Primera parte de la
entrevista que Marcha realizó con Camila Vallejo, dirigente estudiantil,
vicepresidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile y
militante de las Juventudes Comunistas.
Dolores Liaudat / Marcha (Argentina)
Camila Vallejo, dirigente del movimiento estudiantil chileno. |
-¿Qué
balance haces del proceso de lucha del 2011 y cómo se encuentra hoy el
movimiento estudiantil secundario y universitario en Chile?
-En primera
instancia yo creo que el movimiento estudiantil es un movimiento en desarrollo
que no se basa solamente en hitos de movilización sino que se viene
construyendo ya hace mucho tiempo. Éste tuvo una expresión de masas en el 2011
porque logró hacer síntesis de un diagnóstico compartido que se venía
trabajando hace mucho tiempo respecto de la crisis del sistema educacional. Y a
su vez logró representar en ese diagnóstico muchas visiones de los actores de
la educación: estudiantes universitarios y secundarios y trabajadores de la
educación, pero también pudo involucrar de alguna forma a la familia.
Cuando
nosotros empezamos a develar que la crisis del sistema educacional tenía mucha
relación con la mercantilización del sistema producto del endeudamiento, de la
privatización, del deterioro de la calidad y los procesos formativos, también
mostramos que esto era algo que estaba afectando a la familia. Miles de
estudiantes salieron porque ya no podían aguantar más el endeudamiento y que la
educación fuera tratada como un bien de consumo pero también las familias se
sintieron interpretadas y representadas por ese sentir. Muchas familias se ven
hoy día acogotadas porque su salario no alcanza para la vida, porque tienen que
trabajar para pagar sus deudas en salud, en vivienda, en educación y en otros
aspectos. Entonces de alguna forma se tocó un poco el corazón del modelo
neoliberal en Chile, que es profundo, yo creo que es uno de los más
desarrollados, trabajados e inhumanos del mundo entero.
Este fue un experimento
de los Chicago Boys del modelo neoliberal, el cual se ha exportado de diferentes
formas en otros países y somos un ejemplo claro de ese modelo. Y eso se tocó a
fondo en el movimiento del 2011, pero este movimiento se venía desarrollando
hace mucho tiempo y tiene expresión en otras áreas y sectores organizados. Y
claro, el balance es positivo porque muestra que este movimiento en desarrollo
ha logrado profundizar o radicalizar su postura porque ha encontrado la raíz
del problema en el ámbito de la educación, la salud y el medio ambiente. Yo
creo que si bien en el 2012 bajó el nivel y la intensidad de las movilizaciones
no podemos negar que el movimiento se sigue desarrollando, sigue debatiendo en
torno al problema estructural de nuestro modelo de desarrollo y de nuestro
sistema político.
-¿Cuál
es tu análisis acerca de las causas de la baja de la movilización universitaria
durante este año?
-Todo
movimiento tiene ciclos, tiene altos y bajos. Hay momentos de repliegue después
de un intenso periodo de movilización como fue el del 2011, donde muchos
quedamos con una carga académica que fue bastante grande y muchas instituciones
de alguna u otra forma se vieron desfinanciadas. Entonces no es fácil llegar y
levantar nuevamente el movimiento con la intensidad y masividad del 2011.
Estamos en un momento de repliegue, de redefinir lineamientos, de discutir cómo
seguir avanzando. Yo creo que es normal, que es sano que esto pase y de todas
formas no descarto que en el 2013 volvamos a salir nuevamente a las calles con
fuerza, de forma más transversal, más organizada y con una capacidad de propuesta
de alternativa al modelo un poco más desarrollada. Yo creo que hoy está en
juego que los sectores de la sociedad civil, a través de sus organizaciones,
logren empoderarse más, logren articularse, hacer alianzas entre ellos y
construyan una visión distinta de sociedad que le haga contrapeso al actual
modelo de desarrollo neoliberal y sobre todas las cosas a nuestro sistema
político que a todas luces se reconoce que está atravesando una crisis de
representatividad profunda. Está deslegitimado porque el sistema político se
hizo en dictadura entonces es evidente que hoy día este cuestionado y se
plantea desde muchos sectores la necesidad de cambiarlo, de transformarlo pero
desde el empoderamiento del pueblo y no desde una élite política.
-¿Qué
respuestas vienen obteniendo de parte del gobierno a sus demandas?
-La
respuesta del gobierno ha sido prácticamente nula en torno a nuestras demandas
estructurales. Lo que ha hecho el gobierno es sacar varios proyectos de ley en
materia educacional pero que son mero maquillaje al actual modelo, no cambian
el espíritu ni el diseño impuesto en dictadura para el sistema educativo.
Entonces nosotros tenemos la tarea de ver cómo hacer para que el movimiento
vaya tomando más fuerza y logre ya no pedirle a la derecha que haga cambios que
sabemos que no va a hacer. Tenemos que tomar en nuestras propias manos el
desafío de hacer las transformaciones materiales y eso es complejo porque
requiere un desarrollo de más largo plazo del movimiento social.
El gobierno
aunque podría hacer cambios más pequeños que no implicaran alterar tanto su
modelo ideológico para la educación, nos ha cerrado las puertas y dice que la
discusión democrática se da en el Parlamento y no con las organizaciones
sociales. Entonces su estrategia está en desviar el dialogo del mundo social y
llevarlo al Parlamento donde ellos tienen más posibilidad de maniobra.
-Ante la
falta de respuestas del gobierno, ¿qué perspectivas tienen sobre el camino a
seguir?
-Todas las
demandas de carácter estructurales que se están levantando de parte de las
organizaciones sociales tanto en el ámbito de la salud, de la educación, por
ejemplo la renacionalización de los recursos naturales en el norte,
difícilmente van a tener una respuesta por parte de la élite política bajo este
sistema político actual. Tenemos un sistema binominal que genera que para hacer
cualquier cambio constitucional se requiera quórum calificado y que no se pueda
lograr porque hay un duopolio político en el Parlamento producto del sistema
binominal de elecciones. Entonces si no cambiamos la institucionalidad política
y el sistema electoral es muy difícil que sólo a través de la movilización y la
exigencia a los actuales gobernantes se logren canalizar las demandas
estructurales.
Yo creo que
es más complejo de lo que nosotros esperamos y es bueno que sea así porque eso
nos llama a nosotros a ver que esto depende de un cambio más estructural y yo
creo que por ahí tiene que caminar esto. No estamos en un consenso pleno, hay
mucha diferencia dentro del movimiento y de la misma izquierda. Dentro del
movimiento hay diferencias en cuestiones de forma, en cuestiones de táctica
pero en la medida en que se va abriendo el debate se van dilucidando posibles
caminos. En algún momento vamos a tener que tomar una postura unitaria sobre
cómo trasformar nuestra institucionalidad política más allá de demandar
transformaciones en el ámbito de la educación, que son necesarias, pero por mas
que tengamos mucha fuerza en plantearlo no lo vamos a lograr con el actual
marco institucional.
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