Desde nuestra
perspectiva, la lucha por resignificar la historia debería ser una experiencia
que logre atajar los antagonismos modernos entre tradición y modernidad; entre
naturaleza y sociedad; entre campo y ciudad y ello representa un ejercicio
abierto al debate, abierto a la pluralidad y a la creatividad.
Michael Löwy y Samuel González / Rebelion
La crisis de civilización
que hoy experimentamos es el resultado de más de dos siglos de modernidad
capitalista, un proceso histórico que nos ha conducido a un panorama de miseria
social y a una temible crisis ecológica que amenaza la vida sobre el planeta,
lo cual anuncia una verdadera crisis de sentido para la vida y para la historia
de nuestras sociedades. ¿Acaso la modernidad falló tanto en su apuesta liberal
como socialista? ¿Acaso la historia perdió sentido; acaso se haya fatalmente
condenada?
Para nosotros, si la
historia puede cobrar un sentido diferente tendría que hacerlo en un sentido
opuesto a la lógica actual de la sociedad; tendría que hacerlo fuera de la
lógica cosificada del valor, fuera del individualismo, el autoritarismo, el
machismo y la depredación ecológica. Esto implica reinventar el mundo,
reinventar la sociedad sobre bases completamente diferentes. La pregunta sería
desde dónde construir la experiencia de esa historia distinta. Desde qué posturas
teóricas, desde qué valores, desde qué ética y desde qué experiencias
históricas. Sin esperar, por supuesto, que ello consista en una receta mágica,
monolítica o dogmática. Un cambio posible deberá sembrarse sobre la base de la
pluralidad y el debate constante. Lea el texto completo aquí…
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