Si la
filosofía chilena y latinoamericana aspiran a tener plena conciencia de su
desarrollo y potencialidades, deben volverse hacia Bilbao y otros que como él
han sido marginados por suspicaces y peligrosos.
Víctor Sepúlveda Contreras* /
Especial para Con Nuestra
América
Desde
Santiago de Chile
Francisco Bilbao |
Francisco Bilbao
Barquín (1823-1865) fue un filósofo chileno cuya figura, desde su época hasta
el día de hoy, ha sido constantemente
asociada a la controversia. Ya a los 17 años, con la publicación de su Sociabilidad chilena, comenzaba a
granjearse la enemistad de los sectores que practicaban con fervor el
catolicismo en términos religiosos y el conservadurismo en materia política.
Desde allí, las ideas del notable pensador chileno han sido víctimas del más
antojadizo desprestigio, intentándose continuamente reducir el tenor de sus
investigaciones. Tómese como ejemplo las
afirmaciones de Roberto Escobar en El
vuelo de los búhos, obra que pretende pasar revista a la actividad
filosófica nacional entre 1810 a 2010; en ella se afirma respecto de Bilbao que
nada de su obra puede considerarse filosófica, concluyendo con una leyenda en
latín que reza: Draco dormiens nunquam
titillandus. (Nunca hacer cosquillas a un dragón que duerme). Críticas como
la mostrada anteriormente, han hecho que la filosofía de Bilbao sea hoy por hoy
prácticamente desconocida para la población de Chile, asociándose en el ideario
popular el nombre del buen filósofo con una de las avenidas del sector alto de
Santiago.
Con todo, el
pensamiento de Bilbao no es de exclusiva importancia para quien pretenda
desarrollar cierta erudición en la historia de la filosofía chilena, sino
también para toda persona que posea interés en el estudio de la filosofía en
América latina; y más aún, para aquellos que buscan reconstruir una verdadera
historia de la filosofía, que sea capaz de integrar las tendencias o tradiciones hasta ahora
relegadas al oscurantismo. Basamos tal afirmación en el rol preponderante que
ha desarrollado Francisco Bilbao en la conformación de una identidad regional,
pues como bien apuntan Arturo Roig (Teoría
y crítica del pensamiento latinoaméricano) y Miguel Rojas Mix, (Los cien nombres de América) habría sido
él quien en su conferencia de 1856, Iniciativa de la América acuñó el
término Latinoamérica, meses antes que dicho vocablo apareciera en el poema del
colombiano Torres Caicedo, Las dos
Américas.
Sin querer entrar en
detalle acerca de las distintas connotaciones que el término Latinoamérica
tiene para el filósofo chileno, nos remitiremos a puntualizar que fue concebido
bajo el embargo de una profunda actitud antiimperialista, como reacción a las
agresiones de la América anglosajona (en particular de los Estados Unidos)
sobre México, que a la postre significó para el país latinoamericano la pérdida
de más de la mitad de su territorio. El vocablo Latinoamérica nace en suma, de
la urgencia de organizar a los pueblos del sur, cuya frágil independencia es
vista por distintos regímenes como una oportunidad para expandir sus imperios. En
dicha conferencia, Bilbao se propone resguardar la creación moral del
denominado “Nuevo Mundo”, cuestión para la cual es urgente: “Unificar el
pensamiento, unificar el corazón, unificar el corazón de la América”.
La creación moral que
el “Nuevo Mundo” estaba llamado a desarrollar, se encontraría en distinta
vereda que el individualismo impulsado por angloamérica y de aquella moralidad
de la España monárquica que hasta los años de Bilbao aún pervivía en ciertos
elementos de la vida republicana. La crítica aguda hacia el mundo hispano
colonial y su legado, llevada a cabo por Bilbao, termina por separarlo
radicalmente de los sectores conservadores, que no veían con buenos ojos el
tener que abandonar ciertos privilegios en favor de las clases populares.
En una obra publicada
en las postrimerías de su vida, bajo el título de “El evangelio americano”,
veremos a nuestro autor desplegar todo su potencial crítico sobre el régimen
monárquico y sus alcances en la sociedad. En tal obra, Bilbao sostiene como principio en
la filosofía de la historia que: “la vida de los pueblos es la acción de sus
dogmas”, cuestión que se vería reflejada en la España monárquica, que ha podido
conciliar a catalanes, gallegos, vascos, etc. bajo una misma nación, únicamente
sosteniendo el credo judeo-cristiano como principio de cohesión social.
En
todo orden social, el sistema educacional que este orden sustente, será
fundamental para la existencia del mismo. Mediante el sistema educativo, un
modelo de sociedad determinado se reproduce a sí mismo, transfiriendo los
dogmas o principios que dan forma a dicho orden. En el caso de la América
colonial, la educación estaba vetada para las capas bajas de la sociedad, destinada
a formar únicamente a las clases que habrían de desempañarse en la administración
pública; en materias como jurisprudencia, latín y teología. La educación se
transformó en el método de reproducción por excelencia del régimen colonial,
sellando según Bilbao, la “proscripción del pensamiento” y la aceptación irreflexiva de todo
cuanto viniese de los sacerdotes o de los funcionarios del poder monárquico.
El objetivo fundamental de la educación en aquel contexto no era otro según
Bilbao que transmitir: “Los dogmas fundamentales del catolicismo, y que la
constituyen en la más apta y favorable de las religiones para conservar
perpetuamente una conquista, son la obediencia a la autoridad en lo que debo
creer, en lo que debo amar, en lo que debo hacer”.
La
monarquía absoluta española aseguraba el dominio cabal sobre las colonias, el
dogma impuesto forzosamente impedía la independencia de las naciones dominadas
transformando los virreinatos, cabildos y centros de instrucción pública, en el
sustento institucional del orden establecido.
La
batalla por erradicar los privilegios de clase junto al legado dogmático del
currículum, la metodología y los mecanismos de participación estudiantil, será
de largo aliento. En pleno siglo XX la lucha contra la influencia de estos
dogmas en la enseñanza, dio lugar a episodios de agitación en distintos puntos
del continente. El movimiento estudiantil latinoamericano, desde su primer
Congreso en Montevideo (1908), ha luchado por desterrar de los espacios
educativos los privilegios de “casta” y el dogmatismo en la enseñanza. En 1918
en Argentina, la juventud cordobesa se manifiesta enérgicamente por la
democratización de las instancias de decisión, y por cambiar los métodos de
enseñanza que para la época se presentaban como anacrónicos y obsoletos. Según
se expresa en el Manifiesto de
Córdoba: “Los métodos
docentes estaban viciados de un estrecho dogmatismo, contribuyendo a mantener a
la universidad a apartada de la ciencia y de las disciplinas modernas”. En las
últimas décadas, en pleno siglo XXI, cientos de miles de estudiantes chilenos
se han volcado a las calles exigiendo gratuidad en la educación, que producto
del mercantilismo, dogma de la sociedad actual, ha transformado la educación
superior en un privilegio de los sectores más acomodados. Bilbao comprendió
oportunamente el rol de las instituciones educativas en el progreso de las
sociedades, otorgándole plena vigencia hoy en día a sus planteamientos.
Pese
a los embates del pensamiento conservador, la contribución de Bilbao en el
campo de la filosofía es incuestionable. Valga, como prueba de ello, la
apreciación que tuvo de su pensamiento uno de sus más notables contemporáneos: José
Victorino Lastarria quien en sus Recuerdos
literarios, lo destaca como: (…) un filósofo profundo, y sobre todo un
ardiente corazón, consagrado sin tregua ni descanso al servicio de la causa
liberal, a la regeneración y progreso de su patria y de toda la patria
americana”. Si la filosofía chilena y latinoamericana aspiran a tener plena
conciencia de su desarrollo y potencialidades, deben volverse hacia Bilbao y
otros que como él han sido marginados por suspicaces y peligrosos.
Bibliografía
Bilbao, Francisco. El
evangelio Americano, Imp. De la Soc. Tip. Bonaerense, Argentina, 1864.
Bravo de Goyeneche, José Alberto (editor). Francisco Bilbao. El autor y la
obra,Editorial Cuarto Propio, Chile, 2007.
Escobar Budge, Roberto. El
vuelo de los búhos. Actividad filosófica en Chile de 1810 a 2010. RIL, Santiago,
2008.
Lastarria, José Victorino, Recuerdos
Literarios, Editorial
Zig-Zag, Chile, 1967.
Martí, José. NuestraAmérica, Fundación biblioteca Ayacucho,
Venezuela, 2005.
Roig, Arturo Andrés. Teoría
y crítica del pensamiento latinoamericano, Una ventana, Buenos Aires, 2009.
Rojas Mix, Miguel. Los
cien nombres de América. Eso que descubrió Colón. Ed. Universidad de Costa Rica,
Costa Rica, 1997.
Torres Caicedo, José María. Las
dos Américas. Accesible
desde: http://www.filosofia.org/hem/185/18570215.htm
* Profesor de Estado en
Filosofía por la Universidad de Santiago de Chile. Correo electrónico:
victor.sepulvedac@usach.cl
No hay comentarios:
Publicar un comentario