La brújula de los
neoliberales se atasca. El futuro ya no es lo que sería. Justo quienes les
habían vendido ese futuro, lo niegan y vuelven al proteccionismo, que decían
que estaba superado definitivamente. Salen de los acuerdos de libre comercio
que anunciaban que era el destino obligado.
Emir Sader / Página12
Era el camino inevitable,
que superaba todo lo que la historia había vivido hasta entonces. El libre
comercio, la apertura de los mercados nacionales, el fin de los Estados
nacionales, la libre circulación de los capitales, la desterritorialización de
las inversiones: en la globalización neoliberal desembocaba inexorablemente el
movimiento histórico de universalización de las relaciones capitalistas,
iniciado hace varios siglos.
Vivíamos ese momento
privilegiado de mercantilización del mundo, frente al cual desaparecían las
alternativas, todas restringidas, nacionales, anti-mercantiles, desaparecerían
las regulaciones que obstaculizaban a la libre expansión del capital. Países de
América Latina habían actuado a contramano de esa tendencia global
irreversible, hasta que en Argentina y en Brasil se retomaba el camino de la
globalización neoliberal y el futuro volvía a abrirse para esos países.
La elección de Hillary
Clinton venía a coronar ese futuro, con un neoliberalismo renovado, teniendo a
Macri y a Temer como protagonistas. Todo estaba listo para que la historia de
América Latina retomara el camino equivocadamente abandonado por la vía del
populismo. En este momento Hillary Clinton estaría desfilando por las pasarelas
políticas de la región usando su look neoliberal sacado del closet y celebrada
por los gobiernos de Macri y de Temer. Chile había declarado que el TPP
(Acuerdo Transpacífico) era el acuerdo del siglo. México había jugado todo su
destino en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
De repente, el voto de
salida de Gran Bretaña de la Unión Europea anunciaba que algo estaba fuera del
orden mundial previsto.
Enseguida, Donald Trump
gana y anula la participación de EE.UU.en el TPP, así como desiste del Tratado
de Libre Comercio con Europa y cuestiona el Tratado con México y Canadá.
La brújula de los
neoliberales se atasca. El futuro ya no es lo que sería. Justo quienes les
habían vendido ese futuro, lo niegan y vuelven al proteccionismo, que decían
que estaba superado definitivamente. Salen de los acuerdos de libre comercio
que anunciaban que era el destino obligado. Retornan a la defensa de los
empleos dentro del país, cuando explotaban mano de obra barata de afuera como
el camino de mejorar la concurrencia.
Total, el futuro ya no es
lo que fue. Volvió a estar abierto. Lo que se decía que era superado vuelve con
fuerza. Lo que se prometía como el destino inexorable, dejó de ser.
Los que han atado su
destino a la globalización neoliberal, se quedaron huérfanos. El canciller José
Serra prometía llevar a Brasil al TPP, que ahora no existe más. Argentina y
Brasil trataron de debilitar los espacios de integración regional, en función
del retorno a la subordinación a los EE.UU. Ahora, al igual que a México, se
les cierran las puertas. (A Argentina ya le costó el amargo cierre de la
exportación de limones. A México le cuesta todo: inversiones, empleos, remesas
desde EE.UU.)
No hay destino
obligatorio para la humanidad. El futuro está abierto, será decidido por las
vías que los pueblos decidan, democráticamente. ¿Por qué no Argentina, Brasil y
México, con gobiernos soberanos, deciden próximamente reencauzar sus políticas
externas y ampliar y reforzar los procesos de integración latinoamericana,
estrechamente articulados a los Brics? ¿Por qué no?
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