Estimables señores de la derecha,
cada vez que les entren accesos triunfalistas, recuerden el volcán de miseria y
violencia que han construido. Y sobre el cual están sentados.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
En artículos que he
leído en la prensa y en los comentarios a mi columna que mandan algunos de los lectores, puedo
percibir que existe en la derecha una soberbia sin fundamento. Un ánimo
triunfalista recorre los argumentos más recurrentes en estas cuentas alegres
del gran capitán: el comunismo ha muerto, ya no existen la derecha y la
izquierda más que en la mente de trasnochados, la izquierda ha sido derrotada
electoralmente, es evidente la superioridad de la economía de mercado
sustentada en el pensamiento libertario (eufemismo vergonzante del
neoliberalismo) etc., etc., vivimos el mejor de los mundos posibles nos recitan
los derechistas ensoberbecidos. El argumento electoral es blasonado sobre todo en Guatemala en donde
la izquierda en efecto no pasa del 2 o 3% de las preferencias electorales. Pero
la soberbia obnubila, y se olvida que han sido planteamientos de izquierda o
centro izquierda los que han triunfado en México, El Salvador, Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Perú,
Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil. Se olvida que la derecha irritada por
sus fracasos electorales y su pérdida de
control ha propiciado golpes de estado (Venezuela 2002, Honduras 2009 y
Paraguay 2012), fraudes electorales (México 1988, 2006 y 2012), tentativas de
golpe de estado (Bolivia 2008, Guatemala 2009 y Ecuador 2010).
Fracasos políticos y
electorales aparte, lo que realmente habría que examinar es si la derecha ha
sido capaz de crear naciones prósperas y
felices. Seguramente las habrá pero se cuentan con los dedos de una mano. La
derecha neoliberal ha vuelto a Grecia, España, Portugal e Italia en naciones colindantes
con el tercer mundo. Allí está España con 25% de desempleo abierto, 50% de
jóvenes desempleados, 22% de pobres, y 10% de hogares en los cuales ninguno de
sus integrantes tiene empleo. No nos vayamos tan lejos y revisemos la situación
de Centroamérica, gobernada a lo largo
de su historia fundamentalmente por la derecha. Ciertamente el que en Nicaragua
y El Salvador tengamos gobiernos que moderadamente no encajan en el perfil de
la derecha, no implica que los grandes problemas sociales de la región no sean responsabilidad del proyecto
derechista: 51% de la población centroamericana es pobre o miserable con cifras alucinantes de pobreza rural de
65-80% en Guatemala, Nicaragua y Honduras; solamente en Costa Rica el salario
mínimo rural cubre los gastos de la
canasta básica; el promedio de vida de la población rural (41% del total de población) es de 47 años y
en 6 de cada 10 hogares rurales se vive en inseguridad alimentaria; los 6
países centroamericanos se encuentran entre los 40 más desiguales del mundo y
entre aproximadamente 150 países en
materia de índice de desarrollo humano, Nicaragua se encuentra en el lugar 129
y Guatemala en el 131. En Guatemala el 22% de los adultos y casi el 50% de los
niños están desnutridos. Cientos de miles de centroamericanos huyen de la
miseria migrando. En materia de violencia, Guatemala, El Salvador y
Honduras tienen el triste honor de
ser la región más violenta del mundo con
tasas de homicidios: en ciertas zonas
sobrepasan los 90 homicidios por cada 100 mil habitantes. La media
mundial es de 8 por cada 100 mil y la media de América es de 15 por cada 100
mil.
He aquí el triste
panorama que nos deja una derecha que actúa como clase dominante en vez de
hacerlo como clase dirigente. Que actúa sin espíritu estatal porque no
privilegia los intereses generales y nacionales, sino más bien mira sus propios
intereses corporativos y particulares.
Por ello estimables
señores de la derecha, cada vez que les entren accesos triunfalistas, recuerden
el volcán de miseria y violencia que han construido. Y sobre el cual están
sentados.
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