Juan J. Paz y Miño Cepeda / El Telégrafo
El presidente Rafael Correa parte como favorito para ganar las elecciones del mes de febrero. |
El año 2013 se inicia,
para Ecuador, con un proceso electoral en marcha, que culminará el 17 de
febrero con las elecciones para el Ejecutivo y el Legislativo. Son 8 los binomios
legalmente inscritos para la Presidencia y Vicepresidencia de la República.
Quienes los encabezan son: Guillermo Lasso, por CREO; Lucio Gutiérrez, por
Sociedad Patriótica; Álvaro Noboa, por Prian; Nelson Zavala, por PRE; Norman
Wray, por Ruptura-25; Mauricio Rodas, por SUMA; Alberto Acosta, por
Unidad-Plurinacional de las Izquierdas; y el actual presidente, Rafael Correa,
candidato de Alianza PAIS.
La Constitución
vigente, aprobada por referéndum en 2008, prevé la segunda vuelta entre quienes
ocupen el primero y segundo lugar en las votaciones, que se realizaría el 7 de
abril, si es que el candidato triunfante no obtiene una mayoría consolidada frente
a su inmediato seguidor.
Desde la perspectiva
histórica, el proceso electoral ecuatoriano afirma la democracia
representativa, iniciada en 1979 con el retorno al orden constitucional después
de una década de dictaduras militares. Pero con un contraste evidente frente a
ese pasado, porque entre 1996 y 2006 hubo siete gobiernos, una dictadura
nocturna y efímera y los únicos tres presidentes electos por votación popular
(Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez) fueron derrocados por el
estallido de impresionantes movilizaciones ciudadanas en su contra.
En cambio, entre 2007 y
2012 el gobierno de Rafael Correa consolidó la institucionalidad del Ejecutivo,
incluso superando el intento de golpe de Estado que se produjo el 30 de
septiembre de 2010. De triunfar nuevamente la candidatura de AP, Rafael Correa
deberá ejercer la presidencia hasta 2017.
Sin duda, las
expectativas nacionales giran en torno a los candidatos presidenciales. Y las
encuestas políticas privilegian ese fenómeno. Pero son igual de importantes las
elecciones para asambleístas, ya que el futuro mandatario tendrá que contar con
un Legislativo que favorezca sus acciones de gobierno y no que las entorpezca,
como fue usual en la “pugna de poderes” que nació al mismo tiempo que se
iniciaba la fase de democracia constitucional más larga en la historia
ecuatoriana.
Contar con un Ejecutivo
que, además, tenga una mayoría efectiva en el Legislativo será no solo un
asunto de gobernabilidad democrática, sino necesario para avanzar en una serie
de obligatorias transformaciones que impone la Constitución de 2008 y que
todavía están pendientes.
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