Es claro que el llamado
Grupo de Lima es un aliado estratégico de Washington en la región. La presencia
de México dentro de él, es un clavo en el zapato que puede sin duda entorpecer
y dañar los planes injerencistas contra los gobiernos progresistas de la
región.
Adalberto Santana / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad de México
La pasada reunión del
viernes 4 de enero de 2019 del llamado Grupo de Lima, en la cancillería
peruana, tuvo como eje central
incrementar y desarrollar un escenario favorable para “restaurar la democracia
y la prosperidad” en Venezuela. Sin embargo, en dicho cónclave recibió una
tremenda y dignamente sustentada postura discrepante del gobierno mexicano
encabezado ahora por el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Fue sin
duda un golpe con guante blanco que hizo
palidecer a los representantes de los gobiernos de Argentina, Brasil, Canadá,
Chile, Colombia, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú, Guyana y Santa
Lucía.
Esos catorce gobiernos
regionales habían formado en 2017 dicho grupo para atentar contra la soberanía
venezolana, en gran medida siguiendo las recomendaciones de Washington. Uno de
los actores claves de la constitución de ese organismo regional antichavista,
fue el ex canciller mexicano Luis Videgaray. Obscuro personaje que reconoció en
su momento que llegaba a la Secretaría de Relaciones Exteriores de México,
designado por el entonces presidente Enrique Peña Nieto, para “aprender el
oficio”. Afirmaba textualmente en la
toma de su posesión (4 de enero de 2017) que no era diplomático: “vengo a aprender de ustedes, vengo a hacer equipo con ustedes
en un momento en que México nos necesita a todos más que nunca”. Agregando: “Yo no conozco la Secretaría de Relaciones Exteriores más que como se
puede conocer desde fuera”.
De esa manera era de esperarse que en la triste administración de Peña
Nieto, la política exterior mexicana encallara en uno de los más peligrosos
arrecifes de su historia. Tal como aconteció entre otros hechos cuando el mismo
ex canciller Videgaray propuso al yerno de Donald Trump como el mejor candidato
para otorgarle una de las más prestigiadas preseas mexicanas, la Orden Mexicana
del Aguila Azteca. La más alta distinción que se le otorga a los ciudadanos de
otros países por sus servicios a México o a la humanidad. En la biografía de Jared Kushner ha destacado su papel como un empresario
inmboliliario de origen judío y un millonario que ha podido comprar el diario New York Observer. Así como ubicarse como el principal asesor de
su suegro, quedando a cargo de la gigantesca oficina de la Casa Blanca. Si se
prefiere, el poder tras el trono. De ahí que en el último día de su mandato (30
de noviembre de 2018), en Buenos Aires, Argentina, el presidente Peña Nieto le
haya entregado al esposo de Ivanka Trump la prestigiada presea mexicana. Acto
que incluso intelectuales conservadores mexicanos como Enrique Krauze, al respecto señaló: “Kushner es el yerno de quien
llamó a los mexicanos ‘asesinos y violadores’. Darle el Águila Azteca es una
actitud suprema de humillación y cobardía”.
Sin embargo, la
historia mexicana cambió el 1 de julio de 2018 cuando en las urnas triunfó el
candidato de las izquierdas mexicanas, AMLO. Seis meses después el 1 de
diciembre México tendría un nuevo presidente y por lo tanto una política
exterior nuevamente independiente y soberana.
Así, la herencia del gobierno de Peña Nieto de pertenecer al Grupo de Lima impulsado por Videgaray dejó
de tener vigencia. De tal suerte que cuando el representante de México en la
reunión ministerial del Grupo de Lima, Maximiliano Reyes, fijó la postura
mexicana y dejaba en claro que el
gobierno de AMLO no es intervencionista y por el contrario es respetuoso de la
soberanía de Venezuela. “Por ello y con una profunda vocación de solidaridad y
de apego a los principios rectores de la política exterior establecidos en
nuestra Constitución, México continuará promoviendo la cooperación
internacional, el respeto a la autodeterminación de los pueblos, la solución
pacífica de controversias y el respeto, protección y promoción de los derechos
humanos, tanto en Venezuela como en el resto del mundo”. De esa manera concluyó
ratificando el reperesentante del gobierno mexicano que:
“Por
ello, México mantendrá relaciones diplomáticas con Venezuela para así poder
considerar con interés las propuestas de acción o gestión diplomáticas que las
distintas fuerzas políticas y sociales de ese país formulen para facilitar su
acercamiento, entendimiento y acuerdo. Nuestra consideración se guiará por las
posibilidades de diálogo incluyente con objeto de lograr las condiciones de
estabilidad necesaria para el desarrollo del pueblo venezolano, en un marco de
paz, democracia y seguridad.
El
Gobierno de México, en fiel seguimiento a sus principios constitucionales de
política exterior, se abstendrá de emitir cualquier tipo de pronunciamiento
respecto de la legitimidad del gobierno venezolano. La autodeterminación de los
pueblos y la no intervención son principios constitucionales que México deberá
seguir. En ese sentido, el fomento al diálogo entre las partes para encontrar
una solución pacífica a la situación que vive Venezuela seguirá siendo
prioridad de la política exterior de México. Por ello, en esta ocasión México
no acompañará el texto que ahora se discute”
(https://www.gob.mx/sre/prensa/discurso-del-subsecretario-para-america-latina-y-el-caribe-maximiliano-reyes-en-la-reunion-ministerial-del-grupo-de-lima).
Destaca también en esta
coyuntura regional, que la gran mayoría
de los países latinoamericanos y caribeños no concuerdan con las políticas
intervencionistas del Grupo de Lima.
Pensemos que en una política de diálogo y respeto a la soberanía
nacional venezolana se encuentran a la par de México, más de 15 países de la
región como Antigua y Barbuda, Cuba, Belice, Bolivia, Ecuador, El Salvador,
Dominica, Granada, Jamaica, Haití, Nicaragua, República Dominicana, San
Vicente, Surinam, Trinidad y Tobago y Uruguay, entre otros.
Pensemos también que en
el fondo del conflicto que se ejerce contra Venezuela por parte de los
gobiernos intervencionistas y conservadores
latinoamericanos (no países y sus pueblos) acatando el mandato de la
Casa Blanca de considerar a la patria de Simón Bolivar como un régimen que hay que extirpar. Según el decir de John
Bolton asesor de Seguridad Nacional
afirmaba el 2 de noviembre de 2018: "Hoy estoy muy orgulloso de
compartir que el presidente Trump firmó
un decreto ejecutivo para imponer nuevas y duras sanciones contra Venezuela".
(https://elcomercio.pe/mundo/latinoamerica/donald-trump-firma-decreto-nuevas-sanciones-venezuela-vez-sector-oro-noticia-573441).
Sin duda la patria de
Bolívar se encuentra en la mira del conservadurismo latinoamericano y del
ocupante de la Casa Blanca, pero también le siguen Cuba y Nicaragua, así como
cualquier otro gobierno y pueblo de la región que en su visión imperial atente
contra sus intereses. El mismo Bolton, clarificó quienes son los aliados
estratégicos del imperio: "Vemos la elección del presidente (Iván) Duque
en Colombia, y ahora del presidente electo (Jair) Bolsonaro en Brasil como una
expansión de la red de aliados que piensan de forma similar a nosotros, y que
podrían ayudarnos ante los retos regionales".
Es claro que el llamado
Grupo de Lima es un aliado estratégico de Washington en la región. La presencia
de México dentro de él, es un clavo en el zapato que puede sin duda entorpecer
y dañar los planes injerencistas contra los gobiernos progresistas de la
región. De ahí que el mismo presidente de Bolivia, Evo Morales, haya sostenido:
“Saludamos al gobierno democrático de #México por defender el
principio de no intervencionismo y dejar sin apoyo los actos de golpismo
diplomático encabezados por EEUU a través del Grupo de Lima. La democracia se
sustenta en la paz, el diálogo y la autodeterminación de los pueblos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario