Si bien los cambios que las nuevas tecnologías acarrean al interior de la actividad productiva son materia de reflexión y análisis por toda la infraestructura de investigación que gira alrededor de ella, en nuestro medio, no se ha generado una «masa crítica» de reflexión sobre los cambios sociales que las nuevas tecnologías provocan o ayudan a provocar. No obstante, está claro que las transformaciones se han expandido por todos los ámbitos en que se despliega la actividad humana.
Dos son los escenarios en que actúan las nuevas tecnologías que han resultado estratégicos para penetrar, a partir de ellos, en la naturaleza misma del fenómeno social. Ellos son el hogar y la escuela. Ambos son los agentes principales de la socialización y, por tanto, de la formación de la conciencia de las personas. La televisión y las computadoras están cambiando profundamente la vida de las familias. El acontecimiento nacional y el internacional, las imágenes de los ídolos, las series noveladas, los dibujos animados, en verdad todo el mensaje televisivo tiene una fuerza de atracción que, favorecida por su bajo costo, penetra en los hogares de modo que coloca a los miembros de comunidades extensas frente a los mismos estímulos, lo que produce una homogeneización cultural a los niveles nacionales e internacionales. Por su lado, la tecnología computacional ha tenido un fuerte impacto transformador en la vida escolar, posibilitando ampliar los horizontes culturales de los estudiantes de muy diversas comunidades educativas; de variadas localizaciones culturales, económicas y étnicas. Es posible observar que el mayor cambio se produjo en la educación superior, en la cual la computación tuvo una temprana penetración, estimulada por la política de las grandes empresas proveedoras de equipos, luego en la educación secundaria y, ahora, cuando las computadoras están en los hogares, en la educación elemental.
El impacto combinado de la televisión y la computación, incluyendo Internet y correo electrónico, hace a los individuos y a las familias más centrados en sí mismos, más autosuficientes psicológica y culturalmente, y a la sociedad civil y a la sociedad política menos atractivas y más distantes. Las nuevas tecnologías favorecen el individualismo, el aislamiento de las personas respecto de sus comunidades inmediatas y la fragmentación social, en la misma medida que colocan al individuo ante un horizonte espacial global. Algunos postulan que ellas han provocado una pérdida de «capital social», es decir, de los rasgos esenciales de la organización social: de sus normas, de la confianza mutua y de las redes que mejoran la eficiencia de la sociedad al facilitar sus acciones de coordinación y solidaridad. De acuerdo a un estudio realizado por Norman Nie cientista político de la Universidad de Stanford, la Web convierte a los usuarios en gente más solitaria y aislada. (The New York Times; 18 de febrero de 2000). Sin embargo, muchos han refutado a través del mismo periódico, esta conclusión diciendo que Internet ayuda a mantener o a establecer lazos sociales que de otro modo serían de existencia imposible, al superarse las restricciones impuestas por la distancia. Para ellos el escenario alternativo a Internet es mirar la televisión, que no tiene las posibilidades de interacción de la red de redes. Si bien ello es cierto no lo menos el hecho de que cibernautas se alejan del entorno inmediato.
Las nuevas tecnologías han posibilitado una comunicación instantánea de personas y comunidades que viven separadas por la geografía, a bajo costo, lo que provoca una interacción cultural que ayuda a la formación de «un espacio cultural común», que trasciende a las sociedades nacionales. Esta es una realidad principal del proceso que denominamos globalización. Estos efectos disímiles y combinados, unos actuando frente a la comunidad local, otros frente a la realidad internacional, nos instan a preguntarnos por la posibilidad de la formación de una sociedad mundial, unida por la exposición de sus integrantes a estímulos culturales similares. La información instantánea acerca de los acontecimientos ocurridos en cualquier lugar del planeta, trasmitida a todo o casi todo el mundo, tiene una fuerza enorme en la formación de la conciencia de pertenencia a una realidad social transnacional. Estas posibilidades se dan por primera vez en la historia de la humanidad y no tienen nada que ver con antecedentes de la historia remota.
Ellos son fenómenos independientes. En efecto, puede observarse que una de las mayores diferencias entre éste y los anteriores procesos de globalización conocidos en la historia de la humanidad es la existencia en el actual de las TICs, las que actúan como facilitadores del mismo. Sin embargo, hay que señalar que la globalización económica difiere por su origen con las TICs. Estas tecnologías reconocen sus inicios con anterioridad a los acontecimientos sociales y políticos que abrieron las posibilidades de la constitución de un mercado global. El principal de ellos fue la caída de los “socialismos reales” los que separaban económica y geográficamente al mercado capitalista del socialista. Por otro lado, la expansión de las TICs es transversal, va más allá de los confines del llamado “mercado global” el que en realidad deja fuera porciones significativas de la geografía mundial. Además, al interior de las sociedades concernidas excluye a amplios sectores sociales algunos porque se ubican en zonas apartadas de los centros urbanos y, los más, por ser simplemente irrelevantes para la economía moderna. Son los extremadamente pobres y los pobres. En general los excluidos sociales quedan fuera de la globalización, en especial de sus aspectos económicos. El afán explotador del capitalismo clásico fue superado por la irrelevancia económica de las masas excluidas. En realidad, las unidades económicas, sociales y culturales no se articulan en el nuevo sistema económico y tecnológico por países sino por redes. Las ciudades principales son las residencias más habituales de las unidades que se incorporan a estas redes. Las ciudades compiten entre sí por su capacidad de atracción para el gran capital. Es la atractividad.
Las tecnologías de la comunicación y de la información que acompañan y facilitan al proceso de globalización tienen una característica que ha sido fundamental para su rápida expansión y aceptación por parte de las más diversas sociedades y culturas. Se trata de su capacidad para penetrar en el lado imaginario de la estructura psicológica que poseen todos los seres humanos.
La dimensión imaginaria de la vida individual y social en el contacto con las nuevas tecnologías.
Es necesario advertir que esta dimensión de la vida individual y social ha acompañado desde siempre a las sociedades humanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario