En 2013 se cruzarán la
campaña electoral y la coyuntura económica. La economía panameña crece a una
tasa del 10 por ciento anual. Sus beneficios sólo llegan a los especuladores
del sector servicios, privilegiados por la legislación vigente. Mientras unos
pocos se enriquecen, la gran mayoría de los panameños se empobrece al ritmo de
las políticas de desregulación, flexibilización y despojo.
Marco A. Gandásegui, h. / ALAI
El nuevo año 2013 se
inicia en Panamá bajo el signo de la incertidumbre. En la esfera política, los
planes de los sectores que tienen el poder no son muy claros y se puede esperar
cualquier desenlace. En lo económico, el boom que se inició hace cinco
años con las altas tasas de crecimiento podría comenzar a menguar. En lo
social, todo indica que las reivindicaciones populares continuarán generando
movimientos cada vez más grandes. En política exterior, el gobierno seguirá a
la deriva, a la cola de proyectos ajenos a los intereses del país.
Hay algunos puntos que
requieren un análisis aparte como son el sentir profundo del panameño. ¿Qué proyectos
estamos elaborando para las próximas generaciones? En la actualidad, el país
ignora el perfil del panameño que queremos para el siglo XXI. ¿Tendrá las
cualidades de un estadista, de un científico o de un especulador?
Los partidos políticos
panameños están en quiebra programática y moral. A pesar de ello, buscan los
recursos para financiar sus campañas que culminarán en mayo de 2014. El partido
de gobierno, Cambio Democrático (CD), ha dado muestras de su estrategia
electoral con la campaña de repartición de jamones durante las recientes
fiestas de fin de año. Reconocen que no tuvieron plan de gobierno al llegar al
poder en 2009 y no presentarán programa alguno en la campaña que se avecina.
Sus más altos dirigentes han confesado que su objetivo estratégico es hacer
negocios. Durante el año y medio que les queda en el gobierno, continuarán con
su política de despojo de las enormes riquezas que ofrece la posición
geográfica de Panamá.
A pesar de tener tres
años y medio en el poder, el CD no tiene un candidato viable como sucesor del
presidente Ricardo Martinelli. Muchos de sus dirigentes verían con buenos ojos
una solución anticonstitucional al dilema: la reelección.
El Partido Panameñista,
por su lado, tiene un candidato que se lanzó al ruedo electoral hace un lustro.
El actual vicepresidente, Juan C. Varela, sin embargo, no logra presentar una
alternativa convincente. El presidente Martinelli rompió su alianza con Varela,
lo destituyó como Canciller y le “compró” la mitad de su bancada
legislativa (los tránsfugas). La pelea ha durado varios “rounds” y todos
han sido ganados por Martinelli.
Incluso, Martinelli ha
lanzado como posible candidato del CD al actual vicepresidente del Partido
Panameñista, Alberto Vallarino, y también a Alberto Alemán Zubieta, quien fue
administrador de la Autoridad del Canal de Panamá por 16 años y figura cercana
al caudillo panameñista, Arnulfo Arias.
En el Partido
Revolucionario Democrático (PRD), fundado por el general Omar Torrijos en 1978,
surgió como líder el ex-alcalde de la ciudad de Panamá, Juan C. Navarro.
Envuelto en un optimismo desbordante sus partidarios lo consideran el favorito
para las elecciones de 2014. Calculan que el pueblo panameño está agotado por
los desmanes de Martinelli y que no confían en Varela. Sin embargo, no
presentan (aún) un programa de gobierno. En sus discursos Navarro dice que no
permitirá que la corrupción se adueñe del país y le dará seguridad a la
ciudadanía. Sin embargo, no dice cómo.
FRENADESO está luchando
por inscribir su partido popular, Frente Amplio por la Democracia. Tiene un
programa anti-neoliberal. Los panameños, gracias a una decisión de la Corte
Suprema de Justicia en 2009, pueden inclinarse por los candidatos
independientes a la Presidencia de la República. Mientras que los partidos
políticos tienen maquinarias bien aceitadas, los independientes cuentan con
pocos recursos. Juan Jované, por ejemplo, quien goza de mucha popularidad y
tiene una propuesta de gobierno coherente, no recibirá para su campaña el
aporte del Tribunal Electoral que reciben los partidos políticos.
En 2013 se cruzarán la
campaña electoral y la coyuntura económica. La economía panameña crece a una
tasa del 10 por ciento anual. Sus beneficios sólo llegan a los especuladores
del sector servicios, privilegiados por la legislación vigente. Mientras unos
pocos se enriquecen, la gran mayoría de los panameños se empobrece al ritmo de
las políticas de desregulación, flexibilización y despojo. El sector
agropecuario está en quiebra y el sector manufacturero se estancó hace años.
Los empleos son informales y los trabajadores precarios no pueden llevar a sus
hogares lo que necesitan sus miembros para convertirse en panameños
productivos.
Esta combinación es
explosiva y en diferentes momentos del pasado reciente el gobierno ha tenido
que sacar sus tropas militarizadas para reprimir las protestas populares. Las
heridas están abiertas. Los trabajadores, los campesinos, indígenas, así como
profesionales han anunciado que no descansarán en 2013 hasta lograr sus
objetivos. Los ngobe-buglé, los colonenses, los educadores, trabajadores de la
salud y otros sectores se preparan para salir a las calles.
La política del actual
gobierno ha sido contraria a los anhelos populares. A los trabajadores no les
reconocen sus derechos a organizarse en sindicatos. A los educadores y a los
trabajadores de la salud los mantienen arrinconados y con salarios muy por
debajo de sus aspiraciones. En el campo, los agricultores han perdido sus
mercados tradicionales. El descontento puede llegar a un punto de ebullición
que cambie totalmente el panorama político en 2013.
Panamá, 3 de enero de 2013.
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