Por más que intenten
descalificar la figura de Lula, por más que intenten condenarlo, aun sin
pruebas, la influencia, la capacidad de convencimiento de Lula hacia los
brasileños sólo aumenta, conforme el gobierno surgido del golpe intenta
deshacer todo lo bueno que hicieron los gobiernos del PT.
La derecha brasileña ha
engendrado el golpe en contra de los gobiernos del Partido de los Trabajadores
(PT), pero ahora no sabe qué hacer con su gobierno. La izquierda ha producido a
Lula y la derecha no sabe qué hacer con Lula.
La derecha no sabe si
intenta seguir con Temer como presidente o si encara la delicada operación de
sustituirlo. Muchos sectores de la derecha brasileña ya consideran a Temer un
cadáver político, pero su mal olor no ha sido hasta ahora suficiente para que
se genere una nueva unidad entre los golpistas para sustituirlo.
Con Lula la derecha
tampoco sabe qué hacer. Puede intentar condenarlo, con el riesgo de hacerlo
todavía más popular y objeto de apoyo aun más generalizado en el país, como
víctima de un proceso sin fundamento ni pruebas. Y con el riesgo de no lograr
mantener la condena y que el tiro le salga por la culata, de la peor manera
para la derecha brasileña. O tener que enfrentar a Lula como candidato, con
todas las posibilidades de perder de nuevo.
Porque una figura como
la de Lula no se elimina así, como le gustaría a la derecha, mágicamente,
mediante una sentencia de un juez de quinta categoría. Lula ya está inscrito
definitivamente en la historia de Brasil, como su presidente más popular, más
importante, de más trascendencia en la vida de todos los brasileños. Asimismo,
Lula es el más importante líder político de la izquierda contemporánea a escala
mundial.
Cualquiera que sea el
desenlace jurídico de los procesos en contra de Lula, él seguirá siendo el
personaje decisivo para el futuro de Brasil. Sea como candidato favorito y como
presidente de Brasil una vez más, sea como dirigente fundamental para las
futuras generaciones en Brasil. Nada de importante sucederá en Brasil sin la
presencia y la posición determinante de Lula, de tal forma su imagen es
omnipresente en el país.
La derecha, muy
incomodada, siempre se tendrá que referir a Lula como su mayor enemigo. La
izquierda, como su líder fundamental. Los medios, como la figura más conocida y
reconocida en Brasil. El pueblo brasileño, porque deposita en él su esperanza y
la confianza de volver a conquistar sus derechos y su autoestima.
La historia brasileña
sigue y Lula tendrá en ella siempre un rol fundamental. Como candidato, tiene
todas las posibilidades de ganar de nuevo y, como él dice, hacer más y mejor en
el gobierno. Si le impiden ser aspirante, su papel será dirigir las fuerzas de
la izquierda en sus combates futuros.
No se puede aprisionar
a la esperanza, no se puede condenar la voluntad del pueblo de retomar el
camino de las trasformaciones democráticas en Brasil. La historia no cabe en
una sentencia arbitraria de un juez fantoche de la derecha y del imperio. El
destino de Brasil no cabe en las campañas de los medios oligárquicos.
Lula y la izquierda
brasileña son resultado de las luchas del pueblo por sus derechos. La miseria,
la pobreza, el hambre, la desigualdad, la exclusión social, producidos por la
derecha brasileña a lo largo de los siglos, que habían hecho de Brasil el país
más desigual del continente, más desigual del mundo, han generado también las
luchas por la justicia social y por los derechos de todos, el liderazgo de
lucha y las fuerzas de la izquierda brasileña.
Por más que intenten
descalificar la figura de Lula, por más que intenten condenarlo, aun sin
pruebas, la influencia, la capacidad de convencimiento de Lula hacia los
brasileños sólo aumenta, conforme el gobierno surgido del golpe intenta
deshacer todo lo bueno que hicieron los gobiernos del PT. Hoy la gran mayoría
ya considera, de nuevo, la cuestión social como la más importante del país. El
rechazo al paquete cruel de proyectos del gobierno Temer es aplastante y, con
él, el incremento del apoyo a Lula, como contraposición a todos los derechos
que se está quitando del pueblo.
La ilusión de que
jurídicamente la derecha puede abolir la imagen de Lula de la cabeza de las
personas y el propio Lula como líder político y de masas de la historia de
Brasil es eso: una ilusión. Él soporta cualquier sentencia, cualquier acusación
sin pruebas, pero la vida real es distinta. El país real se hace con conciencia
política, con lucha por los derechos sociales y por la democracia. En el país
real, Lula tiene un lugar fundamental en la historia pasada, presente y futura
de Brasil. (Para comprobar, la derechista revista Veja hizo una encuesta entre sus lectores sobre el futuro de Lula y
aun en ella el resultado es elocuente: –Será preso 14 por ciento. –Será
presidente de Brasil 86 por ciento.)
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