Panamá se independizó de Colombia el 6 de noviembre de 1903, instigado
por el banquero Morgan y bajo la tutela de 11 barcos de guerra de Estados
Unidos. Tiempo después, Roosevelt declararía en un auditorio público: “Yo tomé
Panamá. Era el único modo de que se construyera el canal”. Nicaragua, que tanto
había luchado y sufrido por tener su vía interoceánica, fue dejada al margen
del asunto, lo cual produciría en ese país una frustración nacional y una
creciente conciencia nacionalista.
Jorge Núñez Sánchez / El
Telégrafo (Ecuador)
En 1872, durante el gobierno de Ulises Grant, los EE.UU. redondearon
su proyecto para construir un canal en Nicaragua. Empero, en busca de ahorrar
errores y costos, postergaron la construcción de ese canal, para observar
previamente la experiencia francesa en Panamá.
Cuando la Compañía Francesa de Lesseps inició sus trabajos, el 1 de
enero de 1880, el presidente Hayes declaró: “La política de este país es la
construcción de un canal bajo control de los Estados Unidos”.
Claro está, todos pensaron entonces que Hayes se refería al canal por
Nicaragua, pero lo cierto es que los norteamericanos querían un canal suyo, por
donde fuese, y entre sus planes estaba ya, desde antes, el controlar Panamá.
Una década más tarde, el fracaso de la compañía francesa de Lesseps
reactivó esas ambiciones sobre Panamá y produjo una crisis económica en el
istmo, donde miles de trabajadores quedaron en la desocupación. Luego, el
conflicto colombiano llamado “Guerra de los mil días” (1899-1902) causó efectos
ruinosos en Panamá y reactivó el separatismo panameño respecto de Colombia.
Ahí fue que entraron en escena dos grandes líderes expansionistas
estadounidenses: el banquero John P. Morgan y el presidente Theodore Roosevelt.
El uno compró a precio de quiebra las acciones de la Compañía Francesa del
Canal y el otro hizo las movidas políticas necesarias para que su país
monopolizara la construcción de la obra.
Esas movidas fueron la firma de los tratados Hay–Pauncefote, con
Inglaterra y Herrán–Hay, con Colombia, que daban a EE.UU. el derecho exclusivo
a construir un canal en Panamá.
Mas el congreso colombiano se negó a ratificar este último tratado,
ante lo cual Roosevelt lo acusó de ser un reducto de políticos ambiciosos y
corrompidos, tras lo cual puso en marcha su plan para desmembrar Panamá,
apoyándose para ello en la separatista burguesía comercial panameña.
El desenlace es conocido: Panamá se independizó de Colombia el 6 de
noviembre de 1903, instigado por el banquero Morgan y bajo la tutela de 11
barcos de guerra de Estados Unidos. Tiempo después, Roosevelt declararía en un
auditorio público: “Yo tomé Panamá. Era el único modo de que se construyera el
canal”.
Nicaragua, que tanto había luchado y sufrido por tener su vía
interoceánica, fue dejada al margen del asunto, lo cual produciría en ese país
una frustración nacional y una creciente conciencia nacionalista.
Dos años antes, en 1901, el presidente Zelaya había suscrito con los
EE.UU. el Convenio Sánchez–Merry, que permitía la construcción de un canal en
Nicaragua, pero no otorgaba derechos de soberanía sobre la ruta canalera. Esto
contrastaba con lo que ocurría en Panamá, donde a EE.UU. le entregaron un
enclave neocolonial llamado “Zona del Canal”.
Y luego, cuando los gringos empezaron a construir su canal en Panamá,
Zelaya recibió ofertas europeas para un canal por Nicaragua, obra que, de
realizarse, podía atentar contra el monopolio norteamericano de tránsito entre
los dos océanos.
Desde 1893, José Santos Zelaya instauró en Nicaragua un régimen
liberal y progresista, que construyó un ferrocarril interoceánico y otras
obras, mejoró y saneó los puertos, amplió el número de escuelas, estimuló la
industria, recuperó el litoral atlántico del país de manos del colonialismo
británico, y negoció con capitalistas alemanes la construcción del canal por
Nicaragua. Mas el secretario de Estado de EE.UU., Philander Knox, quería
imponer a los países de América Central una fórmula totalmente opuesta: la
nacionalización de las empresas europeas, pagándolas con préstamos de la banca
Morgan.
Zelaya, que resistió el plan de Knox, fue acusado por este de ser un
“monstruo de tiranía, rapacidad y crueldad”, acusaciones que la prensa y las
agencias de noticias difundieron por el mundo. Y luego fue derrocado por un
alzamiento opositor apoyado por una intervención naval-militar norteamericana.
Tras ello, los EE.UU. impusieron el gobierno conservador y obediente
de Adolfo Díaz, mediante los Acuerdos Dawson, suscritos con los alzados contra
Zelaya. Ese gobierno firmó en breve tiempo un empréstito con el banco Brown
Brothers y, a cambio de tres millones de dólares, “puso las aduanas, los
muelles y los almacenes de los puertos, los ferrocarriles y parte del correo y
de la sanidad en manos de un funcionario norteamericano propuesto por el
banco”.
Convocada otra Asamblea Constituyente, esta se opuso al entreguismo de
Díaz, y en 1912 hubo otro alzamiento militar nacionalista, que logró rápidos
éxitos. Entonces llegaron en respaldo de Díaz ocho buques de guerra gringos,
con 2.600 marines, al mando del comandante Smedley Butler. Lograron controlar
el país tras una durísima campaña y luego se instalaron en las principales
ciudades del país, donde estuvieron hasta 1933, en que debieron retirarse por
la resistencia de Augusto César Sandino y su “Pequeño Ejército Loco”.
Bajo la ocupación extranjera, en 1914 fue suscrito el Tratado
Chamorro-Bryan, por el que Nicaragua cedió a perpetuidad a los EE.UU., sin pago
alguno, el derecho a construir un canal por Nicaragua. Todas las obligaciones y
compromisos serían nicaragüenses y todos los derechos y prerrogativas
norteamericanas. Adicionalmente, se daba en arriendo a los EE.UU., por 99 años
y en calidad de enclaves coloniales, las Islas del Maíz y una base en el Golfo
de Fonseca.
Tan grande fue la lesión causada a Nicaragua, que el senador Elihu
Root escribió en EE.UU.: “¿Podemos nosotros celebrar un tratado tan serio para
Nicaragua, en que nos concede derechos perpetuos en aquel territorio, con un
presidente que está sostenido en el puesto por nuestra fuerza militar?”
Más tarde, el senador William Borah expresó: “El tratado que hicimos
con Nicaragua fue hecho por un gobierno que nosotros pusimos en el poder y
mantuvimos por la fuerza, y que en ningún tiempo representó las miras del
pueblo nicaragüense. Hicimos un importantísimo tratado con un pueblo en total
desamparo, un pueblo bajo nuestra dominación militar”.
“Yo nunca he considerado el tratado con Nicaragua como un tratado
celebrado con el pueblo nicaragüense. Nosotros hicimos un tratado con nosotros
mismos. Es una de las transacciones más indefendibles de que yo tenga
conocimiento, en la vida internacional”.
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