Un análisis del
artículo de la Embajadora de los Estados Unidos en Costa Rica, sobre lo que
considera “logros” del TLC entre nuestro país y la potencia del norte. Y una
sugerencia del autor para la funcionaria diplomática: “no le caería mal
recordar que en el reparto planetario de la inteligencia, alguna cuota nos tocó
también a quienes habitamos estos países del sur”.
Luis Paulino Vargas Solís* / Soñar con los pies en la tierra
Anne Andrew, embajadora de EE.UU en Costa Rica |
Días atrás, el
periódico La Nación publicó un
artículo de la señora Anne S. Andrew, embajadora de Estados Unidos en Costa
Rica, el cual se titulaba “Avance en la
competitividad y desarrollo para Costa Rica”. La diplomática se
refiere en este escrito a presuntos logros económicos alcanzados por Costa Rica
en los últimos tres años, los cuales ella atribuye a la entrada en vigencia del
TLC con Estados Unidos (el cual, por razones comprensibles, ella designa bajo
las siglas CAFTA-DR).
Mrs. Andrew aporta
datos que me resultaron interesantísimos. Así por ejemplo, nos informa que “El
comercio exportador de Costa Rica con Estados Unidos… ha visto un incremento
dramático del 235% en las exportaciones del año 2011 comparado con las
exportaciones del año 2008 –el último año previo a CAFTA-DR…” (disimulemos las
redundancias. Ya sabemos que el idioma materno de Mrs. Andrew no es el
español). Aclara que estos datos provienen de www.export.gov. Personalmente traté
de localizar esa información en ese sitio web. No me fue posible hallarla, pero
de seguro porque no supe buscarla apropiadamente, como de seguro sí lo hizo la
excelentísima diplomática
He de decir, sin
embargo, que me llamó la atención la consigna con que ese sitio digital se
presenta: “Helping U.S. companies export”. Jamás se me habría ocurrido –como si
se le ocurrió a la despabilada embajadora- que fuese un sitio apropiado para
buscar información sobre los montos de lo que Costa Rica exporta hacia Estados
Unidos.
Dejemos esas
nimiedades de lado. El caso es que, de cualquier forma, esos datos tan brillantes
que Mrs. Andrew aporta –que de ser correctos darían motivo para aplaudir con
fervor- no parecen consistentes con algunos otros que uno encuentra en sitios
que aportan información de fuentes oficiales costarricenses.
Véase, por ejemplo,
los datos de balanza de pagos que nos ofrece el Banco Central de Costa Rica,
los cuales usted puede encontrar en esta dirección: http://indicadoreseconomicos.bccr.fi.cr/indicadoreseconomicos/Cuadros/frmVerCatCuadro.aspx?idioma=1&CodCuadro=%2037 (los datos que indico los consulté el 5 de
abril de 2012).
De acuerdo con esta
fuente, el monto total de las exportaciones de bienes de Costa Rica en 2008 fue
de $ 9.555,4 millones, mientras para 2011 el monto respectivo asciende a $
10.383,1, vale decir, un aumento del 8,7%, insignificante si tomamos en cuenta
que se trata de un período de tres años ¿cómo compatibilizamos esto con el
hollywoodense 235% de aumento de las
exportaciones hacia Estados Unidos de que nos habla la distinguida diplomática?
El renglón de “viajes”
de la balanza de pagos –el cual sintetiza en forma neta (entradas menos
salidas) los ingresos que el país recibe por concepto de turismo- muestra un
desempeño aún más mediocre. El monto fue $ 1.689,4 millones en 2008 y apenas
llega a $1.701,3 millones en 2011, con un incremento total para ese trienio de
tan solo 0,7%.
Bueno es indicar que,
en todo caso, mucho mejor nos ha ido en renglón de “otros servicios”, el cual
pasa de $ 666,7 millones en 2008 a $1.864,2 millones en 2011. O sea, casi se
triplicó. Ello es reflejo de la tendencia que se ha evidenciado en los últimos
años: el desplazamiento hacia Costa Rica de diversos servicios: contables o de
atención a clientes, por ejemplo, o, en general, los llamados “call centers”.
Las compañías que hacen esto –en su mayoría estadounidenses- pagan aquí
salarios que, aunque relativamente buenos para el contexto costarricense, son
mucho más bajos que los propios de su país de origen. Sacan así provecho de una
mano de obra que tienen ciertas calificaciones mínimas -manejo de la
computadora e idioma inglés, por ejemplo- a la cual someten a condiciones de
inclemente intensidad laboral. Digamos que aquí hay un “éxito” por anotar en el
haber de la señora embajadora.
Mrs. Andrew se prodiga
en algunos otros llamativos datos (asegura que se han abierto 70.000 puntos de
venta en todo el país a raíz de la “apertura” del mercado de la telefonía
celular, lo cual nos da un promedio de alrededor de 864 puntos de venta por
cantón). La cifra más espectacular tiene que ver con las entradas de Inversión
Extranjera Directa (IED): “[e]sto también se refleja en la inversión extranjera
directa de Costa Rica, que creció hasta la cifra impresionante de $18.000
millones en el 2011, 70% proveniente de compañías estadounidenses”.
En contraste con lo
anterior, y según la fuente que ya he mencionado más arriba –Banco Central de
Costa Rica- la IED neta que nuestro país recibió en 2011 alcanzó la cifra de $
2.047,7 millones, ligeramente inferior al monto de $ 2.072,3 millones
correspondiente al año 2008. O sea, tenemos un pequeño decrecimiento de -1,2%
¿De dónde habrá sacado Mrs. Andrew la cifra de vértigo de $ 18 mil millones?
¿Habrá sido de www.export.gov ?
En todo caso, y
recordando esa más bien corronga y simpática propaganda que habla de Costa Rica
como “la pequeña gran potencia exportadora” (aclaro: la señora embajadora no
dice nada al respecto), conviene no olvidar que al mismo tiempo somos una
“pequeña gran superpotencia importadora”.
Los datos de la
balanza de pagos lo ratifican: el déficit en el comercio de bienes
(exportaciones menos importaciones) era de $ -5.013,3 millones en 2008 y llegó
a $ -5.150,2 millones en 2011. El déficit en la cuenta corriente (comercio de
bienes y servicios) es menor gracias a las entradas por turismo y, en el
período reciente, al florecimiento de “call center” y similares tal cual
mencioné más arriba. Este segundo déficit fue de $ -2.787,3 en 2008 y de
-2.200,2 millones en 2011. Tómese en cuenta, como he dicho, que esto refleja la
enorme expansión de esos servicios, que de no ser ese el caso el faltante sería
mucho mayor. Lo pregunta es si estos podrán sostener por muchos años más su
actual ritmo de crecimiento. Resulta por lo menos dudoso.
No entro a considerar,
por razones de espacio, ciertas complejidades subyacentes a los diferentes
datos mencionados. Convendría que la señora diplomática tome en consideración
que tales complejidades efectivamente existen. Y, además, no le caería mal
recordar que en el reparto planetario de la inteligencia, alguna cuota nos tocó
también a quienes habitamos estos países del sur.
*Luis Paulino Vargas
es economista, con una maestría en relaciones internacionales y un doctorado en
gobierno y políticas públicas. Actualmente, es Director a.i. del Centro de
Investigación en Cultura y Desarrollo, de la Universidad Estatal a Distancia de
Costa Rica.
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