La China fortaleció
nuestra posición porque la superpotencia pretendía perpetuar su situación
colonial.
Julio Yao / Para Con Nuestra América
Desde
Ciudad Panamá
La apertura de
relaciones con la República Popular China es una decisión bastante tardía que
se inicia en 1973. En 1971, la China reemplazó a la República de China (Taiwán)
como representante permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.
A la reunión del
Consejo de Seguridad en Panamá (15-21 de marzo de 1973), llegó la delegación
encabezada por el embajador Huang Hua y su representante adjunto, Chou Nan.
Tanto Huang como Chou fueron posteriormente ministros de Relaciones Exteriores.
Huang Hua, con quien
hablé largamente en Contadora, era hombre de total confianza de Chou En-Lai,
primer ministro, a quien había servido como secretario e intérprete durante la
Larga Marcha al Norte, a las Cuevas de Yenán.
Para definir nuestros
fines y medios en la reunión del Consejo, en diciembre de 1972 fui autorizado
por el general Omar Torrijos y su canciller, Juan Antonio Tack, para viajar en
misión secreta a La Haya, lo que produjo cierta complicidad y estrecha
colaboración entre nosotros.
¿Por qué secreta?
Porque la Cancillería estaba llena de amigos de la Embajada de EE.UU. que, como
lo investigó Manuel Antonio Noriega, actuaban en contubernio con la misma e
informaban a sus agentes diplomáticos.
Yo había sido designado
por Tack como su enlace con Huang Hua y simultáneamente con el canciller
peruano, Miguel Ángel de la Flor Valle, quien nos coordinaba con el resto del
Consejo.
En esos momentos se
daba una polémica en la Cancillería entre quienes defendían la neutralización
de los canales internacionales y quienes nos oponíamos porque era una falacia
para nosotros, aparte de ser una intervención en los asuntos de los árabes (el
Canal de Suez ya era neutral).
Tack me encomendó
preguntarle al embajador Huang cuál era la posición de China sobre la
neutralización de los canales, y este consultó a Beijing. En respuesta, llegó
el siguiente telegrama, que el embajador me leyó para transmitir a Tack y
Torrijos: ‘La República Popular China apoyará cualquier resolución que Panamá
proponga en el Consejo de Seguridad, incluyendo el desmantelamiento inmediato
de las bases de EE.UU. Firma: Mao Tsé Tung'.
El mensaje era
consecuente con el apoyo masivo que el fundador de la China le había dado a
Panamá el 10 de enero de 1964, cuando millones se reunieron en la Plaza de
Tiananmen. Allí participó el actual representante de la Oficina Comercial
Chino-Panameña, el embajador Wang Wei-Hua.
La China fortaleció
nuestra posición porque la superpotencia pretendía perpetuar su situación
colonial.
Trece de los quince
miembros del Consejo votaron a favor de la resolución de Panamá, misma que yo
redacté en La Haya, la cual eliminó toda referencia a la neutralización de los
canales, porque la misma nos restaba el apoyo de árabes, africanos y
tercermundistas, contenida en una resolución que solo favorecía a EE.UU. e
Israel.
Tack estimó que
debíamos establecer nexos formales con Beijing y, a tal efecto, ordenó redactar
un Comunicado Conjunto para establecer relaciones diplomáticas entre nuestros
dos países. Coincidentemente, cuando le informé al embajador Huang, este me
comunicó que ellos también estaban justamente redactando un comunicado con igual
propósito. La sintonía era total.
En Contadora, el
embajador Huang me solicitó hablar con el general Torrijos, y fue su
subalterno, Chou Nan, quien me avisó que Torrijos me pedía que yo fuese su
intérprete. Sin embargo, cuando iba en camino me interceptó el periodista Jorge
Carrasco, a quien Torrijos solía ocupar como intérprete, y me dijo: ‘Disculpe,
pero yo seré el intérprete en esa cita'. No lo cuestioné. Chou Nan fue una de
las últimas personas que vio con vida a Torrijos.
Sin embargo, no se
firmó el Comunicado por un anticomunismo primitivo y tosco en alguna gente que
rodeaba a Torrijos, como el presidente Jimmy Lakas, quien intentó expulsarme de
mi cargo como asesor del canciller. Era nuestra opinión que Panamá debía
acercarse a los Países No Alineados, donde China ejercía influencia a través de
Chou En-Lai por sus coincidencias con Nehru de India, Sukarno de Indonesia y
Nasser de Egipto. Después del 1 de octubre de 1979, el presidente Aristides
Royo intentó abrir simultáneamente relaciones con la China y la Unión
Soviética, pero tal iniciativa se frustró cuando la última invadió Afganistán
el 16 de diciembre de ese año.
Bajo Martín Torrijos,
Panamá y la China negociaron secretamente en Europa con fabulosas propuestas
para Panamá, pero estrambóticas solicitudes de nuestros emisarios hicieron
fracasar esa iniciativa, y la China prefirió mirar hacia Costa Rica. ¡Cuánto
desperdicio!
El autor es analista
internacional y exasesor de política exterior.
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