El País, nacido del falangismo franquista de ultra derecha, y que sin
escrúpulos se pasó a la socialdemocracia en su pleno apogeo, hoy no encuentra
cabida ni en una ni en otra porque los espacios se van cerrando para los de su
calaña porque, como dice el dicho, “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que
lo resista”.
Sergio
Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela
El diario El País fue
fundado en 1976, pocos meses después del fin de la dictadura de Francisco
Franco. Jugó un papel importante en la transición española hasta transformarse
de hecho en el vocero de los sectores de la socialdemocracia que enfrentaban al
fascismo remanente de la dictadura enquistada en el Partido Popular (PP). Visto
en el tiempo, El País ha estado más
vinculado al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) que al PP, sin embargo,
los antecedentes de algunos de sus fundadores están claramente imbricados en el
franquismo, en particular su fundador y primer director José Luis Cebrián. Así
mismo, ha sido un medio de comunicación
de orientación monárquica, lo cual es clara expresión de su ideología
retrógrada y atrasada.
Su talante democrático y su relación con la socialdemocracia de la
época en que fue fundado tuvo, (visto su accionar de los últimos años) un
marcado interés oportunista, vinculado a la necesidad de insertarse en un
mercado editorial que se abría a la democracia después de décadas de
oscurantismo, represión y predominio de las ideas conservadoras.
Su apego a la monarquía lo llevó a asumir una osada posición durante
el golpe de estado del 23 de febrero de 1981. Cebrián se aleja del franquismo
cuando ve que su aureola había fenecido y que los tiempos apuntaban en otra
dirección. Eso llevó a El País al pináculo de la popularidad y
la fama, sus ventas se dispararon transformándose en actor protagónico de la
joven democracia española. Su alianza con el gobierno socialdemócrata de Felipe
González estableció un vínculo que fue símbolo de la mancomunidad de poderes
que sostuvieron durante muchos años el modelo español de democracia
representativa, en este caso bajo la sombra de la monarquía que tutelaba la
tramoya de la “España del primer mundo”.
La derecha se transformaba en “demócrata” y con ella el Grupo PRISA
cuyo emblema mayor era El País,
aunque hoy, ya es también propietario de
las radios SER en España, Caracol Radio en Colombia, Radio Continental en
Argentina, entre otros medios de comunicación. También es dueño de la operadora
de televisión paga Sogecable y el grupo editorial Santillana que posee las
editoriales Santillana, Alfaguara, Taurus y Aguilar.
En esos años, América Latina estaba plagada de dictaduras, y era a la
vez un mercado potencial de 300 millones de lectores. La visión ética comercial
del franquista Cebrián lo llevó a buscar un espacio donde pudiera vender. Así,
atrajo a sus páginas a algunas de las más prestigiosas plumas del continente,
que además tenían una prístina posición de rechazo a las dictaduras de
seguridad nacional paridas y amamantadas por Estados Unidos y sostenidas
ideológicamente por la derecha internacional. Gabriel García Márquez, Carlos
Fuentes, Julio Cortázar y Mario Benedetti entre otros, se contaron entre sus
columnistas. En medio de la larga noche dictatorial, ellos vinieron a iluminar al naciente periódico que, de esa
manera, inició su período de travestismo
seudo izquierdista.
El reconocido académico chileno, y profesor de la Universidad
Complutense de Madrid, Marcos Roitman, en su columna del periódico La Jornada de México, señala respecto a
la incorporación de estos brillantes intelectuales latinoamericanos a las filas
de El País que: “El Grupo Prisa contó
con ellos para proyectar una imagen hacia el continente de compromiso con las
luchas democráticas en América Latina. Pronto se diluyó esta visión idílica, a
poco se produjo la criba. A principios de los ochenta había apartado a los
colaboradores y periodistas comprometidos, demócratas radicales y de
izquierdas. El periódico miró a la derecha latinoamericana. Los intereses de
Telefónica, Repsol, Iberdrola, Endesa, Santander, BBVA, se convirtieron en sus
aliados. España buscaba la segunda colonización. El grupo Prisa toma la
delantera”.
Ante la profundidad de la crisis en que estaba sumido, en marzo de
2010 el grupo estadounidense Liberty Acquisition Holdings se convirtió en el
accionista principal del Grupo PRISA, al
comprar el 57% de las acciones por 660 millones de euros. En ese momento PRISA
tenía una deuda de 4.850 millones de euros. PRISA y El País habían dejado de ser una empresa española. Sus nuevos
propietarios mayoritarios ahora eran el francés
Nicolás Berggruen y el estadounidense Martin E. Franklin.
El 27 de noviembre de 2010, la Junta de Accionistas de Prisa aprobó a
los nuevos miembros del Consejo de Administración de la empresa. La entrada de
los estadounidenses se refleja en la formación de este órgano como lo señaló en
su momento el periodista Pascual Serrano.
Además de los multimillonarios Berggruen y Franklin, formaron parte del
consejo, personajes vinculados a las altas finanzas, la política, la banca y la
publicidad, los que se unieron a los anteriores consejeros pertenecientes a la
cúpula del periódico desde hace muchos años.
El portal español en internet “La Voz Libre“ informaba que “…la
vinculación de Berggruen y Franklin al Partido Demócrata [de Estados Unidos] es
más que evidente. Su ojito derecho, Paul B. Guenther, está afiliado a esa
formación y participó en las campañas electorales de Hillary Clinton y de Joe
Biden”. Pero no sólo eso, en el grupo accionario de El País también figuran
importantes bancos como el Deustche Bank y el Bank of América.
De manera tal que en El País confluyen una serie de intereses
vinculados a la socialdemocracia, la derecha fascista española, la banca y la
política estadounidense. A partir de ello, no se puede esperar que actúe de
otra forma que la que lo ha venido haciendo desde hace años contra los gobiernos
progresistas de América Latina y en particular contra Venezuela. En abril de 2002 El País calificó la
frustrada intentona subversiva como
"golpe a un caudillo", acusando al Presidente Chávez de autoritarismo
y de eliminar la separación de poderes. Posteriormente y con motivo del
referéndum constitucional de 2007 lo acusó
de querer celebrar el referéndum sin las más "mínimas
garantías", de controlar el Consejo Nacional Electoral y corromper el
censo electoral.
Esta política resultó
fortalecida con la llegada de los nuevos accionistas de cara a las “necesarias”
transformaciones del periódico. Uno de ellos, Franklin había señalado que entre
los elementos que les hacía ser optimistas
estaba “el crecimiento en el mercado latinoamericano, donde PRISA está
muy consolidada”. Sin embargo, la crisis no parece haber sido controlada, como lo atestigua que, sólo a finales del año
pasado, 129 trabajadores, entre ellos algunos periodistas con varias décadas en
el medio fueron despedidos sin previo aviso tras romperse “las negociaciones para formalizar el
expediente de regulación de empleo sin alcanzar ningún acuerdo”.
La profundidad de la crisis interna ha llevado a El País a acciones desesperadas. Sólo de esa manera se puede
entender la violación de su propio código de ética y el desapego a las más
elementales normas de verificación de las fuentes con el afán de copar el
mercado incluso a costa de publicar noticias tan infames como la que acompañaba
una foto en la que supuestamente se veía al Presidente Chávez postrado en su
lecho de enfermo. Sólo la crisis, y un visceral odio que obnubila las mentes
enrevesadas de quienes dirigen uno de los estandartes de un sistema que sucumbe
en su propia putrefacción es capaz de tomar la decisión – con conocimiento de
causa o no- de publicar tal
“información” trátese de quien se trate, sólo por la necesidad de mercado y de sobrevivir a las propias
leyes que lo encumbraron en su oportunismo y lo están dejando caer con su
patetismo delirante.
El País, nacido del falangismo franquista de ultra derecha, y que sin
escrúpulos se pasó a la socialdemocracia en su pleno apogeo, hoy no encuentra
cabida ni en una ni en otra porque los espacios se van cerrando para los de su
calaña porque, como dice el dicho, “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que
lo resista”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario