sábado, 2 de julio de 2022

Argentina: La fatídica doble vara

 En un clima de antipolítica y politización de la justicia, donde todo está patas para arriba, Alí Baba y su banda reclama respeto a las instituciones de la república, enlodando el difícil camino que transita la sociedad argentina en estos días.

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina

De regreso de Alemania, el presidente Alberto Fernández visitó a Milagro Sala en el hospital donde se encuentra internada, expresando su solidaridad con la dirigente presa, pero dejando claro su imposibilidad de dictar un indulto. Anteriormente, el presidente la había visitado en la prisión, siendo en esta oportunidad su preocupación por el estado de salud de Milagro, lo que modificó drásticamente su agenda.

 

Milagro Sala, dirigente de la agrupación Tupac Amaru, está detenida desde el 16 de enero de 2016, a poco más de un mes de asumir la presidencia Mauricio Macri y Gerardo Morales, como gobernador de la provincia de Jujuy, de la que es oriunda Milagro.

 

El proceso y su prisión preventiva, violando los procedimientos ordinarios judiciales y las recomendaciones de las organizaciones de derechos humanos, ponen de manifiesto la fatídica doble vara con que se maneja la justicia argentina.

 

Cuando hablamos de doble vara no podemos dejar de manifestar que tuvimos un presidente procesado, cuya causa sobre el Correo Argentino lleva más de 20 años, además de nombrar a dos jueces de la Suprema Corte por DNU apenas asumido. Más que doble vara, nos quedamos cortos, si comenzamos a profundizar las persecuciones políticas realizadas durante ese período. Esto sin llegar a los intríngulis jurídicos que suelen manejar los abogados que dejan en la intemperie a cualquier desprevenido, que suele quedar paralizado con sólo observar su pequeñez frente a los monumentales edificios jurídicos. Símbolo altamente reconocido y establecido por los romanos a través de tantos siglos de imperio de la ley y el ejercicio práctico de las normas y procedimientos, hecho que los destacó en la civilización occidental.

 

Milagro Amalia Ángela Sala concita en su persona las sempiternas y oscuras condiciones de estigmatización y discriminación social presentes en el país y América Latina desde siempre: es mujer, indígena y dirigente social activa de una de las zonas más pobres del norte argentino, cuyo perfil económico – como en el resto del país – sufrió la drástica modificación impuesta por la feroz dictadura militar. Alta concentración económica en pocas manos y desregulación del Estado, dejando librados a su suerte a grandes sectores de la población, cuestión a la que en los noventa, se sumó el cierre de la planta siderúrgica de los Altos Hornos de Zapla. 

 

Es en ese contexto que se constituye en 1999, la Organización Barrial Tupac Amaru, integrante de la Central de los Trabajadores Argentinos CTA, de la que Milagro será su lideresa. Desde su secretaría gremial se dedicaría a organizar a las personas desocupadas de los distintos barrios de la capital jujeña mediante la provisión de copa de leche, dentro del contexto desolador que ofrecía el país en esos momentos.

 

“El proceso mismo de constitución de esta organización abre interrogantes acerca de la supuesta pasividad de los sectores populares jujeños, quienes vivían atrapados en redes de asistencia estatal.” Expone la doctora en antropología, Virginia Manzano, investigadora del CONICET, quien ha realizado un trabajo de investigación al respecto.[1]

En el otro extremo del conflicto se ubica Gerardo Morales, gobernador de Jujuy, integrante de la Unión Cívica Radical UCR, cuya presidencia nacional asumió en 2006, abogado como la mayoría de los radicales, cinco años mayor que Milagro. 

 

De rostro afable, hablar tranquilo y pausado, impulsor del diálogo – según reiteradas confesiones televisivas – nadie imaginaría la perversa persecución que encarna sobre la dirigente. Nieto de inmigrantes bolivianos, cuesta entender su desprecio por los pueblos originarios, recordando al riojano Carlos Menem que en su tránsito a la nación, se asimiló velozmente a los intereses y hábitos rioplatenses.

 

Cuando uno visita la capital jujeña y observa los barrios, hospitales, escuelas, institutos y polideportivos construidos por la Tupac Amaru, cobra consciencia de la gestión de la organización y la rémora de gestiones anteriores que mantenían a la provincia en condiciones de atraso deplorables. 

 

Basta ingresar a las oficinas que la organización tiene en el centro para advertir la nutrida actividad social que se realiza, la que contrasta con el anquilosado paternalismo institucional que desarrollan las organizaciones tradicionales, sobre todo los partidos políticos, del color que sean, dado que siguen manteniendo el viejo clientelismo de punteros, que beneficia sólo a los fieles allegados.

 

Volviendo a la investigación de campo de la doctora Manzano, la organización abrió otro camino como generadora de empleo entre la caña de azúcar y el Estado, construyendo – al momento del estudio – 8000 viviendas y poniendo en funcionamiento emprendimientos textiles, metalúrgicos y bloqueras, así como un dispositivo de bienestar social que requiere personal en áreas de salud, educación, cultura y deporte. De allí que sus integrantes se consideren parte de un movimiento que cambió Jujuy.[2]

 

Hecho que visto desde la vereda de enfrente, de los tradicionales personeros del poder, no sólo pone en evidencia su resistencia al cambio y al peligro de perder los privilegios sectoriales, sino su incapacidad de adaptación a la dinámica de los colectivos sociales emergentes. Entendiendo esta movilidad social como una cruzada vital a llevar a cabo por todos sus integrantes, a los efectos oponerse con todos los recursos institucionales disponibles.

 

En esa lucha despiadada emprendida por el gobernador y la justicia provincial desde el primer momento, el pretexto de encarcelamiento – una protesta y corte de ruta en diciembre de 2015 – sirvió para establecer un deliberado y perverso proceso a los efectos de destruir física y psicológicamente a Milagro Sala. Situación que ha sido denunciada por los abogados de Sala y las organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos. 

 

En palabras del filósofo Diego Tatián: “No existe expresión para designar la saña con la que los poderes públicos, económicos y mediáticos de una provincia ejecutan de manera sistemática la destrucción psicológica, física y política de una ciudadana que no aceptó el destino impuesto por un atávico desprecio de clase. Esa expresión debería dar cuenta del proceso por el cual el odio personal de quien ejerce la primera magistratura de Jujuy acaba convertido en odio de Estado.”

 

Continuando: “La revolución indigenista de José Gabriel Condorcanqui Túpac Amaru no parece un hecho del pasado cuando esa mujer pequeña que emplea las palabras con fuerza arrolladora atraviesa con su mirada paciente, sino una memoria viva y una emancipación aún abierta. Como tampoco es cosa olvidada la decapitación y descuartizamiento de Tupac Amaru por los colonizadores en la Plaza de Armas de Cuzco, aunque a nosotros ese día de 1781 nos resulte lejano. No lo está para las comunidades que heredaron su tragedia.”[3]

 

La garra del gobernador Morales se ha movido con rapidez estos días con motivo de la visita del presidente Fernández a la provincia de manera artera, teniendo a su disposición los medios masivos hegemónicos para denunciar la “injerencia” del primer mandatario a su provincia, como también para azuzar al juez en una causa ya juzgada para enviar una oficial de justicia, franqueando la guardia policial de la sala de la enferma, sacudirla para despertarla y levantar la sábana para observar la tobillera[4]. Hecho aberrante que pone de manifiesto la provocación de las autoridades jujeñas y sus esbirros de la justicia a la autoridad presidencial y a las exhortaciones de justicia de las organizaciones de derechos humanos. 

 

La fatídica doble vara una vez más tensa las relaciones, haciendo alarde de poder y desparpajo; en un clima de antipolítica y politización de la justicia, donde todo está patas para arriba, Alí Baba y su banda reclama respeto a las instituciones de la república, enlodando el difícil camino que transita la sociedad argentina en estos días.



[1] Manzano, Virginia, La Organización Barrial Tupac Amaru en perspectiva: Más acá de los males sociales. Buenos Aires, septiembre de 2015.

[2] Op. Cit.

[3] Diego Tatián, Odio de Estado, La Tecl@ Ñ, Córdoba, 1 de julio de 2022.

[4] Irina Hauser, Milagro Sala: El acoso no se detiene ni en la puerta del sanatorio, Página 12, 1 de julio de 2022.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me parece muy bueno el análisis y el comentario sobre la situación de nuestro país,mi modesta opinión es que ningún país puede crecer sin Políticas de Estado consensuadas por todos los partidos políticos y de esa manera avanzar y desarrollarnos aprovechando todo el potencial que tenemos.