sábado, 5 de enero de 2013

Carlos Fuentes y Samuel Huntington

Leer la obra del escritor mexicano Carlos Fuentes es una invitación a evocar su pensamiento, su labor creativa y su lucha por la dignidad de nuestra América.

Jorge Núñez Sánchez /  Especial para Con Nuestra América
Desde Quito, Ecuador

Recuerdo que allá, por 2004, Fuentes rechazó mediante un artículo de prensa la inicua afirmación del sociólogo norteamericano, profesor de Harvard y ex Miembro del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos,  Samuel Huntington, de que los inmigrantes mexicanos y latinoamericanos, en general, eran para los Estados Unidos un “lastre empobrecedor”.

Años antes, en 1993, este sociólogo gringo había acuñado la teoría del “choque de civilizaciones”, afirmando que en el futuro “las grandes divisiones en el seno de la especie humana y la fuente dominante de conflicto serán culturales”. Como primer ejemplo, veía al islam como la fuente del conflicto con la cultura occidental. En ese marco de ideas, una década más tarde había escrito su ensayo “El desafío hispano”, donde elevaba a la categoría de teoría científica los argumentos de los racistas norteamericanos y alertaba a sus lectores WASP (blancos, anglo sajones y protestantes) sobre la presencia de unos “bárbaros latinos” que se habían infiltrado en los Estados Unidos y amenazaban con destruir desde adentro la civilización estadounidense.

Con un tono inocultablemente paranoico, les decía que los bárbaros latinos ya estaban entre ellos (“fregando vuestros platos, cuidando de vuestros hijos”), destruyendo su cultura nacional y amenazando con dominar su país mediante el uso de la bomba demográfica. “El desafío concreto más inmediato y más grave a la identidad nacional viene de la inmensa y continua inmigración procedente de América Latina, especialmente de México” alertaba, agregando que era poco probable que los latinos se asimilaran a la cultura norteamericana, dadas su falta de vocación democrática, su desapego al trabajo y su desprecio por el inglés.

Esa visión catastrófica y ruin de Huntington, que fuera criticada por la propia prensa liberal de EE. UU., motivó una brillante respuesta de Fuentes, quien escribió un artículo titulado "El racista enmascarado", publicado en el diario mexicano Reforma,  en el que denunció el sombrío pensamiento a como una formidable fuerza s Unidos coso del gobierno estadounidense de Reagan. Y en el futuro seguirospensamientopolítico del norteamericano y precisó que “el inmigrante mexicano, lejos de ser el lastre empobrecedor que Huntington asume, crea riqueza al nivel más bajo pero también al más alto (en Estados Unidos)".

"La nueva cruzada de Huntington va dirigida contra México y los mexicanos que viven, trabajan y enriquecen a la nación del norte", agregó Fuentes, denunciando que "para Huntington los mexicanos no viven -invaden-; no trabajan -explotan; y no enriquecen -empobrecen, porque la pobreza está en su naturaleza misma. Todo ello, añadido al número de mexicanos y latinoamericanos en Estados Unidos, constituiría una amenaza para una cultura que (el profesor de Harvard) sí se atreve a decir por su nombre: la Angloamérica protestante de raza blanca".

Eso no fue el único combate de Fuentes en defensa de nuestra América. Años antes, este diplomático mexicano, de vasta cultura y vocación universalista, había defendido la soberanía de Nicaragua ante los ataques y el acoso del gobierno estadounidense de Reagan. Y en el futuro seguiría defendiendo la presencia y acción de los inmigrantes latinos en Estados Unidos, a los que veía como una formidable fuerza social y cultural, capaz de recrear, dinamizar y humanizar la propia cultura norteamericana. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente artículo del doctor Jorge Núñez. Saludos.

Anónimo dijo...

Los Estados Unidos ya no son nada sin los latinos; es más, la inmigración latina sostiene, fortalece a los Estados Unidos. La próxima minoría norteamericana será la de los WASP. La posición de Fuentes ante Huntington es irrebatible, lastima que en los últimos años de su vida vendiera sus conocimientos -que fueron muchos- a grupos decadentes con muy pocas posibilidades de defensa.