La mejor forma de
contrarrestar los intentos opositores de crear un clima de inestabilidad y
excepcionalidad ha sido la articulación del apoyo popular con el normal
funcionamiento de los poderes del Estado en sus diferentes ámbitos.
Alfredo Serrano Mancilla e Iñigo Errejón * / Página12
El apoyo popular: clave del proceso revolucionario. |
Desde el anuncio de la
reaparición de la enfermedad del presidente venezolano Hugo Chávez, el
oligopolio mediático internacional, marcadamente conservador y liderado por empresas
españolas y norteamericanas, y la derecha política venezolana se lanzaron a una
campaña destinada a producir una imagen: la de la “crisis de gobernabilidad” y
necesaria transición –palabra jamás usada para los sistemas políticos
liberales, destinada a erosionar la legitimidad democrática en Venezuela–. Un
relato, como todos, orientado a modificar el escenario político y convertirse
así en realidad. Para su desilusión, el ínterin político marcado por la
enfermedad y la falta del presidente se ha desarrollado hasta ahora dentro de
los contornos de un gran consenso: el respeto a la Constitución bolivariana de
1999 y a la voluntad popular expresada con extraordinaria frecuencia en las
urnas en el sistema político venezolano. El discurso de la transición, así, ha
demostrado tener tan poco asidero en la realidad sociopolítica del país como
aquel de la victoria opositora fabricado ad hoc para las últimas elecciones
presidenciales. De nuevo, una de las principales dificultades opositoras en
Venezuela estriba en creerse sus propios ejercicios de wishful thinking (expresión de deseo).
Estos primeros días del
gobierno chavista reelecto han estado marcados por el desarrollo institucional,
tanto en la Asamblea Nacional, que abrió el 5 de enero el nuevo período legislativo,
como en el Ejecutivo, que enfrenta ya las tareas más urgentes de gestión. El
chavismo, como la identidad política mayoritaria con el respaldo de las urnas y
motor de los cambios históricos del país, afronta el reto de traducir en lo
concreto el Programa 2013-2019 por la Patria Socialista. En este marco, una de
las principales banderas programáticas en la campaña electoral presidencial fue
sin duda el compromiso de entender “la gestión como nuevo tiempo de la
política” para sedimentar la nueva correlación de fuerzas en políticas públicas
que sigan modificando la cotidianidad en beneficio de las mayorías sociales. La
gestión pública socialista eficiente se convierte así en el gran reto
transversal para la profundización e institucionalización del nuevo tiempo en
Venezuela.
La mejor forma de
contrarrestar los intentos opositores de crear un clima de inestabilidad y
excepcionalidad ha sido la articulación del apoyo popular con el normal
funcionamiento de los poderes del Estado en sus diferentes ámbitos. El primer
momento relevante en esta estrategia fue la convocatoria por parte del
vicepresidente Ejecutivo Nicolás Maduro, del Consejo Federal de Gobierno,
ámbito de coordinación territorial con los organismos subnacionales, en un
hecho que representó el principio de un nuevo período de gobierno 2013-2019. De
esta forma, y frente a los discursos de la “crisis de gobernabilidad”, se
comenzaba a integrar la intensa pugna política en el marco de la normalidad
institucional y en los diferentes espacios para la representación de la
pluralidad política. Otro hecho distinguido en estos primeros días de gestión
ha sido la entrega de la Memoria y Cuenta del pasado año por parte de Maduro en
la Asamblea Nacional, de manera muy breve para ceñirse al mandato constitucional
en previsión de la ausencia del presidente. Esta dinámica ha continuado con la
designación de Elías Jaua como canciller, que ya ejerce una intensa agenda de
relaciones internacionales obteniendo, por ejemplo, el apoyo explícito de su
homóloga colombiana.
En materia económica el
gobierno ha retomado ya los esfuerzos para la consecución del gran objetivo de
la nueva economía productiva en favor de los venezolanos. Para este logro, el
ministro de Economía Giordani acaba de anunciar una notable inversión de 500
mil millones de dólares para el nuevo período 2013-2019. Además, se han ya
anunciado medidas para fortalecer los incentivos para mayor crédito destinado a
la inversión productiva. Todas estas medidas estrechan el espacio para el
discurso de la inestabilidad y responden al mandato popular democrático en el
sentido de la continuidad del proceso de cambio social.
Los próximos meses van
a ser clave en un proceso político que es asimismo decisivo en el continente
americano. En el horizonte del corto-medio plazo aparecen nítidamente unas
elecciones presidenciales a las que la oposición llega falta de iniciativa y
lamiendo aun sus heridas políticas, pero conservando sus fuentes de poder
elitista: mediáticas, financieras y culturales. El chavismo, por su parte, afronta
su consolidación como proyecto de país e interpelación mayoritaria sostenible
más allá del nombre propio en el que cristaliza como identidad. La pugna, no
obstante, se libra sobre un terreno político y social marcado por 14 años de
expansión democrática, recuperación soberana y redistribución del excedente
económico. Un proyecto validado en dieciséis ocasiones en las urnas en sus
catorce años.
* Doctor
en Economía y doctor en Ciencias Políticas. Miembros de la Fundación CEPS.
No hay comentarios:
Publicar un comentario