La reciente cumbre de la CELAC y la Unión Europea (UE), realizada el 17 y 18 de julio (2023), ha puesto de manifiesto, una vez más, que América Latina afianza sus propias políticas internacionales.
Juan J. Paz-y-Miño Cepeda / www.historiaypresente.com
La CELAC es
un espacio de coordinación y convergencia de acciones conjuntas entre los
países de la región, con exclusión de los EE.UU. y Canadá. Este solo hecho da
cuenta de su importancia y de la ruptura que ocasionó con el americanismo monroísta. La visión latinoamericanista fue posible por las claras posiciones
asumidas por los gobernantes del primer ciclo progresista, se debilitó con
gobernantes derechistas que les sucedieron (entre los cuales destacó Jair
Bolsonaro, de Brasil) y ha sido revitalizada por mandatarios de un nuevo ciclo
progresista y particularmente con el retorno de Brasil gracias al presidente
Lula da Silva.
La reciente
cumbre de la CELAC y la Unión Europea (UE), realizada el 17 y 18 de julio
(2023), ha puesto de manifiesto, una vez más, que América Latina afianza sus
propias políticas internacionales. Ello se refleja en la Declaración final (https://rb.gy/pifqn), un documento de 41
puntos, en los que hay señalamientos de carácter general, redactados en el tono
diplomático con el que suelen valorarse las relaciones entre América Latina y
Europa, la democracia, los derechos y principios sociales universales, el
reconocimiento a pueblos y nacionalidades tanto como a la institucionalidad o
las esperanzas por una humanidad que logre solucionar sus problemas y límites
históricos.
Pero hay
varios asuntos que merecen ser resaltados. El 10 se refiere a la esclavitud y
la trata de esclavos, que incluye la trata transatlántica, como “tragedias
atroces” y un “crimen de lesa humanidad”, lo cual constituye una clara alusión
al colonialismo europeo. Punto 11: expresa condena al “bloqueo económico,
comercial y financiero impuesto contra Cuba” y rechaza la designación de este
país como “Estado promotor del terrorismo”, lo cual evidencia una nueva derrota
histórica y directa para los EE.UU. Punto 12: se “toma nota” de que es la CELAC
la que ha declarado que América Latina y el Caribe son una “Zona de Paz”, sin
dejar en claro si Europa participa de un criterio similar. Punto 13: también la
UE declara haber “tomado nota” de la “cuestión de la soberanía sobre las Islas
Malvinas” y de “la posición histórica de la CELAC, basada en la importancia
del diálogo y el respeto del Derecho internacional en la solución pacífica
de controversias”, lo cual es un eficaz golpe diplomático a la misma Europa y
aún más directo a Inglaterra. Punto 15: frente a las presiones europeas y las
que desde el origen del conflicto vienen realizando los EE.UU., no se ha
logrado que América Latina se una al Occidente hegemónico para inculpar a
Rusia, de manera que la Declaración tuvo que acoger la diplomática frase:
“Expresamos nuestra profunda preocupación por la guerra en curso contra Ucrania”. De este modo, los
países latinoamericanos han ratificado su clara posición de no inmiscuirse en
una guerra ajena y preservar a la región como Zona de Paz. Punto 17: Dice la
Declaración: “Destacamos la necesidad de reforzar el sistema multilateral y de
promover una gobernanza mundial más eficaz e inclusiva, que respete el Derecho
internacional”. Con ello igualmente la región latinoamericana no se ha unido a
la ideología de los EE.UU., compartida por Europa, de tratar de imponer un
“orden basado en reglas”, que ha sido el concepto forjado para enfrentar
especialmente a China, sino que se refuerza la idea del Derecho internacional,
que exige respeto a la soberanía de los países, la convivencia pacífica y el
reconocimiento de la variedad de sistemas políticos, sin caer en la maniquea
división entre el mundo de la “democracia” y el de los “autoritarismos”. Punto
18: se postula un nuevo orden económico-financiero, “que engloba el Pacto de
París por los Pueblos y por el Planeta, la Agenda de Acción de Adís Abeba y
la Iniciativa de Bridgetown”, lo cual es un golpe al FMI y al BM. Los puntos 19
hasta el 26 igualmente refuerzan no solo la protección del medio ambiente sino
la preservación de los recursos existentes en América Latina y que siguen en la
voraz mira de empresas transnacionales y países que las respaldan.
Se añaden
compromisos teóricos sobre los avances tecnológicos, la inteligencia
artificial, la seguridad ciudadana, la justicia social, el combate a la
delincuencia y a la corrupción. Sobre todo, la preocupación por “el continuo
deterioro de la seguridad pública y la situación humanitaria en Haití”
(punto 38); el “pleno apoyo al proceso de paz en Colombia” (punto 39), que
resulta en un cuestionamiento a los guerreristas y extremas derechas de este
país, y un respaldo de enorme significación para el presidente Gustavo Petro,
quien enfrenta la creciente oposición y reacción de esas fuerzas contrarias a
la paz. También el aliento al “diálogo constructivo entre las partes en las
negociaciones dirigidas por Venezuela en Ciudad de México” (punto 40), que podía
incluir la condena al bloqueo que sufre el país, comparable con el que soporta
Cuba, y que la Declaración no lo contiene.
Por todo lo señalado, la
Declaración final de la Cumbra CELAC-UE no es tan agridulce como algunos
suponen o demasiado tibia, como otros han subrayado. Y esto, a pesar pesar de
las voces disonantes como las del presidente de Chile, Gabriel Boric, abogando
por la condena a Rusia; o la de Guillermo Lasso de Ecuador, privilegiando la
eliminación de la visa Schengen como demanda central (https://rb.gy/ni165), para añadir, días
después y una vez retornado al país, la suscripción de un “Memorando de
Entendimiento” (MOU) sobre asuntos militares y de seguridad con los EE.UU.,
totalmente ajenos al espíritu de la CELAC (https://shorturl.at/jEPY0); e incluso la de
Nicaragua, negándose a suscribir la Declaración.
De todos
modos, lo que queda en evidencia es que no se logró doblegar los principios
históricos fundamentales que han caracterizado a las posiciones
latinoamericanistas desde el siglo XIX y que solo han crecido con el paso de
los siglos y hoy se muestran suficientemente sólidos y con fuerte presencia. De
manera que la cumbre ha sido de vital importancia histórica para posicionar a
América Latina con su propio peso continental e internacional.
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