Por el lugar cimero que alcanzó en la cultura cubana, y en particular en la
caricatura, Nuez fue considerado una figura emblemática, del mismo modo que lo
son Silvio Rodríguez en la canción, Alicia Alonso en el ballet y Eusebio Leal
en la historia.
Sergio Guerra
Vilaboy / Especial para Con Nuestra América
Desde La Habana, Cuba
René de la Nuez, artista gráfico cubano. |
Este 6 de enero de 2015 falleció en La Habana el
extraordinario artista y entrañable amigo René de la Nuez, a los 77 años de
edad. A Nuez, casi todos lo conocimos primero como caricaturista:
los más viejos desde su inolvidable personaje de El Loquito y los más jóvenes, por aquellos trazos magistrales
frente a la cámara de la televisión, que pintaba en vivo muy temprano para los
niños en La Revista de la Mañana.
Los primeros dibujos de René de la Nuez aparecieron en Zig Zag en febrero de 1957, semanaria
humorístico donde surgió precisamente El
Loquito, que sirvió para desenmascarar, con su lenguaje en clave, la
sanguinaria dictadura de Fulgencio Batista.
Una anécdota nos muestra su talento
innato, que lo llevó a ser contratado en esa popular revista habanera, como me
contara en una entrevista que le hiciera en 1998 para la revista Ko-Eyú por petición de su director Joel
Atilio Cazal:
Me pusieron una prueba: hacer una caricatura allí mismo,
sobre un tema de actualidad. En aquel momento se había producido la
nacionalización del Canal de Suez, y el director me dio ese tema. Y se la hice
rápidamente. No se me olvidará nunca esa caricatura. Era Anthony Eden, el
Primer Ministro inglés, sentado frente a un televisor que sólo tenía rayitas y
decía “He perdido el canal”. Al hombre le gustó tanto el dibujo que me
contrató. Esa caricatura me sirvió de entrada. No fue fácil y fue fácil. Porque
me pusieron una prueba y la vencí. “Venga todas las semanas y haga una
caricatura” me dijo. Así empecé a trabajar en el año 1956. Fueron mis primeros
dibujos políticos ya para un periódico nacional.
Desde entonces decenas de miles de sus caricaturas
salieron casi diariamente en los principales periódicos cubanos, entre ellos Revolución, Granma y otras importantes publicaciones como Bohemia, Trabajadores, Palante – popular semanario humorístico
del que fue director-, La Calle, La Tarde, Juventud Rebelde, Orbe de
Prensa Latina y en La Jiribilla del
Ministerio de Cultura. Durante treinta años, prácticamente hasta su jubilación,
Nuez fue el caricaturista principal de la prensa revolucionaria cubana.
La fructífera y amplia obra de Nuez se caracterizó por su
permanente compromiso con las causas justas y su capacidad para reflejar, con
fino humor y singular sentido crítico, los problemas neurálgicos e hitos
medulares de nuestro tiempo. De ello son exponentes sus caricaturas, de agudo
filo político, dedicadas, entre otros muchos temas, a la lucha contra la tiranía
batistiana, al conflicto histórico de Cuba y Estados Unidos –durante la crisis
de octubre de 1962 las dibujó desde las mismas trincheras como miliciano-, a
las guerras de Angola y Vietnam –realizó más de mil caricaturas a favor de la
lucha del pueblo vietnamita y fue incluso, en determinado momento, una especie
de corresponsal de guerra-, a los sucesos del Mariel, a la Revolución
Nicaragüense –llegó a colaborar con la Gaceta
Sandinista antes del triunfo de 1979-, a la campaña contra el burocratismo,
al problema de la deuda externa, la guerra nuclear, al “periodo especial” o,
más recientemente, a la causa por de los 5 patriotas cubanos presos
injustamente en Estados Unidos y recién liberados.
No es posible imaginar una etapa de
la Revolución Cubana en la que Nuez no haya estado presente, de una u otra
manera, con sus imaginativas caricaturas, descubriendo la esencia de
determinadas situaciones políticas o revelando rasgos singulares de la identidad
del cubano. Así lo hizo desde su famoso
personaje de El Loquito y los que vinieron
después de su mano mágica, como fueron, por ejemplo, Don Cizaño, que representó la lucha contra la prensa
reaccionaria en los años germinales de la Revolución; o Mogollón, nacido al calor de las campañas populares contra la
vagancia. Su clásico dibujo de El Barbudo
-con arma en ristre-, que hoy se asocia en todas partes a la Cuba
revolucionaria, fue diseñada por Nuez como contrafigura de Liborio –el campesino doblegado por el Tío Sam, símbolo de la
República neocolonial– y que el propio Comandante Fidel Castro mencionara en
memorable discurso un primero de mayo frente a un millón de cubanos en la Plaza
de la Revolución. Sobre El Barbudo me
contó Nuez en la entrevista ya mencionada:
Este personaje nace en el 59, como una
respuesta a Liborio, un personaje
clásico, que representaba al pueblo de Cuba, pero que era muy pasivo, lo
soportaba todo, no era dueño de sí mismo, ni del país, de nada, simbolizaba al
pueblo que alguien gobernaba. Ya El
Loquito había muerto poco después del triunfo de la Revolución. Todavía
jugaría un papel en los primeros momentos, en las grandes luchas entre la
prensa revolucionaria y la reaccionaria; pero ya después no había que hablar en
clave, no era lógico hacerlo, se podían decir las cosas de otra forma, era un
poco inoperante El Loquito, solo
ocasionalmente ha salido. En Revolución
hago El Loquito un tiempo y aquí lo
sustituyo por El Barbudo, el cual he
hecho desde entonces hasta hoy. Cuando quiero representar al cubano lo hago con
este barbudo, que tiene un sombrero de yarey, un traje de miliciano, pues ya no
es como Liborio un campesino pobre y
desamparado, en todo caso es un campesino armado, no sólo con el machete, sino
también con el fusil, según venga la situación.
Nuez fue delegado al congreso fundacional de la Unión de
Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en 1961, y dirigió su Sección de Artes
Plásticas, organización de la que fue, por elección en 1991, vicepresidente y a
cuyo consejo nacional perteneció hasta sus últimos días. También llego a ser miembro del Secretariado
Nacional de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) y fue fundador del Museo y
la Bienal del Humor de San Antonio de los Baños (Cuba), que puso como símbolo a
El Barbudo de Nuez junto al Bobo de Abela.
Obtuvo más de cien premios nacionales e
internacionales, recibió numerosas condecoraciones y fue galardonado como
Profesor Honorífico de la Cátedra de Humor de la Universidad Alcalá de Henares
(España). Además, en 1974, a través de la UNESCO, fue considerado entre los
mejores caricaturistas del mundo. Un dibujo suyo viajó al Cosmos, hace más de
treinta años, con el primer astronauta cubano y su original se encuentra en el
Museo de la Cosmonáutica en Moscú. En 2010 recibió la Medalla de Oro de la
Bienal de Humor Gráfico, Castilla, España. En resumen, dibujó más de cien mil
caricaturas publicadas en los cinco continentes.
La vasta obra de Nuez como humorista
gráfico también ha quedado recogida, junto a las publicadas en diarios y
revistas y a las que en una época dibujó frente a las cámaras de la televisión
en el Noticiario Nacional y luego en
la Revista de la Mañana, en una
veintena de libros entre los que pueden mencionarse: No hay deuda que dure cien años ni América que la resista; Cuba Sí; Allí Fumé; El Señor de la Guerra; Cuba
25; Una nube de ideas; el Humor Nuez-tro de cada día; Satirichacha y otras chacharas –con
textos de Pucha, su esposa-; La piedra en
el camino; Los monstruos de la globalización neoliberal; Cubabici, La aldea global,
dibujos de humor amargo, El libro del
Yo y En un lugar de la tinta. Entre
sus últimas publicaciones estuvo una recopilación de sus más significativos
dibujos titulado El Loquito: (re)
visiones, preparado por Axel Li, así como el dedicado al periodo especial, titulado irónicamente Havana Auto de Fé, con prólogo de Reynaldo González.
En los últimos años una parte apreciable de
la relevante obra de Nuez se realizó en México, cuyos dibujos enviaba a diario por
internet desde su casa en La Habana. En Por
Esto!, que dirige Mario Menéndez Rodríguez, con quien colaboraba desde los
años sesenta, cuando el periodista mexicano sacaba las revistas Sucesos, Por qué? y Por Esto!, publicaba
varias caricaturas diarias. La última, reproducida en la prensa española, salió
el pasado 18 de diciembre y en su dibujo aparecían dos figuras, que
representaban a Cuba y Estados Unidos, bridando con un Cuba libre “sin hielo”.
Pero una parte apreciable de la relevante
producción artística de René de la Nuez se enfiló en otra dirección, que se
reveló al público por primera vez en 1986, cuando expuso sesenta de sus cuadros
en el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana con el nombre de “Concierto
Baroco”, en alusión al conocido libro de Alejo Carpentier, y que fuera
inaugurada por Gabriel García Márquez. Parte de esa colección de pinturas fue
expuesta después en Caracas, Barcelona, París, Galicia y Alcalá de Henares. En
esta última localidad española, presentó otra exitosa serie titulada “Humor
habano”, cuyo catálogo fue redactado por el desaparecido escritor español
Manuel Vázquez Montalbán, contentiva de sus originales dibujos costumbristas al
que incorporó antiguas etiquetas y viejas anillas de tabacos, exhibida en
distintas partes de España y la ciudad de Matanzas (Cuba).
Una muestra muy exitosa de sus
pinturas fue también “Son motivos”, en ocasión del centenario de Nicolás
Guillén, inspirados en los versos de nuestro poeta nacional, dibujados sobre
papel de música, que se expuso en la Galería Latinoamericana de la Casa de las
Américas. En el Movimiento por la Paz presentó otra colección que tituló “La
Paloma Constante”, con trabajos pintados sobre cartones desechables para que
pudieran ser usados posteriormente como pancartas en manifestaciones
pacifistas.
No puedo aludir aquí a todas las
exposiciones de René de la Nuez, pero no quiero dejar de mencionar, entre las
más significativas, la retrospectiva de su obra en la Casa de la Cultura de
Lérida y en el Colegio de Periodistas en Barcelona, ambas en España, así como
la dedicada a los almendrones que ruedan por las calles de La Habana, mostrada
originalmente en el Centro Cultural Pablo, que dirige el poeta Víctor Casaus.
También la muestra titulada ¿!Loco yo?!, en homenaje al cincuenta aniversario del nacimiento
de El Loquito, exhibida en la Galería
Villa Manuela de la UNEAC, o
la que tuvo por escenario el lobby del Hotel Inglaterra y donde, por petición
del propio Nuez, tuvo el privilegio de decir unas palabras en la inauguración.
Nuez también me encomendó la tarea de
presentar otra exposición suya, Chacmoles
en La Habana, exhibida en la Casa del Benemérito de las Américas, Benito
Juárez, que dirige Miguel Hernández –quien fuera compañero de estudios
universitarios de Iván de la Nuéz, el hijo de René- con el cálido patrocinio
del insigne maestro Eusebio Leal, Director de la Oficina del Historiador de la
Ciudad. Esta colección, en particular,
es una muestra excepcional de ese otro Nuez. Catorce cuadros, cuatro de ellos
especialmente concebidos para esta exposición de Chacmooles en La Habana, algunos de los cuales había sido mostrados
en 2010 en la ciudad de Mérida, Yucatán, inspirados en la figura del Chacmool
maya bajo la advocación martiana de “Yo vengo de todas partes y hacia todas
partes voy”.
Con estos excepcionales dibujos, Nuez nos
puso ante la misteriosa conexión de José Martí con esta mítica deidad maya,
pues como sabemos el Apóstol de la Independencia de Cuba fue sacudido por la
singular escultura del Chacmool con la que se topó en las calles de Mérida a
principios de 1877, al extremo que dibujó su propio rostro en el cuerpo de la
figura precolombina. Como contó en aquella ocasión el propio caricaturista a la
periodista Marina Menéndez, directora de Juventud
Rebelde en una entrevista exclusiva publicada entonces en Por Esto!:
“Chac
mool quiere decir hombre-leopardo”, explica. “Y aquí en la Isla, ‘ñáñigo’
(cofradía o hermandad de la cultura afrocubana) quiere decir lo mismo”.
(…) pues si Martí, que es el más grande pensador de Cuba y de América, se impresionó tanto con el Chac mool, al punto de comparársele en un autorretrato, es porque algo vio en esa figura que no hemos visto nosotros” (…) “el amor que inspira Mérida, sobre todo el pueblo y la cultura mayas. Yo siento hacia ellos una pasión extraordinaria porque la civilización maya fue muy inteligente; tenían un sentido tremendo de la energía, del movimiento de los astros y del tiempo distinto del de nosotros. Se trata de una cultura muy desarrollada. Todo eso me fue ganando”.
(…) pues si Martí, que es el más grande pensador de Cuba y de América, se impresionó tanto con el Chac mool, al punto de comparársele en un autorretrato, es porque algo vio en esa figura que no hemos visto nosotros” (…) “el amor que inspira Mérida, sobre todo el pueblo y la cultura mayas. Yo siento hacia ellos una pasión extraordinaria porque la civilización maya fue muy inteligente; tenían un sentido tremendo de la energía, del movimiento de los astros y del tiempo distinto del de nosotros. Se trata de una cultura muy desarrollada. Todo eso me fue ganando”.
Por toda esta vastísima producción de alto vuelo y
trascendencia, Nuez recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas,
correspondiente al 2007, y el Premio Nacional de Humorismo en 2008. Por el
lugar cimero que alcanzó en la cultura cubana, y en particular en la
caricatura, Nuez fue considerado una figura emblemática, del mismo modo que lo
son Silvio Rodríguez en la canción, Alicia Alonso en el ballet y Eusebio Leal
en la historia. Al decirle ahora adiós
con profundo pesar al entrañable amigo y genial artista revolucionario, lo hago
con el orgullo de que me considerara, como me dijo en una ocasión, “un hijo
nuevo que me ha salido del corazón”.
La Habana, 15
de enero de 2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario