Detrás de Jimmy
Morales estará lo peor de la derecha contrainsurgente, estará un sector
importante de ese empresariado que repudió la movilización ciudadana. Es un
espejismo y pronto se verá.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para
Con Nuestra América
Desde
Puebla, México
Las elecciones presidenciales del 6 de
septiembre en Guatemala han sido tan sorprendentes como sorprendente es la
historia del país en los últimos cinco meses. Las revelaciones de la Comisión
Internacional Contra la Impunidad en Guatemala del 16 de abril y las del 21 de
agosto desencadenaron una movilización
social que ha tenido un profundo impacto político. Un movimiento
pluriclasista en el cual las clases medias
tuvieron un papel importante,
culminaron con la movilización y paro nacional del 27 de agosto último.
Es un lugar común decir que después de estas intensas jornadas cívicas, la
ciudadanía guatemalteca será otra y que una nueva etapa del acontecer político
ha comenzado. Al menos esto es lo que me ha dicho mucha gente con la que he
hablado recorriendo las calles de la ciudad de Guatemala y visitando algunos
centros de votación este domingo recién pasado.
Entusiasmos aparte, el hecho cierto es que
las manifestaciones ciudadanas no lograron una reforma política que empezaba
por la reforma a la ley electoral, ni pudieron conseguir que se pospusieran las
elecciones para aprovechar la coyuntura y lograr una reforma del Estado.
El presidente Otto Pérez Molina renunció y fue sucedido por un personaje
proveniente de la ultraderecha y que en la Corte de Constitucionalidad ha
cumplido un papel sumamente controversial. Y en las elecciones del domingo
pasado hemos estado a punto de que la alternativa fuera entre un ex
comediante sin experiencia alguna que
tiene detrás a un grupo de ex militares contrainsurgentes y sectores
evangélicos fundamentalistas y un demagogo que encarna la corrupción, el
autoritarismo y alegados vínculos con el crimen organizado. Todavía no se sabe a ciencia cierta en el
momento de escribir estas líneas, si será Manuel Baldizón o Sandra Torres
quienes pasen a la segunda vuelta electoral del 25 de octubre para enfrentarse
a Jimmy Morales.
Como quiera que sea, el gran perdedor de
esta contienda electoral ha sido Baldizón quien llegó a estar casi en un 40% de
las preferencias electorales y en estas elecciones no llegó al 20%. Ni su
multimillonaria campaña, ni la estructura de acarreo y compra de voto, le sirvió para contrarrestar el efecto
indeseado de un Jimmy Morales capitalizando la indignación ciudadana de los
últimos meses contra la clase política en su conjunto y contra su venalidad.
Hoy un candidato y un partido que hace algunos meses eran una realidad
marginal, caminan con paso firme hacia la presidencia de la república en la
segunda vuelta electoral del 25 de octubre. Jimmy Morales se ha convertido en
la encarnación del ciudadano que ajeno a la política y los odiados partidos políticos
puede llegar a gobernar. Si su oponente en la segunda vuelta fuera Baldizón su
triunfo sería incuestionablemente predecible. Acaso con Sandra Torres no se
pueda decir lo mismo, pero igualmente capitalizará el espejismo de una imagen
fresca e impoluta.
Detrás de Jimmy Morales estará lo peor de
la derecha contrainsurgente, estará un sector importante de ese empresariado
que repudió la movilización ciudadana. Es un espejismo y pronto se verá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario