sábado, 29 de julio de 2023

Franz Hinkelammert (1931-2023), semblanza

Franz Hinkelammert es uno de los grandes del pensamiento de Nuestra América, un vínculo entre la Europa, especialmente Alemania, progresista y los movimientos transformadores de Nuestra América.

Arnoldo Mora Rodríguez / Para Con Nuestra América

Aunque con mucha pena ya lo esperaba, porque quienes lo apreciábamos veíamos impotentes y angustiados cómo la salud de Franz se deterioraba a ojos vista desde hacía algunos meses, su muerte nos ha sumido en un profundo dolor. Con su desaparición física, Franz Hinkelammert deja un descomunal vacío, no sólo en el mundo intelectual latinoamericano de inspiración crítica, sino también por lo que su trayectoria inquebrantable ha significado en la vida en quienes tuvimos el enorme privilegio de tratarlo de cerca por muchos años.  
 
En lo que a mí en particular se refiere, me honro en reconocer que Franz Hinkelammert es parte de mi vida, de gran parte de mi vida, su legado es indeleble, su recuerdo es perdurable, su presencia es absorbente, su influencia y su huella en mi concepción del mundo y en mi praxis intelectual y política es profunda. Por eso, recordarlo es revivir algo de lo mucho que él ha significado en mi vida y en la vida y el quehacer teórico y práctico de los sectores que cultivamos el pensamiento y la acción críticas dentro del país y más allá, mucho más allá; Franz Hinkelammert es uno de los grandes del pensamiento de Nuestra América, un vínculo entre la Europa, especialmente Alemania, progresista y los movimientos transformadores de Nuestra América. 
 
Pero repasemos a grandes trazos su trayectoria de vida. Comencemos por reconocer  no sin gran admiración que, desde sus inicios,  Franz renunció con plena conciencia de lo que esto significaba en su vida, a llevar una vida académica de gran porvenir en alguna de las prestigiosas universidades en su tierra natal; por el contrario, Franz decidió compartir ideas, luchas y acción junto a los sectores más avanzados de nuestros pueblos, aun a riesgo de su vida, como se dio en  Chile como consecuencia del golpe de estado de Pinochet en 1973, dado que Franz era entonces profesor en la Universidad Católica de Santiago. Franz Hinkelammert había nacido hace ya 92 años en una pequeña ciudad de la región tradicionalmente católica que fue poco afectada por la II Guerra Mundial y sita en la región de Mûnsterland, en el  norte del estado (Land)  del Nortrheinwestfalen, un estado altamente poblado e industrializado de la República Federal. Se doctoró en economía política en la Universidad Libre de Berlín; siendo su especialidad la economía política del partido más grande e influyente de la Alemania de post guerra: la Democracia Cristiana, el partido de Konrad Adenauer, bajo cuyo largo liderazgo se llevó a cabo el llamado “milagro alemán”, es decir, la restauración de Alemania después de la nefasta tiranía  del Tercer Reich, que puso en jaque a la humanidad entera. Esto lo lleva a estudiar marxismo y teología católica. Su enfoque es muy original: dilucidar las relaciones entre teología y economía política. En esto, como en tantas otras cosas, Franz será pionero. 
 
Pero, como dije líneas arriba, Franz deja su Alemania natal para venir a nuestras tierras y correr el riesgo que trae aparejado  el hacer realidad un proyecto que constituye ya en sí mismo un desafío a las clases poderosas de nuestra región; debe salir del Chile ensangrentado por la tiranía pinochetista y vuelve a Berlín; se establece desde 1979 en Costa Rica en el equipo de investigadores y docentes del Dei (Departamento Ecuménico de Investigación) fundado por su amigo Hugo Assmann, otro gigante del pensamiento crítico latinoamericano. Hugo había nacido en Brasil de familia alemana; los grupos de teología de la liberación coordinados por Javier Solis y por mí, nos hicimos cargo de recibir a Hugo en su condición de exiliado luego del golpe de estado de 1973 en Chile. En 1976 Hugo, estando en mi casa junto con José Duque, joven estudiante colombiano del Seminario Bíblico, nos propuso por primera vez una idea que ya tenía en mente tiempo atrás, cual era la de crear aquí en San José  un instituto formado por investigadores  especializados en las relaciones entre teología y economía política, pero que no se quedara sólo en publicaciones y difusión del pensamiento crítico, sino que también impartiera seminarios para formar dirigentes surgidos de los movimientos populares contestatarios, provenientes de todos los rincones del continente…y más allá. Se creó una junta directiva de la cual Hugo fue el presidente, yo el vicepresidente – lo fui por los diez años siguientes- y Duque el secretario. Lo que necesitábamos ahora eran los recursos financieros para hacer realidad este original proyecto, tan maravilloso como necesario; dado su prestigio internacional, a Hugo no le fue difícil convencer y obtener recursos en organizaciones ecuménicas de Europa.
 
 En 1979 Franz Hinkelammert, que por entonces impartía cursos en Honduras, se instaló en Costa Rica, que se convertiría en su morada definitiva por el resto de su larga y fecunda vida, para honra y provecho nuestro. Pero su proyección era en todo continente, pues viajaba constantemente a diversos países para impartir charlas y seminarios, participar en congresos, sin dejar por ello de encerrarse en su oficina del DEI para producir esa ingente obra, que hoy debemos considerar como un aporte del más alto nivel al pensamiento crítico. En los últimos años, con el apoyo financiero de la Fundación Rosa Luxemburgo de la izquierda alemana, impartió seminarios y editó conjuntamente con otros pensadores del continente, sus últimas obras. También impartió seminarios de postgrado en la UCR. 
 
Este somero recorrido a través de la trayectoria impresionante de Franz Hinkelammert, es apenas una pequeña e insuficiente muestra de su descomunal contribución al desarrollo de la conciencia crítica, fundamento de un auténtico humanismo. Todo lo cual hace que Franz Hinkelammert no haya muerto en lo más valioso de su aporte: su portentoso talento, su generosidad sin límites ni cálculos, su bonhomía y nobleza y su inclaudicable compromiso con los sectores empobrecidos de nuestros países. Franz Hinkelammert seguirá vivo en cada lucha que den nuestros pueblos en pro de su liberación plena, en cada hombre o mujer que anide sentimientos y pensamientos de dignidad y humanismo, de compromiso  por la justicia social, de sueños de utopía por un mundo mejor.   

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