En su programa de gobierno el candidato independiente a la Presidencia
de la República, Juan Jované, propone una constituyente ‘originaria’. Creo que
su planteamiento recoge el sentimiento de la gran mayoría de los panameños.
Marco A. Gandásegui, h. / Para Con
Nuestra América
Desde
Ciudad Panamá
En Panamá desde hace más de 20 años se encuentra sobre la mesa de los
partidos políticos, grupos de interés (‘sociedad civil’) y empresarios el
proyecto de una constituyente. Es decir, la propuesta de preparar una nueva
constitución política que reemplace la redactada en 1972 por el gobierno
militar (1968-1989). Por diferentes razones el proyecto de nueva constitución
no ha despegado. La razón es que todos los sectores más arriba mencionados se
encuentran cómodos con la actual carta magna heredada de los militares y temen
un proceso de renovación.
Este hecho no quiere decir que no se han producido cambios
constitucionales desde 1990 a la fecha. Al contrario, cada mandatario ha
introducido reformas parciales. Los cambios han respondido, especialmente, a
los intereses de los empresarios por promover sus políticas neoliberales
importados de EEUU. Una reforma radical fue la introducción de un capítulo
entero sobre el Canal de Panamá que blindó ese importante recurso nacional
contra cualquier intento de darle un uso de acuerdo con el desarrollo del país.
En casi todos los países latinoamericanos las reformas
constitucionales son comunes. En EEUU no son reformas, se llaman enmiendas. Hay
tres tipos de cambios constitucionales. El primero es la reforma, que puede
cambiar un artículo o gran parte del documento sin descartarlo completamente.
El segundo, es la constituyente que se realiza bajo la vigilancia de quienes
detentan el poder: La llamada ‘constituyente’ paralela. La tercera versión es
la constituyente ‘originaria’ que redacta un documento que refleja los cambios
en la correlación de fuerzas sociales. Se llama ‘originaria’ porque refleja un
equilibrio nuevo entre los sectores políticos, algo que es original.
En su programa de gobierno el candidato independiente a la Presidencia
de la República, Juan Jované, propone una constituyente ‘originaria’. Creo que
su planteamiento recoge el sentimiento de la gran mayoría de los panameños.
Pero no es tanto por la constituyente misma. Es, más bien, por lo que significa
el término ‘originario’. Cuando los redactores de la nueva Constitución se
sientan a trabajar debe ser sobre el supuesto de que hay una correlación de
fuerzas sociales en el país totalmente nuevo.
En primer lugar tiene que haber una Asamblea de Diputados que
represente al pueblo y sus intereses. La actual Asamblea controlada por los
empresarios que financian las campañas y/o compran a sus miembros tiene que
desaparecer. La Corte Suprema de Justicia tiene que seguir los lineamientos
constitucionales de ser el árbitro entre Ejecutivo y Legislativo. El Ejecutivo
tiene que estar al servicio del país y no poner el país al servicio de sus
negocios.
El programa del Movimiento Independiente de Refundación Nacional
(MIREN), que encabeza el profesor Jované,
plantea que “las estrategias de desarrollo sólo resultan realistas si
son capaces de movilizar la suficiente fuerza social y política para que las
mismas resulten viables. Esta condición puede surgir de las propias
contradicciones, insuficiencias y resultados del modelo neoliberal vigente, el
cual afecta a las grandes mayorías del la población”.
Es decir, la constituyente originaria no puede surgir de un pacto
entre partidos o empresarios. Tiene que ser el resultado de una movilización
generalizada del pueblo panameño. “El
esquema neoliberal vigente no deja de perjudicar a los
sectores medios y profesionales, que al igual que el conjunto de la población
son impactados por la inflación, el deterioro de los servicios públicos, la
creciente carga impositiva y su creciente endeudamiento”. Igualmente, todos los
que son afectados por la “política de desposesión”, los que “sobreviven en
condiciones urbanas precarias”, los que viven en medio de “la inseguridad
ciudadana y la corrupción”. Todos tienen que movilizarse y participar activamente en la convocatoria a
una constituyente.
En estas condiciones de cambio “existe la posibilidad de avanzar en el
camino de la transformación propuesta. Esta pasa por la tarea de concienciar,
organizar, articular y movilizar al
conjunto de la población que hoy sufre los rigores del neoliberalismo, a fin de
que se convierta en sujeto de la transformación que hoy necesita el país”.
El equipo de Jované no propone una junta de notables que le ponga
parches a la actual Constitución Política. En un acto soberano tiene que ser el
pueblo que decida que quiere hacer con el país y como debe organizarse para
brindar seguridad y prosperidad a todos los panameños. Que garantice las
mejores oportunidades de educación a nuestra juventud. Que ponga fin a la
destrucción actual del sistema educativo, de los servicios de salud e, incluso,
del transporte colectivo.
El programa de Jovane señala que las “transformaciones que hemos
esbozado aquí requieren de la convocatoria de una Asamblea Nacional constituyente, libre soberana y originaria, que refunde la republica sobre bases
nuevas y verdaderamente democráticas”. Agrega que “aunque la Constitución
vigente consagra muchos derechos sociales, económicos y democráticos, los
cuales defendemos, ella también está minada por clausulas antidemocráticas,
algunas heredadas del régimen militar y otras impuestas por la democracia
restringida y excluyente surgida de la invasión militar de 1989”. El MIREN
concluye que “por esa razón, quienes compartimos esta agenda de transformaciones,
asumimos el compromiso de luchar por la convocatoria de la Asamblea
Constituyente originaria, como punto de partida de una nueva república”.
11 de julio de 2013.
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