La decisión de Trump abre
para América latina una nueva serie de interrogantes, una sobre la vigencia de
la Alianza del Pacífico (AP), que dependía del contexto librecambista impulsado
por Washington, lo que obliga a las gobiernos a barajar y dar de nuevo, a
buscar el afianzamiento de instancias regionales integracionistas como Unasur y
Mercosur, las que en el último año trataron de vaciar e invisibilizar.
Claudio Della Croce / NODAL
“Lo que acabamos de hacer
es una gran cosa para los trabajadores estadounidenses”, dijo este lunes [23 de
enero] el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tras firmar la orden
ejecutiva mediante la cual retiraba a su país del Acuerdo Transpacífico de
Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), decisión que tendrá su
impacto en varios países latinoamericanos.
La decisión puso fin a la
participación de EE.UU. en un ambicioso tratado comercial cuya creación fue
impulsada durante siete años por el gobierno del expresidente Barack Obama. Con
Estados Unidos, el TPP reunía en su seno a 12 países que juntos representaban
en torno al 40% del PIB mundial y un mercado de 800 millones de habitantes. En
el acuerdo participaron además tres países latinoamericanos (México, Perú y
Chile), junto a Canadá y a siete naciones de Asia Pacífico: Australia, Japón,
Malasia, Vietnam, Brunei, Singapur y Nueva Zelanda. Y el gran ausente entre las
potencias económicas del Pacífico es China.
Un tema más amplio
refiere a cuál será la política comercial global de Trump. Es casi seguro que
también cesará las negociaciones del otro gran acuerdo, la Asociación
Transatlántica para el Comercio y la Inversión, entre Estados Unidos y la Unión
Europea. Y ya anunció que renegociará el Tratado de Libre Comercio de América
del Norte.
Trump también prometió
fijar altos aranceles a las importaciones de China y México. Hacerlo implicaría
violar las normas básicas de la Orgnanización Mujndial de Comercio (OMC), por
lo que el líder tendría que descartar sus amenazas de campaña o, de lo
contrario, romper con la OMC. Sin duda, la presidencia de Trump tendrá un
enorme impacto en el futuro del sistema comercial multilateral, así como en los
acuerdos comerciales bilaterales.
Las presiones famacéuticas
Las negociaciones del TPP
llevaban cinco años en curso, durante las cuales se produjeron varias demoras
por diferencias en patentes farmaceúticas.. Estados Unidos buscaba que se
concedieran 12 años de protección a dichos medicamentos, para promover la
inversión, mientras Nueva Zelanda y Australia, temían que dichas normas
elevaran el costo de los sistemas de salud pública de sus países.
El TPP constituye un
ejemplo paradigmático de elaboración de normas internacionales guiadas por los
intereses de un grupo empresarial y adoptadas por un Gobierno como elemento
fundamental de su propia agenda. Los derechos de los pacientes de tener acceso
a los tratamientos necesarios son sistemáticamente subestimados por los
partidarios de niveles de protección ADPIC plus que seguramente serían
rechazados en foros multilaterales, como en la OMC, señaló oportunamente el
South Center.
Al igual que en otros acuerdos
de libre comercio, la posición de negociación dispar entre las partes
negociadoras, así como las expectativas injustificadas sobre “otros” beneficios
comerciales que propiciaría el TPP, serían las únicas explicaciones de una
posible aceptación de niveles de protección de los derechos de propiedad
intelectual destinados a satisfacer las incesantes demandas de la industria
farmacéutica para obtener derechos de monopolio más amplios y duraderos, añadíó
el organismo intergubernamental de países en desarrollo.
Los otros países
integrantes del TPP son Australia, Brunei Darussalam, Canadá, Malasia, Nueva
Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. El nuevo bloque comercial abarcaría a 800
millones de personas. y podría aumentar la actividad económica mundial en 200
mil millones de dólares anuales.
La creación de este
acuerdo fue visto como una iniciativa de la Casa Blanca que busca presionar a
Pekín a que empiece a “seguir las reglas” reforzadas por el TPP. El entonces
presidente estadounidense Barack Obama aseguró que “con más de 95% de nuestros
clientes potenciales viviendo fuera de nuestras fronteras, no podemos dejar que
países como China escriban las reglas de la economía global”.
Los críticos de la
iniciativa alegaron que fue negociado en secreto y que beneficia principalmente
a las multinacionales. En Estados Unidos varios sindicatos argumentan que el
acuerdo ayudará a que más empleos industriales bien remunerados sean
relocalizados a países de menor costo de mano de obra en el sureste de Asia
como Vietnam.
Durante la campaña
presidencial pasada, Trump incluyó la retirada de EE.UU. del TPP dentro de las
medidas que aplicaría en sus primeros 100 días de gobierno, pues consideraba
que este tipo de tratados comerciales son lesivos para los intereses de los trabajadores
estadounidenses.
Su triunfo en las urnas
hizo temer lo peor entre los promotores del TPP, porque el tratado aún esperaba
por su ratificación y el asunto no es nada fácil: se requiere el visto bueno de
al menos seis de los países signatarios y estos deben representar al menos un
85% del Producto Interno Bruto (PIB) de los 12 combinados.En la práctica, eso
significa que no podría entrar en vigor sin el visto bueno de Estados Unidos y
Japón, que juntos equivalen al 79% del P IB del bloque.
Con los crespos hechos
Para los promotores del
acuerdo en México, Perú y Chile, el anuncio dejó sin comenzar la fiesta de
varios sectores que anticipaban una bonanza comercial. Y en las órbitas de los
gobiernos, genera incertidumbre por un acuerdo que ha sido una parte integral
de la estrategia económica de las tres naciones.
La decisión de Trump abre
para América latina una nueva serie de interrogantes, una sobre la vigencia de
la Alianza del Pacífico (AP), que dependía del contexto librecambista impulsado
por Washington, lo que obliga a las gobiernos a barajar y dar de nuevo, a
buscar el afianzamiento de instancias regionales integracionistas como Unasur y
Mercosur, las que en el último año trataron de vaciar e invisibilizar.
En su momento, la
mandataria chilena, Michelle Bachelet, lo respaldó como un “gran acuerdo” de
todos quienes creen “que el libre comercio como una economía abierta ha sido
beneficioso”. Chile fue la nación pionera de la región en buscar sociedades
comerciales distintas a las tradicionales con Estados Unidos y Europa.
Mediante la membresía,
México y Perú también buscan aumentar sus exportaciones y atraer importantes
inversiones de países asiáticos. Según estimaciones de la Secretaría de
Economía de México al momento del anuncio del TPP, ese país podría exportar más
de 150.000 millones de dólares en cinco años hacia otros países del súper
bloque.
Paralelamente, el
Gobierno argentino, que había festejado que la administración de Barack Obama
había autorizado la compra de limones argentinos, sufrió un anuncio amargo: una
de las primeras medidas proteccionistas de Trump fue dar marcha atrás
descolocando la política aperturista de Mauricio Macri.
Futuro incierto
La retirada de Estados
Unidos del TPP deja el acuerdo en territorio desconocido. “No está claro lo que
ocurrirá alrededor del mundo. Varios de los otros 11 países miembros tienen la
intención de seguir adelante y establecer un acuerdo entre ellos”, dijo Peter
Petri, profesor de Finanzas Internacionales en la Escuela Internacional de Negocios
Brandeis.
El experto destacó que
para avanzar se requeriría, de entrada, un cambio en la redacción del texto
actual pues este exige que para su entrada en vigor el acuerdo debe ser
ratificado por un mínimo de seis países que representen el 85% del PIB
combinado de todos los miembros. Dado que EE.UU. por si solo representa el 57%
del PIB de las naciones del TPP, esa ratificación no sería posible sin su
participación.
Petri considera, sin
embargo, que no sería difícil para los demás miembros cambiar el texto para
modificar eso y hacerlo funcionar sin EE.UU. Japón y Nueva Zelanda ya lo
ratificaron y han manifestado su interés en seguir adelante. Otros expertos,
sin embargo, no son tan optimistas sobre las posibilidades futuras del acuerdo.
” La retirada de Estados Unidos va a matar el acuerdo en su forma actual”, dijo
Edward Alden, investigador Consejo de Relaciones Exteriores, con base en Nueva
York.
Alden resaltó que para
muchos países el principal incentivo para participar en el TPP era acceder al
mercado estadounidense, pero que ahora esa motivación ya no existe.
Acuerdos bilaterales
Petri también vislumbra
la posibilidad de que el conjunto de normas acordadas dentro del TPP sean ahora
volcadas en tratados bilaterales de comercio entre los países que participaron
en la negociación. “Estoy seguro de que el contenido y las reglas que se
negociaron serán usados por los países para hacer acuerdos bilaterales. Tiene
sentido para las naciones asiáticas y para algunas economías latinoamericanas
adaptar este acuerdo para ayudarse en su integración.”, agregó el experto.
El presidente de México,
Enrique Peña Nieto, anunció este lunes que su país buscará firmar
inmediatamente acuerdos bilaterales con los países firmantes del TPP. Una
decisión similar fue hecha por el canciller de Chile, Heraldo Muñoz, quien
señaló que con ese objetivo ya se han pautado encuentros con otros miembros del
TPP, así como con China y Corea del Sur.
En diciembre pasado, el
ministro de Comercio Exterior de Perú, Eduardo Ferreyros, ya había adelantado que
su país acudiría a la fórmula de negociaciones bilaterales en caso de que el
TPP no avanzara. “Si no se da el TPP en el corto plazo, se podría tener una
negociación bilateral con Australia así como Nueva Zelanda y Malasia. Con Nueva
Zelanda estuvimos dialogando para ver si negociábamos en el bloque de la
Alianza del Pacífico, lo que se configura como otro escenario interesante”,
dijo Ferreyros.
Ganadores y perdedores
Nadie cree que algún país
se beneficie de la ausencia estadounidense. El principal atractivo del TPP para
la mayor parte de los restantes 11 miembros eran las oportunidades de comercio
adicionales que se abrían con Estados Unidos, que sigue siendo la mayor
economía en el mundo. Sin EE.UU. las ganancias del TPP serán menores y es
difícil determinar quiénes podrían ser los mayores beneficiarios en caso de que
el acuerdo siga adelante.
“Para las empresas
automotrices de Japón es una ventaja tener acceso al mercado de Malasia y para
los fabricantes de ropa de Vietnam resulta muy positivo poder exportar a
Japón”, dijo Petri, para quien los perdedores de la decisión son Japón y
Vietnam, que tienen unas relaciones comerciales muy fuertes con Estados Unidos
que iban a ser fortalecidas con el acuerdo.
Un estudio del Banco
Mundial sobre el TPP, publicado en enero de 2016, preveía que Vietnam y Malasia
eran los países que más se iban a beneficiar del acuerdo, con aumentos de su
PIB de 10% y 8% respectivamente para el año 2030. Destacaba que los beneficios
para Canadá y México, que tienen amplio acceso al mercado de EEUU, iban a ser
menores y que, en el caso mexicano, se reducían aún más por el incremento de la
competencia derivado de la reducción de impuestos de aduana estadounidense para
otros países miembros del TPP.
China celebra
Un estudio del Instituto
Peterson sobre Economía Internacional, publicado hace un año, resumía el
impacto del TPP en la economía estadounidense en un incremento del 0,5% del PIB
y muy pocas variaciones en el mercado laboral. Alden consideró que al retirarse
del tratado no habrá un efecto real en la economía estadounidense ya que “el
acuerdo nunca fue ratificado. Sus reglas nunca llegaron a estar vigentes, por
lo que matar al TPP no cambia nada. Se trata, principalmente, de una
oportunidad perdida y del futuro”, dijo.
La editora de la BBC
británica para China, Carrie Gracie, señala que no hay duda “del regocijo que
debe estar experimentando el gobierno chino luego de que Trump retirara a su
país del TPP, acuerdo en el que Pekín no participa. Durante años China escuchó
decir a la administración del demócrata Barack Obama que el acuerdo era una
manera de formalizar el liderazgo estadounidense en Asia, añadió.
Es probable que el
presidente chino Xi Jinping esté muy satisfecho con la noticia, tras su
participación -por primer vez- en el Foro Económico de Davos, donde acaparó
todas las miradas en su defensa globalizadora. La pregunta que se hacen los
analistas es si estamos asistiendo a un cambio del “hegemón” ante un EE.UU. que
busca una nueva estrategia de inserción internacional.
No es de extrañar
entonces que Pekín considere el “eje estratégico” de EE.UU. en Asia en general,
y el TPP en particular, un plan poco disimulado para frenar la potencia de
crecimiento de China. En noviembre pasado, la agencia oficial de noticas china
Xinhua describió el acuerdo como el “brazo económico de la estrategia
geopolítica de la administración Obama para garantizar el dominio de Washington
en la región”.
Ahora , señala Gracie,
Pekín animará a los gobiernos asiáticos a comparar la fiabilidad de las
promesas chinas y la de las estadounidenses. Estados Unidos es un poder en Asia
cuando quiere, pero China es el poder que permanece, dirá Pekín.
*Economista argentino.
Investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
No hay comentarios:
Publicar un comentario