Cuando
este artículo salga publicado, probablemente Alfonso Portillo habrá pasado su
primera noche en Guatemala y en libertad después de 61 meses de no hacerlo.
Acaso antes de conciliar el sueño repasará las emociones encontradas que le
habrá provocado el retorno y el recibimiento del cual habrá sido objeto. Repasará
los acontecimientos que lo han rodeado
en los poco más de cinco años que transcurrieron desde que fue capturado.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial
para Con Nuestra América
Desde
Puebla, México
No ha sido fácil la vida del ex presidente desde que terminó su periodo gubernamental. Fue
sometido a procesos judiciales y vivió en México en la expectativa de ser
extraditado. Cuando finalmente esto sucedió, después de un tiempo tuvo que
esconderse hasta que fue encarcelado. Con parte de sus bienes embargados, su
hija y su ex esposa vivieron la amenaza de también ser procesadas y finalmente
ésta última agobiada por la situación que vivía, se suicidó.
Hoy regresa siendo el expresidente más popular de los últimos años y con un
capital político nada despreciable. Ante ese escenario envidiable, que acaso
compense la amargura que vivió en la cárcel, no puedo sino preguntarme sobre cuál será su derrotero.
Portillo
encabezó un gobierno que intentó una distancia con respecto a la clase
dominante de Guatemala, buscó crear medidas que aliviaran parcialmente las
penurias de buena parte de la población y trató de evitar que el Estado en
Guatemala fuera uno secuestrado por los grandes poderes mediáticos del país. Si pudiéramos hacer una clasificación
de los últimos gobiernos en el país,
acaso el más parecido al que encabezó sería el que presidió Álvaro Colom. Tanto
Colom como el propio Portillo buscaron asentarse en un sector emergente de
empresarios y fueron inmisericordemente atacados por la cúspide empresarial dominante. Por ello, hipotéticamente Portillo debería
estar cerca de la candidatura de Sandra Torres. Pero en política sabemos, las
cosas suelen ser más complejas de lo que imaginamos o deseamos.
No puede olvidarse que Portillo pudo llevar al gobierno su talante
antioligárquico porque se alió al partido encabezado por un ícono de la contrainsurgencia
anticomunista y genocida: Efraín Ríos Montt. Recuerdo haber leído que alguna
vez Portillo declaró que uno de los días
más felices de su vida había sido cuando conoció al general. Lo menos que puede
decirse es que es discutible la idea de felicidad
que tiene el ex mandatario. Regresa Portillo cuando se habla de una eventual
candidatura presidencial de la hija de
Ríos Montt, Zury Ríos. ¿Buscará
Portillo reeditar la alianza con un sector de la política nacional emparentado
con la derecha contrainsurgente? ¿Buscará refrendar la alianza que ha tenido
con el partido UCN encabezado por Mario Estrada? Hace un año la derecha
neoliberal de los partidos Líder, Patriota y Creo expresaron que no lo
aceptarían en sus filas. ¿Lo dirán ahora?
La clase política entera mira con expectativa los movimientos del ex
presidente que ha afirmado que los años de cárcel lo han hecho reflexionar,
madurar en términos políticos.
¿Adónde va Alfonso Portillo? Las condiciones en las que regresa hacen
relevante la pregunta que formulamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario