Conferencia de Ignacio
Ramonet, periodista, profesor universitario y reconocido teórico de la comunicación, en la III Conferencia Internacional “Por el Equilibrio del Mundo”,
La Habana, 29 de Enero de 2013
Ignacio Ramonet / CUBADEBATE
Ignacio Ramonet. |
Muchas gracias, bueno, quiero agradecerle primero a Armando Hart, a
todos los compañeros y compañeras que han organizado este importantísimo
evento, por haber tenido la gentileza de invitarme. Quiero agradecerle al amigo
Atilio Borón, de haber tenido también la amabilidad, la gentileza, de haber
cedido el puesto de hoy para que yo pudiese hablar mientras que el habló ayer,
en la medida en que también tengo que disculparme porque no pude llegar a
tiempo ayer para la conferencia que estaba prevista el primer día de este
congreso por razones técnicas del viaje.
Quiero también expresar mi placer, mi alegría de estar de nuevo aquí
en este país, en este pueblo, con este pueblo revolucionario; es siempre para
mí una gran alegría, un gran placer hallarme aquí.
Estamos todos, me imagino, aún bajo el shock, la conmoción brutal, de
una de las mayores manipulaciones mediáticas de la historia: la que cometió el
diario El País, de Madrid, el jueves pasado, como saben ustedes, cuando publicó,
en portada y en todas sus ediciones digitales, una fotografía falsa, en la que
supuestamente, aparecía entubado, en plena operación quirúrgica, pretendidamente,
el presidente venezolano Hugo Chávez, a quien desde aquí quisiera que
enviásemos un gran abrazo de amor y de solidaridad; con nuestros deseos de que
se restablezca lo más pronto posible.
Esa foto, como saben, era falsa; está demostrado. El propio periódico
admitió finalmente que la fotografía era falsa y retiró su edición, pero
decenas de miles de ejemplares habían circulado ya. Lo que digo y lo que
pensamos es que aunque hubiese sido auténtica esa foto, el crimen contra la
ética no hubiese sido menor, por tratarse de un atentado contra la vida
privada, íntima, de cualquier persona y por tanto ese diario demostró en cierta
medida un desprecio del ser humano; y yo quisiera recordar aquí tres citas de
José Martí como periodista y como teórico del periodismo sobre esta cuestión
del comportamiento del periodista, ante un problema ético y moral.
Dice Martí: “No merece escribir para los hombres quien no sabe
amarlos”; como demostró ese diario que no sabe amar a los hombres.
Dice Martí: “Si el periodismo ha de ser un culto, que lo sea a la
virtud; no debe hacerse de la pluma arma de satírico, sino espada de
caballeros”, cosa que no supo hacer ese periódico de Madrid.
Y dice Martí: “Da grima, da pena, creer que puede haber criaturas que
por dinero, abran a los paseantes esta arca santa de los pueblos que debe ser
la prensa. No hay monarca como un periodista honrado”.
O sea, que Martí ya había previsto casos como esto desde hace siglo y
medio y ya anticipaba precisamente qué tipo de reglas morales hay que tener
ante ciertas situaciones. Ese acto deshonroso del diario El País, demuestra el
nivel miserable en el que ha caído una cierta prensa que se pretende objetiva y
hasta progresista, pero que revela aquí en esta situación, en este tipo de
situaciones, una vez más, su obsesión sistemática contra la Revolución
Bolivariana; igual que la muestra contra la Revolución Cubana, igual también
con la Revolución Ciudadana de Ecuador.
Este nuevo atentado mediático contra Chávez, forma parte de la campaña
de intoxicación permanente que muchos medios internacionales, realizan contra
las experiencias progresistas que se están llevando a cabo hoy en América
Latina en un marco perfectamente democrático. Aquí en América Latina, son los
grupos mediáticos locales los que se hacen eco de esas campañas internacionales
con sus propias guerras sucias contra los gobiernos progresistas. Es importante
ver como hoy, son los medios de la oligarquía, los que han asumido un rol
político de oposición contra los gobiernos democráticos neo progresistas.
Es una batalla violenta que se está llevando a cabo en Venezuela, pero
también en Ecuador, en Bolivia, en Argentina, en Brasil y en otros países,
donde los latifundistas mediáticos tratan de frenar, -a veces con
manipulaciones-, las reformas progresistas democráticas que se están llevando a
cabo. En algunos países como Honduras y Paraguay son los medios los que han
tomado la dirección ideológica de la contrarrevolución y alentado y acompañado,
cuando no dirigido, los golpes de Estado contra Manuel Zelaya y Fernando Lugo.
Todo esto está ocurriendo curiosamente, en un momento en que la prensa
escrita y los medios tradicionales viven un momento de agonía, podríamos decir,
de fin de época, de fin de era. Los medios tradicionales: la prensa, la radio,
la televisión tradicional, la información en esos medios, está viviendo la
mayor crisis de la reciente historia mediática. Un momento en que se está
produciendo a escala mundial lo que podríamos llamar una gran extinción de la
prensa escrita y un momento en que Internet y las redes sociales digitales de
tipo Facebook, de tipo Twitter, se están desarrollando a un nivel y a una
velocidad exponencial.
Hoy día, algunas de las mayores comunidades humanas, ya no son países,
por muy poblados que sean, sino que son comunidades digitales. Facebook son
casi mil millones de usuarios, Twitter son unos seiscientos millones de
usuarios. Cada día se conectan a Google más de mil millones de personas. Cada
día se crean unos 100 mil blogs, o sea, unos 36 millones de blogs nuevos al
año, que se añaden a los 300 millones de blogs ya existentes. El volumen de la
información digital es cada día más de 10 veces superior al volumen de la
información impresa tradicional.
La era Gutenberg se termina y la era Web comienza. Y en este contexto
la pregunta que nos hacemos es ¿qué haría hoy el joven Martí para difundir sus
ideas? Y yo pienso que si Martí tuviese hoy dieciséis años, digamos, sería sin
discusión un bloguero, un facebuquero, un twittero. ¿Por qué lo afirmo? Porque
todos sabemos que José Martí fundó a los dieciséis años su primer periódico,
que se llamaba El Diablo Cojuelo. Lo fundó aquí, en La Habana, en la calle
Obispo, el 14 de enero de 1869. Dieciséis años tenía, una precocidad
excepcional, pero una precocidad que se entiende en un joven inquieto.
En el primer número de ese diario, en el editorial que escribía José
Martí, de ese diario que el creaba a los dieciséis años, escribe Martí lo
siguiente: “Nunca supe yo lo que era el público, ni lo que era escribir para
él” -escribir para el público- “más a fe de diablo honrado, aseguro que ahora
como antes, nunca tuve tampoco miedo de hacerlo”. O sea que ese joven de
dieciséis años no tenía miedo de dirigirse al público, exactamente como
cualquier adolescente joven de hoy, facebuquero o bloguero, o twittero que no
tiene miedo de escribir para el público, para un público que desconoce; y no
solo escribir, sino difundir fotos o videos en Youtube o en otras redes
sociales. En eso, José Martí, como en otras cosas, era un joven moderno, era un
joven de su tiempo, era un joven de la modernidad de su tiempo, porque en 1869,
el periodismo, de hecho, estaba naciendo. Antes no había periodismo. El
periodismo, digamos industrializado, el periodismo de masas, no existía antes
de los años ´60.
Año 1869, acaba de terminarse la guerra de secesión en Estados Unidos,
arranca la industrialización norteamericana, como se está desarrollando también
en Inglaterra, y surge, se crea en ese momento, el periodismo moderno, el
periodismo de masas. El periodismo se había inventado un siglo antes, pero era
un periodismo para decenas de personas, no para miles, o decenas de miles, o
centenares de miles de personas. Era un periodismo cuyas publicaciones se
hacían esencialmente mediante la prensa, por eso se llama la prensa, la prensa
de tipo gutemberiana, que aplastaba una hoja de papel sobre un relieve
tipográfico hecho en plomo y salían unas cuantas hojas, unas gacetas, una hoja.
Se llamaba a veces La Hoja de “tal lugar”: una simple hoja con dos caras y
evidentemente no tenía un gran alcance.
Para que la prensa llegue a tener un alcance importante, hace falta
que ocurran varias transformaciones importantes. Primero, que una parte
importante de la población esté alfabetizada. En las sociedades
mayoritariamente analfabetas, poca prensa había, sino en las grandes ciudades y
en algunos barrios de las grandes ciudades. Hacía falta también que hubiese
instrumentos, herramientas, que hubiese máquinas que permitiesen la edición,
rápidamente, en unas cuantas horas de la noche, de miles o decenas de miles, o
centenares de miles o millones, -al final del siglo XIX-, de ejemplares que
iban a ser vendidos por la mañana y para eso hubo que inventar la linotipia,
hubo que inventar la rotativa, que no existían antes.
También tenía que existir un material poco caro que permitiese
precisamente que ese diario impreso se vendiese a un precio barato. Ese
material es el papel de nuevo tipo, el papel de periódico, el papel hecho a
base de pulpa de árbol y no el papel que existía antes, que era a base de
tejido y que costaba muy caro, que no hubiese permitido tener periódicos de
amplia difusión.
Entonces hay que inventar ese tipo de papel y también se necesita
libertad, se necesita la libertad de imprimir. Es interesante observar lo
siguiente sobre este último aspecto, que coincide con lo que estoy diciendo:
Martí, joven de su tiempo, en cuanto las condiciones estaban reunidas, es decir
hay una imprenta que puede multiplicar los diarios, hay una clase social, una
categoría social suficientemente amplia para leer, para saber leer la prensa y
hay libertad, en ese momento, José Martí crea su periódico.
Digo es interesante observar lo siguiente: ¿desde cuándo hay libertad
de imprenta en Cuba? Bueno, la libertad de imprenta, curiosamente, la da por
primera vez un General, un Capitán General colonial, español, se llamaba
Domingo Dulce, que firma un decreto que por primera vez propugna la libertad de
imprenta. ¿Cuándo lo da? Lo da exactamente el 9 de enero de 1869. Cinco días
más tarde, cinco días, José Martí crea su periódico. O sea, como ven este joven
era un joven que estaba esperando con dieciséis años la oportunidad para
intervenir y para crear un periódico moderno. No olvidemos que Martí será
esencialmente un periodista, un periodista obviamente comprometido, pero
periodista, periodista en EEUU para periódicos norteamericanos, periódicos
cubanos, periódicos mexicanos, venezolanos, centroamericanos, argentinos,
periodista que escribe en cantidad de diarios y que vive la efervescencia que
se vivía en el Nueva York industrializado, nuevamente industrializado de aquel
momento del siglo XIX.
Es esencialmente un periodista. Difunde esencialmente su idea, su
manera de ver el mundo. Juan Marinello, inmenso intelectual cubano, define de
esta manera el trabajo de José Martí, dice: “Parece innegable que fue el
periodismo, un periodismo distinto”, dice Marinello, “en el que se vuelcan el
gran escritor, el gran revolucionario y el gran artista, el campo donde José
Martí alcanza su más alto nivel”. Efectivamente, como periodista; como
periodista comprometido.
Martí no solo publica principalmente en los periódicos la mayor parte
de su obra, sino que esta es esencialmente una constante crónica periodística,
en la que Martí no solo recoge lo más importante de la actualidad política y
artística de su época, sino también los grandes acontecimientos históricos y
también los pequeños sucesos diarios. O sea que Martí se comporta como alguien
que mantuviese un blog diario sobre lo que ve, lo que observa, lo que lee, lo que
frecuenta, etc., una especie de diario personal que es también diario de un
testigo y, siempre al servicio de causas nobles, evidentemente, con una alta
concepción de lo que debe ser el periodismo. Siempre al servicio de la libertad
de Cuba, siempre al servicio de la integración latinoamericana, siempre al
servicio de la perfección del ser humano, siempre al servicio del bienestar de
la humanidad.
Él mismo define el periodismo, o al periodista, como un soldado de la
palabra; es decir, alguien que está luchando con un arma que le es particular
que es la palabra, la palabra escrita, la palabra difundida rápidamente,
inmediatamente, efímeramente para defender una concepción humana. De hecho,
está ya comportándose como un facebuquero o un twittero; basta con ver los
tuits que envía constantemente el presidente Chávez antes de su enfermedad, en
todo caso y que mantiene la actividad cotidiana, digamos, de sus
preocupaciones. Es evidentemente un bloguero, o un twittero o un facebuquero,
pero siempre al servicio del progreso humano, de la ética y siempre contra la
reacción, siempre con una misma generosidad, que es un ejemplo para todos los
periodistas.
Dice José Martí sobre este aspecto: “El desinterés del periodista es
esencial. Aflige cobrar por lo que se piensa y más si, como se piensa, se ama.
Un periódico sin generosidad, dice Martí, es un azote. Un periódico generoso es
una columna”.
O sea que, tiene una concepción extremadamente generosa de lo que debe
ser el combate periodístico. Esta frase de él, esta frase “Un periódico sin
generosidad es un azote”, como lo ha demostrado miserablemente El País el
jueves pasado, “Un periódico generoso es una columna”, como lo demuestra la
obra entera de José Martí.
Esta frase es una frase en la que todos los jóvenes periodistas
digitales, todos los jóvenes periodistas de hoy, deberían meditar. En un
artículo teórico, he dicho antes que José Martí no solo fue periodista, sino
que fue un teórico del periodismo. En un periódico teórico publicado ya al
final de su vida en 1892, en el periódico Patria, Martí define al periodista de
diario de la manera siguiente, dice: “Que no haya una manifestación de la vida
cuyos diarios accidentes no sorprendan al diarista. Eso es hacer un buen
diario”, dice él.
Pero en realidad podríamos aplicarlo, por ejemplo, a Twitter esa
frase. Podríamos decir con Martí que no haya una manifestación de la vida cuyos
diarios accidentes no sorprendan al twittero, eso es tener una buena cuenta
Twitter. O sea que, lo que he tratado de demostrar es que, Martí, con una
concepción elevada, exigente, comprometida del periodismo, también tiene una
concepción de la intervención inmediata como lo permiten hoy, los digamos los
medios digitales y en ese sentido, Martí es a la vez, un gran periodista y un
gran revolucionario.
Muchas gracias.
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