sábado, 1 de diciembre de 2012

En Argentina es tiempo de abrir ventanas

El surgimiento del actual  modelo alternativo de desarrollo,  no  es más que  consecuencia del desastre al que condujo la aplicación a rajatabla del modelo neoliberal, el que provocó tremendas confrontaciones y conectó una bomba social que felizmente fue desactivada.  

José Luis Callaci* / Especial para Con Nuestra América
Desde San José, Costa Rica

Noviembre ha sido un mes de protestas en Argentina
En el mundo de hoy  no hay espacios en  que no existan conflictos. Los hechos que auguran cambios  se  multiplican, profundizan y acumulan. Ingresamos  a un futuro  que, aunque incierto, se vislumbra diferente, apasionante. Los caminos de los nuevos paradigmas y los modelos innovadores de desarrollo que van surgiendo no sabemos, a  ciencia cierta en qué se irán convirtiendo como tampoco lo supieron los que fueron  artífices de las grandes revoluciones y cambios en la historia de los pueblos.  El mundo es hoy una escuela para todos que  obliga a estar despiertos, prestos a la  atención y al aprendizaje continuo.

Agradecidos por lo logrado en los últimos años y al margen de las circunstanciales discrepancias con algunas acciones gubernamentales, conscientes  y no inducidas por los  bombardeos mediáticos, quisiéramos compartir  la siguiente reflexión en forma de preguntas: ¿Qué hace falta para que se despierte en muchos compatriotas la sensibilidad y esa capacidad de razonar que  los lleve a  apartarse de la irascibilidad y de esas oposiciones  recalcitrantes que les impide ver la realidad? ¿Qué hace falta  para que se superen  los heredados odios que obscurecen la inteligencia del corazón y de la mente y conducen a la obcecación, la intolerancia y el permanente mal ánimo?

El surgimiento del actual  modelo alternativo de desarrollo,  no  es más que  consecuencia del desastre al que condujo la aplicación a rajatabla del modelo neoliberal, el que provocó tremendas confrontaciones y conectó una bomba social que felizmente fue desactivada.  ¿Por qué tanta mezquindad en reconocer que  el mérito de ello se debe a la acertada conducción  de  los últimos gobiernos democráticamente escogidos  por el pueblo argentino?

No deja de sorprender ciertas conductas  de una parte de la ciudadanía, de edad un tanto avanzada  y de cierto nivel socio-económico   que  está siendo  beneficiada con el actual rumbo que lleva el país. Mostrar inconformidad con la obra de un gobierno, de cualquier signo ideológico que este sea, no es nada reprochable, es un acto plausible en toda democracia. Lo que realmente desconcierta es que si  por un lado  se reconoce estar mejor que antes,  por otro se  proliferan   improperios contra los gobernantes (algunos irrepetibles).

Se vocifera  sobre lo que se considera  malo sin siquiera  mencionar lo bueno;  abundan los  pronósticos de próximos cataclismos  y no hay espacios para las discrepancias  porque las cosas  “son así y ¡basta!”.  La exasperación llega al punto de romper una relación social o de trabajo. Si aceptamos la no comparación con las pasiones deportivas, es  tema entonces de  análisis,   porque nada tiene que ver con  inconformidades o simples malestares sociales y porque además  genera  desánimo  en las nuevas generaciones,  en cuyos hombros descansan hoy las principales tareas de resurgir el Ave Fénix de la Patria.

Flancos vulnerables, dirán algunos, que  bien lo explotan quienes a diario difunden  “noticias de  laboratorio” que otrora sirvieron para  apuntalar dictaduras. Para hacer esta reprochable faena - que bien podría calificarse de criminal y por esto ser juzgada-  cuentan con el  concurso de  adoradores del pensamiento único  y plumarios al  servicio  de obscenos intereses que  la mitad de su tiempo lo dedican a hacer predicciones y la otra mitad a explicar por qué estas no se cumplieron.

Si fueran fanáticos religiosos tal vez nos jurarían, como afirma un amigo,  que los huesos de los dinosaurios hallados en La Patagonia y estudiados por los científicos  fueron puestos  por Satanás con el fin de desacreditar la historia de Adán y Eva. Los argentinos pueden hoy  manifestar sus discrepancias con  libertad,  salir a la calle a protestar,  criticar a sus  gobernantes cuantas veces les venga en gana sin temor a que nadie por ello  les reprima. Este hecho irrefutable es una práctica digna de aplaudir.

Bienvenidas las manifestaciones y las críticas,  y las propuestas serias de cambios en la conducción nacional si estas se presentan. Bienvenidas las diferencias en una  democracia, siempre que no se irrespeten sus civilizadas reglas, por ejemplo que un  grupo social de inconformes se arrogue la representatividad del total  y que así se difunda.

Es tiempo de abrir ventanas.  Dejar que vientos de cambios recorran y refresquen los espacios,  eliminen las fetideces y todo  aquello que ha conducido  a inútiles y crueles  enfrentamientos entre argentinos.

Es  tiempo de mirarse  a los ojos y  sentir ser simples  ciudadanos, ni mejores ni peores.  Es tiempo de actuar con libertad, discutir y discutirse,  escucharse  más y también escuchar a otros de quienes hay mucho que aprender,  en cuenta el ser más tolerantes, mesurados y educados políticamente. Es tiempo de pensar y sentir, con cabeza y corazón propio,  de volver a creer y a soñar y de exigirse vivir unidos en las diferencias, nunca más separados en crueles enfrentamientos. Reconocer lo bueno  es  también hacer Patria  en favor del bienestar,  la felicidad y la paz de todo un pueblo.

*El autor es ciudadano argentino, radicado en Costa Rica desde hace cuarenta años, y consultor de agencias de cooperación internacional. José Luis Callaci, como  "argentino de nacimiento, costarricense por vocación y latinoamericano de corazón", se une al grupo de colaboradores de Con Nuestra América.

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