Esta incapacidad del EZLN para definir una posición y estrategia
políticas ante la nueva realidad del país, aunado al escenario donde retornó a
mostrar su musculatura militar, denotan una pérdida total de brújula, en un
mundo complejo, impredecible e injusto, dominado por 1 por ciento de la
humanidad y en el que todos los marcos teóricos de la revolución han quedado
más que rebasados.
Víctor M. Toledo / LA JORNADA
En la vida de los individuos y de las sociedades, acontecimientos en
apariencia desligados toman de pronto caminos caprichosos que los atan. Es
esta, sin duda, la magia de la historia. Mientras AMLO se enfrentaba a los
criminales de la gasolina, en pleno rescate nacional y con el apoyo de la
mayoría de los mexicanos (73 por ciento, según sondeo de Reforma, 10/1/19),
el EZLN celebraba sus 25 años confrontándolo. Ello trae de nuevo la discusión
planetaria sobre la viabilidad de dos fórmulas emancipadoras radicalmente
diferentes: la político-electoral y la político-militar. Todo indica que el
EZLN es la última pieza arqueológica de una opción que hoy es totalmente
inviable dentro de la despiadada realidad del mundo. Como he señalado, hoy la
rebelión armada no sólo es irracional sino suicida, considerando el descomunal
poderío económico-bélico y el nivel de sofisticación alcanzado por las
tecnologías de guerra. Sólo las 10 mayores corporaciones de defensa del mundo
tuvieron ingresos por 193 mil millones de dólares en 2017, y emplearon a casi
700 mil, incluidos trabajadores, científicos e ingenieros. Un solo dron puede
localizar una huella digital humana a varios kilómetros de distancia. La vía
revolucionaria (llámese leninismo, trotskismo, maoísmo, castrismo, guevarismo,
neozapatismo...), es el eco de una épica anacrónica del siglo XIX que sigue
rondando como fantasma las mentes de los hombres.
Tres acontecimientos incontrovertibles permiten confirmar que el EZLN ha
llegado a su fase terminal como opción político-militar, matizada por la
creación de los llamados caracoles. Por un lado, el número de votos
obtenidos por su candidata en 2018. Los 200 mil votos recabados, representan
menos de 1 por ciento de los recibidos por el candidato ganador (30 millones),
y un mínimo dentro de la población indígena de México (26.7 millones en 2015,
según el Inegi). Lo segundo tiene que ver precisamente con que una parte
sustancial del voto obtenido por AMLO proviene de los estados y municipios con
alta población indígena (Oaxaca, Yucatán, Quintana Roo, Campeche, Guerrero,
etcétera). Finalmente, la ceremonia del primero de diciembre, donde el acto
estelar fue la entrega alegórica de bastones de mando a AMLO, constituyó un
terremoto simbólico porque movió el epicentro de la emancipación indígena del
EZLN al obradorismo.
Lo anterior quedó precisado en el discurso del subcomandante
Moisés para celebrar los 25 años, dirigido desde la selva Lacandona,
donde el EZLN ha quedado arrinconado. El discurso fue una mezcla de lamentos y
rabia. La batería de insultos que dirigió al nuevo gobierno, incluyendo
diputados y senadores, pero especialmente al presidente del país, llama la
atención. Calificando a AMLO de mañoso, tramposo, loco, descerebrado,
mentiroso, y capataz de finquero, el dirigente zapatista develó su estatura
cívica. Y hasta la madre naturaleza le mentó la madre al Presidente.
Esta incapacidad del EZLN para definir una posición y estrategia
políticas ante la nueva realidad del país, aunado al escenario donde retornó a
mostrar su musculatura militar, denotan una pérdida total de brújula, en un
mundo complejo, impredecible e injusto, dominado por 1 por ciento de la
humanidad y en el que todos los marcos teóricos de la revolución han quedado
más que rebasados. Pero además, la percepción de soledad compartida por
el sub Moisés (“la mayoría de los pobres de México no nos
hicieron caso… (pues) no quisieron despertar”), es el producto de 25 años de
sectarismo. En ese lapso, el EZLN no sólo no mostró mayor solidaridad con las
múltiples batallas del país (como el de las policías comunitarias de Guerrero o
las autodefensas de Michoacán), sino con sus vecinos más cercanos. Nada con las
110 cooperativas indígenas de café orgánico de Chiapas, ni con la Misión
Jesuita, ni con el Movimiento por la Vida y el Territorio promovido por 12
parroquias desde la teología ecológica.
Hoy en México existen 560 resistencias comunitarias contra megaproyectos
depredadores, ¿cuántos han recibido apoyo real del EZLN? Solamente en la Sierra
Norte de Puebla se han realizado 27 asambleas regionales para la defensa de los
territorios, en las que han participado 430 comunidades maseualmej, tutunakuj y
mestizas provenientes de 20 municipios. Estas asambleas han reunido entre 4 mil
y 8 mil personas. Este otro zapatismo al que he dedicado buena parte de mis
investigaciones y que alcanza mil experiencias, se encuentra ignorado o
soslayado por el EZLN, y no está en los reflectores de sus analistas, pues los
zapatistas sólo otorgan solidaridad a quienes se convierten a su jerarquía
apostólica. El EZLN hoy cosecha lo que sembró. En un mundo donde la
emancipación es solidaridad humana sin ideologías, la confluencia de voluntades
y el trabajo en redes no en estructuras militares verticales, el EZLN aparece
como una pieza fósil de museo. Por ello los acontecimientos sitúan al
obradorismo como un sol naciente que ofrece esperanza, y al EZLN como un sol
que cae en el ocaso de la historia; 25 años de soledad quizás son muchos. De
todo esto los ojos del país y del mundo están muy pendientes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario