A diferencia de América Latina, en la cual la crisis del neoliberalismo ha ido generando gobiernos de
izquierda (Venezuela, Ecuador, Bolivia) o de centro izquierda (El Salvador,
Brasil, Uruguay, Paraguay y Argentina) y gobiernos de esta última tesitura que
resultan muy cuestionados (Nicaragua por
ejemplo), en Europa el descontento de masas que ha generado el neoliberalismo y
su fracaso no se ha traducido en fuerza electoral alternativa.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
En julio de 2009, hace
ya tres años, fui invitado por el flamante Instituto de Problemas Nacionales de
la USAC, dirigido en aquel momento por mi buen amigo Adrián Zapata, a dictar
una conferencia inaugural. Con dicha conferencia y un evento protocolario realizado un día antes, el
IPNUSAC comenzó sus actividades las
cuales continúa hoy en día. Esa
conferencia que versó sobre la crisis mundial
fue comentada, para honra mía,
por el distinguido economista Lizardo Sosa. Recuerdo muy bien que
expresé lo que desde el pensamiento
crítico se decía en aquel entonces: que la crisis se prolongaría durante varios años. Los
epígonos del pensamiento neoliberal habían
pronosticado que la crisis que
había empezado en 2008 estaba empezando
a resolverse por aquellos días. No se
necesitaba ser muy avezado en economía para percibir que esto no sería cierto.
Bastaba saber que la gran crisis capitalista de 1873 se prolongó hasta 1896 y
que la crisis de 1929 necesitó del macabro mercado de la segunda guerra mundial
para poder resolverse en definitiva.
La crisis que comenzó en 2008, tan extendida como la de
1929, tiene factores atenuantes como lo
eran los organismos internacionales y la experiencia que se había acumulado en
la gestión económica desde aquel año. Sin embargo, es una crisis integral que
combina la crisis alimentaria, energética, y ambiental. Era previsible pensar
que la crisis mundial de 2008 no sería
un catarrito pasajero como célebremente lo comentó en el caso de México, el
entonces secretario de hacienda y crédito público, Agustín Carstens. Resultó
ser una verdadera pulmonía y hoy tiene su epicentro en la parte mediterránea de
Europa. Grecia, Italia y España son
ahora los países a los cuales les toca el turno en la página roja de la crisis
mundial. Son países en las cuales la tasa de desempleo llega a un 25% mientras
que en el caso de Grecia el desempleo de los jóvenes alcanza un 53%.
Pero a diferencia de
América Latina, en la cual la crisis del neoliberalismo ha ido generando
gobiernos de izquierda (Venezuela, Ecuador, Bolivia) o de centro izquierda (El
Salvador, Brasil, Uruguay, Paraguay y Argentina) y gobiernos de esta última
tesitura que resultan muy cuestionados
(Nicaragua por ejemplo), en Europa el descontento de masas que ha generado el
neoliberalismo y su fracaso no se ha traducido en fuerza electoral alternativa.
Si al centro izquierda la crisis se le vuelve inmanejable, la derecha
capitaliza esa situación (España). Si a la derecha le sucede lo mismo, el voto
es capitalizado por el centro izquierda (Francia). El descontento de amplios sectores no tiene una expresión
electoral como se demostró después del movimiento de los indignados en España
el 15 de mayo de 2011. A la vasta movilización social, que después se expresó
en voto nulo o abstencionismo, le siguió
el triunfo de Mariano Rajoy lanzado por el Partido Popular.
En Grecia la derecha
del partido Nueva Democracia obtuvo casi el 30% de los votos mientras que la
izquierda del partido Syriza se acercó
al 27% y obtuvo 71 escaños. Con esta exigua diferencia y aliado al socialista Pasok,
la derecha podrá formar un nuevo gobierno que
mantendrá a Grecia en la zona euro y pese a su discurso, seguirá
implantando las terribles medidas de austeridad que ha estado castigando al
pueblo griego. Como es sabido, la ley electoral
premia al triunfador electoral con 50 escaños más, por lo que Nueva Democracia tendrá 130 diputados a los
cuales se han unido ya los 33 del Pasok, una cómoda mayoría de 163 diputados
sobre 300. La crisis mundial que tiene hoy un escenario privilegiado en la zona
euro, ha hecho ascender de manera relativa a la izquierda y al centro
izquierda. Esto se evidenció en las
elecciones más recientes en Inglaterra y Francia. En el caso griego, muy probablemente Syriza
hubiera ganado las elecciones si no se hubiera desgajado de su seno el hoy
Izquierda Democrática (Dymar) quien obtuvo 16 curules y que con ellas concurrirá al gobierno de la derecha
encabezado por Antoni Samaras. Resulta lamentable que no haya sido posible una
alianza entre Syriza, Dymar y el comunista KKE quien obtuvo 4.5% de los votos y
12 diputados.
Lo lamentable radica en que en Europa la crisis mundial
necesita enfrentarse con medidas
distintas a las que han estado
imponiendo los organismos financieros
internacionales y en particular Alemania. Medidas draconianas que sirven para
resolver de manera temporal la crisis de
los grandes bancos. Se inyectan cuantiosos préstamos que salvan bancos y se
impone una política de austeridad que sume en la pobreza a buena parte de la población. Hoy España ha recibido un salvador préstamo por 100 mil millones de
euros pero los mismos analistas financieros nos están indicando que es tarde
para este rescate y que la crisis seguirá profundizándose. España está alcanzando hoy cifras de desempleo similares a los de
Grecia.
Así están las cosas cuatro
años después del estallido de la crisis. Tres años después de que nos decían que la tormenta ya
había amainado. Hoy el Banco Mundial nos
dice desde la reunión del G-20, que esa tormenta ha entrado en una nueva fase.
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