Hacer política es construir alternativas que privilegien las políticas
sociales y no los ajustes fiscales, los procesos de integración regional y no
los Tratados de Libre Comercio, que recuperen la capacidad de acción y de hacer
política de los Estados y de los gobiernos.
Emir Sader / ALAI
Financierizacion significa que el dinero lo invade todo. Que el
capital especulativo es el hegemónico.
Los bancos ya no prestan para inversiones productivas o para que la
gente compre lo que necesita o para se hagan investigaciones. No, los bancos
viven de la compra y venta de papeles. Cuando se anuncian, con todos sus ceros,
al final de cada día, cuanto ha movido cada bolsa de valores, no se ha
producido ni un bien, ni se ha generado ni un empleo.
El capital financiero nació para apoyar a la agricultura, adelantar
capital para recibir después de la cosecha. Hoy ese capital fue promovido a
sector hegemónico de las economías, un fin en sí mismo.
Cuando se agotó el ciclo anterior del capitalismo, el diagnóstico
triunfante decía que la economía había dejado de crecer porque había demasiadas
trabas, demasiadas regulaciones. Había que terminar con ellas y, según Ronald
Reagan, la economía volvería a crecer y todos ganarían de nuevo.
Las regulaciones fueron canceladas - programa central del
neoliberalismo – pero no se retomó el crecimiento. Porque, como decía Marx, el
capital no está hecho para producir, sino para acumular. Sin trabas, el capital
se transfirió, en cantidades gigantescas, al sector financiero, que es donde
gana más, paga menos impuestos y tiene liquidez total. No es que existan
capitalistas productivos y especulativos. Todo gran grupo económico tiene un
banco o un centro de inversiones, de donde gana más que en sus actividades
originales.
Liberado de trabas, el capital se concentró en su forma financiera,
como capital especulativo, el que solo vende y compra papeles, el que vive del
endeudamiento – de países, de empresas, de personas. El que se alimenta de las
deudas y alimenta las deudas.
Cuando empezó la crisis actual en el centro del capitalismo, Obama
dijo que había que salvar a los bancos, sino sus techos caerían en las cabezas
de todos. Se han salvado los bancos, que están muy bien, a dios gracias, los
que quebraron enseguida fueron los países.
En un mundo así dominado por el dinero, no cabe la política, como
espacio de decisión de las personas sobre el destino de la sociedad. Pueden
pronunciarse pero, si se pronuncian por otra lógica que no sean la de los
bancos, viven su frustración, porque las redes de poder no dejan espacio para
otra lógica que no sea la de la especulación financiera.
Hacer política es así estar a contramano de la lógica capitalista
contemporánea, la lógica neoliberal, que busca imponer los intereses del
capital financiero. El que entre en esa lógica, es devorado por ella. Hacer
política es construir alternativas que privilegien las políticas sociales y no
los ajustes fiscales, los procesos de integración regional y no los Tratados de
Libre Comercio, que recuperen la capacidad de acción y de hacer política de los
Estados y de los gobiernos.
Actuar en esa dirección es estar condenado por los organismos
financieros internacionales, por la grandes medios de comunicación, por los
partidos tradicionales. Pero es la única forma de rescatar el derecho de la
gente de escoger su destino, en contra del destino definido por el dinero y los
bancos.
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