Las fuerzas de la Unidad Plurinacional de las Izquierdas del Ecuador (UPIE) se han sumado a la variada gama política de
la oposición, han marcado sus diferencias con la izquierda identificada con la
Revolución Ciudadana, se asumen a sí mismas como únicas y verdaderas (algo
tradicional entre las fracciones izquierdistas), y se han planteado como
objetivo la derrota electoral de Correa, que ocupa el centro de sus
preocupaciones.
Juan J. Paz y Miño Cepeda / El
Telégrafo
I.
El 1 de septiembre, la Unidad Plurinacional de “las Izquierdas” del
Ecuador (UPIE) decidió, entre seis precandidatos, proclamar como candidato
único presidencial para 2013 a Alberto Acosta, ex presidente de la Asamblea Constituyente
y otrora ideólogo de la Revolución Ciudadana y partícipe del gobierno del
presidente Rafael Correa.
UPIE integra a: Pachakutik, Participación, RED, Movimiento Popular
Democrático (MPD), Poder Popular, Montecristi Vive y Corriente Socialista Revolucionaria.
Asume que su unidad es “inédita”. No es así. En 1978 nació el Frente Amplio de
Izquierda (FADI) con los partidos Comunista y Socialista, Izquierda Cristiana,
Segunda Independencia y Unión Democrática-Popular. El MPD optó por una vía
propia. Pero en 1988 se constituyó el Frente de Izquierda Unida con FADI, MPD,
MIR y MRT; y, en otro lado, Unión Patriótica del Pueblo, con P. Socialista y
Liberación Nacional (desmembración del FADI).
Todavía, en aquellos tiempos, las divisiones entre las izquierdas
marxistas respondieron a “purismos” doctrinarios y posturas electorales. El
derrumbe mundial del socialismo volvió obsoletas sus tesis, extinguió a la
mayoría de agrupaciones de la tendencia y redujo el espacio político de las que
sobrevivieron en mucho apegadas a viejos dogmas.
Las elecciones de 2006 fueron la oportunidad histórica para la
convergencia, alrededor de Alianza PAIS
(AP), de las izquierdas antiguas y de las nuevas, estas últimas
renovadas por otras generaciones, no necesariamente marxistas, cuestionadoras
del capitalismo e inclinadas por un “Socialismo del siglo XXI”.
En el camino del también inédito proceso de transformación social que
vive Ecuador desde 2007 (después de la Revolución Juliana de 1925 no ha
ocurrido un fenómeno igual), las fuerzas de la UPIE se han sumado a la variada
gama política de la oposición, han marcado sus diferencias con la izquierda
identificada con la Revolución Ciudadana, se asumen a sí mismas como únicas y
verdaderas (algo tradicional entre las fracciones izquierdistas), y se han
planteado como objetivo la derrota electoral de Correa, que ocupa el centro de
sus preocupaciones.
Paradójicamente, sus argumentos anticorreístas son los mismos que han
utilizado las derechas económicas, políticas y académicas contra un gobierno al
que, desde sus inicios, no han dejado de atacar como dictatorial, caudillista,
populista, criminalizador de la protesta social, antidemocrático, violador de
libertades, etc.
II.
En Ecuador, mientras un
sector de las izquierdas respalda al gobierno del presidente Rafael Correa y al
proyecto de la “Revolución Ciudadana”, otro sector, integrado en la Unidad
Plurinacional de Las Izquierdas” del Ecuador (UPIE), acordó respaldar a Alberto
Acosta para las elecciones presidenciales de 2013.
Alberto es un excelente
candidato. Académico de valía, consecuente con sus ideas, demócrata, honesto e
identificado con los movimientos sociales, estuvo siempre lejos de ser
comparado con los otros cinco precandidatos de la UPIE, entre los que incluso
se hallaba alguna figura francamente impresentable.
Pero una cosa es el
candidato y otra son las fuerzas que lo han promovido.
Cualquier científico
social conoce la trayectoria del Movimiento Popular Democrático (MPD)
vinculado, desde sus orígenes, al Partido Comunista Marxista-Leninista (PCMLE)
“pro-chino”. El MPD (y atrás el PCMLE) movilizó siempre un activismo populista,
utilizando la “lucha” popular y callejera.
La injerencia del
MPD-PCMLE en el movimiento estudiantil y particularmente en las universidades
públicas, donde frecuentemente actuaron con consignas radicales, sin descartar
el “garroterismo”, afectó el progreso académico. Su control del magisterio
nacional resultó nefasto al sistema educativo. Y su concepción sobre la “lucha
de clases” pertenece a pasadas épocas históricas.
El 30 de septiembre de
2010 el MPD se puso del lado de la insubordinación policial, instrumento del
intento derechista de golpe de Estado contra el presidente Correa, rechazado
por toda Latinoamérica. Pero igual apoyo recibió la policía de una serie de
dirigentes indígenas pertenecientes a Pachakutik (y a la CONAIE) que hoy rodean
la candidatura de Acosta.
De manera que el MPD y
esos personajes de Pachakutik están en deuda con la democracia ecuatoriana.
Los otros grupos de UPIE son minoritarios, incluyendo al Socialismo
Revolucionario que es una fracción del Partido Socialista que apoya a Correa.
Políticamente destacan, entre todos ellos, viejas y pasadas figuras del
izquierdismo ecuatoriano.
En este momento, ni MPD,
ni Pachakutik han alcanzado a completar las firmas exigidas para registrarse
como partidos. Difícil sostener, en principio, que cuentan con el apoyo
“mayoritario” del pueblo ecuatoriano. Pero, promovidos por la derecha mediática
como otra fuerza más de oposición “anti-correísta”, la UPIE luce como si fuera
la verdadera, sensata, consensual y única izquierda del Ecuador.
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