezuela dentro del programa de conspiración post éxito de la Asamblea Constituyente. Urge sentir las voces de la Alternativa Bolivariana de las Américas – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), la Unión de Naciones del Sur (UNASUR), el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), la Comunidad Económica Latinoamericana y Caribeña (CELAC) y Petrocaribe. Urge tomar medidas de urgencia que garantice el respeto a la soberanía de los pueblos de América Latina y el Caribe que aun no claudican como los 13 aliados de la OEA.

Es un alentador signo de lucidez escuchar al presidente del Consejo de Seguridad de la ONU, el embajador egipcio, Amr Abdellatif Aboulatta, sostener que la situación en Venezuela no representa una amenaza para la paz y la seguridad internacional. De igual forma, el representante permanente venezolano, Rafael Ramírez sostuvo que la cruzada contra Venezuela solo encuentra eco en la extrema derecha estadounidense y en voceros desacreditados de la derecha mundial. Como históricamente se reproduce, no todos aceptan aventurarse en trastornados   proyectos colonialistas como lo sucedido en la Isla del Gallo (s. XVI) donde un grupo de invasores aceptó la barbarie mientras otros, tomando conciencia, dieron un paso al costado.

Cualquier semejanza con los denominados los Trece de la fama de la Isla del Gallo (1524) quienes decidieron acompañar a Francisco Pizarro en el proyecto colonizador del imperio Inca, no es casualidad sino la histórica repetición del proyecto colonizador. Hoy día, los trece estados, aliados a Washington y Europa, decidieron seguir la ruta al Perú en búsqueda de la riqueza del preciado y anhelado botín venezolano.

Está en nuestros dignos pueblos, movimientos sociales, organizaciones políticas e individuos de conciencia independiente, hacer posible que la historia no se repita y que sea el pueblo como expresión suprema de poder quien demuestre al mundo entero el significado de lo que es luchar por valores supremos como la dignidad, soberanía y el poder entendido como posibilidad de servicio y encuentro y no como instrumento de avaricia y desesperanza.




[1] Convención Internacional para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (1948); Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966); Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966); Convención sobre la eliminación de todas formas de discriminación contra la mujer (1979); Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (1996); Convenio Internacional para la Represión de los Actos de Terrorismo Nuclear (2005); etc.

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