Desde el martes 29 de
enero, el ex dictador guatemalteco Efraín Ríos Montt ocupa el banquillo de los
acusados. Al mejor estilo de las causas y condenas contra los represores
argentinos, la justicia chapina acaba de dar un primer paso histórico contra la
impunidad reinante desde hace cuatro décadas enese país. La comunidad
internacional mira con júbilo y respeto hacia las autoridades judiciales
centroamericanas.
Sergio Ferrari* / Para Con Nuestra
América
Desde la
ONU, Ginebra, Suiza
Ríos Montt, el represor metamorfoseado. |
Este jueves 31 de enero
el juez guatemalteco Miguel Ángel Gálvez
confirmó la apertura de la recolección de pruebas contra el ex dictador
guatemalteco. Dos días antes, el 29
de enero, Gálvez había hecho pública su decisión de elevar a juicio la causa ya
existente contra Ríos Montt y su jefe de inteligencia militar en los años
ochenta, el ex general Mauricio Rodríguez Sánchez. Falta confirmar todavía la
fecha del inicio del juicio y la conformación del Tribunal de Sentencia.
La justicia
guatemalteca acusa a ambos militares de la matanza de 1.770 indígenas mayas
ixiles en el norteño departamento del Quiché, uno de los hechos más cruentos en
la guerra de casi cuatro décadas -entre
1960 y 1996- que sufrió ese país centroamericano. Con un corolario de más de
200 mil víctimas, entre muertos y desaparecidos.
Ríos Montt, general
transformado en político; genocida metamorfoseado en diputado; católico romano
reconvertido en ministro de culto de la ultraconservadora iglesia del Verbo
Divino se confronta ahora a un juicio pospuesto desde años.
Comisión de Naciones Unidas esperanzada
“Tarde o temprano la
justicia debe aclarar los crímenes
cometidos por cualquier persona sin distingos de clase ni de rango” puntualizó
la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG).
El comunicado público
conocido en Ginebra saluda el proceso contra esos ex funcionarios “y contra
todo aquél que infrinja las leyes guatemaltecas”.
“Es una clara señal
para el pueblo de que ninguna persona puede estar por encima de la ley”,
enfatiza.
La Comisión, creada en
2007 a partir del acuerdo de las Naciones Unidas y el Gobierno guatemalteco,
busca reforzar la lucha contra la impunidad y las violaciones de los derechos
humanos.
Genocidas en la mira
“El inicio del proceso
es una muy buena noticia. Finalmente la justicia guatemalteca, luego de once
años de lucha, logró abrir este juicio, que es histórico, contra dos personeros
acusados de genocidio”, expresó Alma Noser, responsable del trabajo para
Guatemala de parte de la sección suiza de Amnistía Internacional (AI).
Noser, que desde años
sigue de cerca los derechos humanos de ese país centroamericano, recuerda que
“bajo el Gobierno de Ríos Montt y bajo la responsabilidad directa de Sánchez,
se promovieron varias campañas de tierra arrasada, que condenaron al terror y a
la muerte a numerosas comunidades indígenas y campesinas que vivían en zonas
atravesadas por el conflicto armado”.
La filosofía de los
militares en esa etapa, recuerda Alma Noser, era “de quitar el agua al pez”, es
decir golpear a las comunidades que ellos consideraban como base social de la
guerrilla.
Con ese pretexto,
recuerda la portavoz de AI, numerosas comunidades fueron arrasadas del mapa.
“Los que pudieron huyeron a México o a las montañas donde sobrevivieron en
condiciones miserables durante muchos años”.
Síndromes de la represión
Todavía hay familiares
que siguen buscando a sus muertos o desaparecidos, sea en fosas comunes o en
archivos del ejército o del Estado, explica Noser al recordar que esos hechos
producidos hace casi 30 años, “siguen teniendo repercusiones y produciendo
síndromes brutales en la actualidad”.
Entre el ayer y el hoy
hay una relación estrecha en la historia guatemalteca, insiste Alma Noser. De
ahí que este “juicio histórico, signifique un gran paso reparador, un esfuerzo
contra la impunidad”.
La decisión de la
justicia guatemalteca “debe servir para enviar un mensaje a muchos otros
acusados de crímenes de guerra”, insiste la responsable de AI/Suiza para
Guatemala.
Quien subraya “que no
puede haber paz, justicia y reconciliación sin un juicio justo contra los
responsables”. Recordando que esta decisión “significará una gran satisfacción para los familiares de las miles de víctimas
del genocidio. Me alegro muchos por ellos y con ellos”, concluye.
La victoria de los familiares
Concepto que comparte
Anna Leissing, coordinadora de la Red Guatemala de Berna. “Los familiares de
las víctimas han demostrado un valor enorme, un coraje de dimensiones
titánicas. No es fácil confrontarse con los responsables de los genocidios y
presionar para que sean juzgados”, insiste.
Y ese compromiso,
reflexiona Leissing, “debe ser un estímulo para la sociedad civil internacional
y la solidaridad en general, para seguir acompañando y presionando a las
autoridades guatemaltecas. Y asegurar que este primer paso de un juicio
histórico en marcha prospere y se salde
con condenas firmes”.
Para todo esto “es fundamental
que se asegure una buena información y se refuercen las redes de solidaridad
fuera de Guatemala. Y que la sociedad civil internacional y los gobiernos
acompañen políticamente y sigan atentos. El sistema allá es sumamente frágil y
es importante reforzarlo”, puntualiza.
Es esencial que la
comunidad internacional mantenga su presencia política y aumente el apoyo a
instituciones y proyectos, como la Comisión Internacional contra la Impunidad y
la Fiscalía del Estado. “Así como a otras iniciativas que abogan contra la
impunidad, trabajan a favor de la
reconstrucción de la memoria, y en defensa de los derechos humanos, económicos,
y sociales de la población”, concluye.
*Sergio Ferrari, en
colaboración con swissinfo.ch
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