La ampliación del Canal, que culminará en un par de años,
no solo revitaliza la ubicación geográfica de Panamá en el escenario de las
disputas comerciales globales por el
acceso a mercados, sino que además crea las condiciones para que EE.UU avance
un proceso de reconquista estratégica de ese país, de América Central y el
Caribe.
Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica
Para el Dr. Carlos Pérez Morales, en Puerto Rico
La ampliación del Canal de Panamá: una de las mayores obras de ingeniería de este siglo. |
Un reportaje emitido
recientemente en el Telediario de
RTVE (18/07/13), la cadena de televisión española, ha calificado los trabajos
de ampliación del Canal de Panamá como los más importantes del mundo en el
ámbito de la ingeniería. Cuatro de las 16 compuertas (de 30 metros de altura y
3500 toneladas de peso cada una) que conformarán las esclusas del nuevo canal,
zarparán de Italia rumbo al istmo la próxima semana. De acuerdo con la
información presentada, nunca antes se había empleado tanto volumen de hormigón
en una construcción: en un solo día, aseguró una de las expertas en materiales
que participa del proyecto, se han colocado 100 mil metros cúbicos del
material. Todo un récord y una evidencia de la magnitud de los intereses que están en juego en Panamá.
Con inversiones
extranjeras estimadas en $8 mil millones de dólares para el financiamiento de
la nueva infraestructura del Canal, unas 53 grúas y más de 7000 obreros
involucradas en las tareas de construcción, se comprende la magnitud de las
obras y el deslumbramiento que esto provoca entre figuras de la política y las
finanzas de todo el mundo, como es el caso del presidente del Banco
Interamericano de Desarrollo, Luis Alberto Moreno, quien hace
unos meses escribió: “Cuando se
inauguren las nuevas instalaciones en el 2015, se habrán consumido más de
cuatro millones de metros cúbicos de hormigón y una cantidad de acero
equivalente a 19 Torres de Eiffel”.
En el siglo XXI, la
ruta interoceánica del istmo y la posición estratégica de Panamá en la
geopolítica internacional recobran visibilidad para la opinión pública mundial.
Pero su protagonismo y su interés como punta de lanza para el control y el
dominio hegemónico de América Central y el Caribe no ha disminuido un ápice
para los EE.UU., desde que en 1846 los representantes del gobierno
estadounidense y de la Nueva Granada firmaran el tratado Mallarino-Bidlack, que
garantizaba al primero el derecho de tránsito por el istmo de Panamá disponible
en ese momento o en el futuro. Es decir, la pretensión de gozar un derecho a perpetuidad, que gravita
permanentemente -más de siglo y medio después- en el diseño de la política
imperial de las élites de los EE.UU.
En efecto, la
construcción del Canal de Panamá –finalizada en 1913- también marca uno de los
hitos fundacionales de la incorporación de América Central a la era del
imperialismo permanente (forma específica de la expansión del sistema
capitalista mediante la incorporación de regiones dependientes y periféricas),
como define el historiador costarricense Rodrigo Quesada[1]
al período histórico, político, económico y cultural que se abre con el triunfo
estadounidense en la guerra hispano-antillano-norteamericano, y cuyas
consecuencias para América Latina se expresan, en lo inmediato, en la sujeción
neocolonial de Puerto Rico y Cuba y en el inicio de las intervenciones
militares, como ocurrió en Nicaragua entre 1897 y 1912.
Valgan estas
reflexiones, que intentan articular pasado y presente, para destacar el aporte
de un texto de lectura necesaria para la comprensión del valor estratégico de
la ruta ístmica para los EE.UU; y al mismo tiempo, su importancia política y
cultural en las luchas por la liberación nacional y la democratización de
Panamá en el último medio siglo. Nos referimos al libro El Canal de Panamá: Geopolítica y hegemonía de Estados Unidos hacia
Panamá a partir de los Tratados Torrijos-Carter, del Dr. Carlos Pérez
Morales, geógrafo e historiador puertorriqueño, y publicado en el año 2011 por
la Editorial Universitaria Carlos Manuel Gasteazoro en Ciudad Panamá.
La obra constituye un estudio serio, fundamentado,
exhaustivo y contextualizado del proceso
de recuperación de la soberanía panameña sobre el Canal, en el que destacan,
por un lado, la titánica lucha diplomática librada por el general Omar Torrijos
y sus colaboradores en la década de 1970, su legado a la construcción de un
movimiento político y a un proyecto de nación; y por otro, las tensiones y
transformaciones que este hecho activó en las relaciones entre Panamá y EE.UU,
así como en las modalidades del desarrollo panameño y las vicisitudes de su consolidación
republicana y democrática, especialmente después de la invasión militar
estadounidense de 1989 y el posterior ascenso de gobiernos afines al ideario neoliberal
y a los planes geoestratégicos de Washington para Panamá y América Central.
En ese sentido, el libro entreteje una serie de
acontecimientos que ofrecen una visión de conjunto de la historia reciente de
Panamá, pero también, de los perfiles que va adoptando la diplomacia y la
inteligencia militar de los EE.UU para proyectarse y consolidarse en la región.
Panamá parece convertirse, entonces, en un laboratorio de prueba del
imperialismo, tras la caída del socialismo real y la pretendida muerte de las ideologías.
Pérez Morales lo expone con claridad: a partir de la
invasión militar, “la hegemonía de EE.UU
en Panamá se complementó con una serie de tratados bilaterales que otorgan a
este país funciones y privilegios reservados para los estados soberanos”. Y
agrega: “El control geopolítico de la región por parte de EE.UU se fortaleció
con el establecimiento de bases militares en otros países de Centroamérica,
caribeños y suramericanos. Las nuevas políticas de seguridad implantadas por el
gobierno de Bush Jr., también contribuyeron a este respecto. Como resultado del
Plan Mérida, EE.UU continuó ayudando fiscalmente a Panamá y requirió una nueva
organización de sus Fuerzas Públicas”[2].
Precisamente, estas fuerzas de seguridad son las que han
estado implicadas en la represión –con asesinatos incluidos- de los movimientos
sociales y los pueblos indígenas, quienes resisten y luchan contra la
arremetida neoliberal del gobierno de Ricardo Martinelli y del capital
extranjero que está detrás de los proyectos extractivistas en materia de
minería y generación de energía hidroeléctrica.
Así pues, la ampliación del Canal, que culminará en un par
de años, no solo revitaliza la ubicación geográfica de Panamá en el escenario
de las disputas comerciales globales por
el acceso a mercados, sino que además crea las condiciones para que EE.UU
avance un proceso de reconquista
estratégica de ese país (la sumisión de Martinelli es una prueba más de
ello), de América Central y el Caribe, con repercusiones para toda la región
latinoamericana y los espacios de autonomía alcanzados en la última década en
el sistema internacional y, en particular, en las relaciones con el
imperialismo estadounidense.
NOTAS:
[1] Véase: Quesada,
R. (2012). América Latina 1810-2010. El
legado de los imperios. San José, C.R.: EUNED.
[2] Pérez
Morales, C. (2011). El Canal de Panamá:
Geopolítica y hegemonía de Estados Unidos hacia Panamá a partir de los Tratados
Torrijos-Carter. Panamá: Editorial Universitaria Carlos Manuel Gasteazoro. P. 253.
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