sábado, 14 de marzo de 2015

Semillas de libertad

La escuela, de ser libres y no esclavos, de la niñez y juventud Mesoamericana (Sur de México y Centroamérica), ha sido apropiarse de la realidad del sufrimiento que produce y reproduce un sistema capitalista de explotación y alienación: clasista, racista y sexista que se ha reflejado a través de los siglos  durante la colonización y recolonización de nuestros pueblos.

Juan Almendares / Especial para Con Nuestra América
Desde Tegucigalpa, Honduras


“Sembremos las semillas de liberad en
el campo virgen del corazón de los jóvenes (…)
El deber es enseñar a nuestros alumnos a ser libres”
Raúl Isidro Burgos maestro fundador
de la Escuela Normal de Maestros de Ayotzinapa

La  liberación auténtica en América Latina ha nacido del corazón de la juventud rebelde que busca la verdad y la justicia secuestrada por los opresores.

En el siglo XXI, esta  política perversa continua vigente y ha rediseñado los aparatos ideológicos, represivos,  mediante  la imposición de  programas educativos públicos y privados, el fundamentalismo religioso y patriarcal, la manipulación mediática; los golpes militares de Estado y el empleo   brutal  de la fuerza militar policial. El pretexto de esta guerra total contra Mesoamérica ha sido el  tráfico y tránsito  de drogas por esta región hacia Estados Unidos de América, uno de los países de mayor consumo mundial.

Para este propósito fueron creados: El Plan Colombia, El Plan Puebla Panamá. (Este Plan, ahora Proyecto Mesoamérica), articula los estados del sur y sureste de México, Centroamérica, Panamá y Colombia; El Plan Mérida. Las consignas ideológicas han sido “Tolerancia Cero, la guerra contra las Maras y la delincuencia social, guerra al narcotráfico, resignificar la militarización de la sociedad en nombre de Dios,  la seguridad, la democracia, el respeto a los derechos humanos. En síntesis la geopolítica militar del Norte ha incrementado el número de bases militares, la inteligencia militar, cuyo epicentro es México, Honduras y Colombia.

En el caso de Honduras, uno de los países más pobres de América Latina y uno de los más visitados por  los Generales  del Comando Sur en “misiones humanitarias y de respeto a los derechos humanos” es obligar al Estado en el esquema guerrerista a la compra multimillonaria de armas.

Es importante recordar que Honduras ha sido históricamente considerada como una plataforma real y potencial de agresión militar e ideológica del Pentágono contra Cuba, Guatemala, Nicaragua, Venezuela, Ecuador y Bolivia.

La violencia epistémico-cognitiva y jurídica se caracteriza por la existencia de un sistema en el cual  el derecho ha muerto para los explotados  y condenados de la tierra y está vivo y más fuerte  para el poder oligárquico y transnacional.

 La conciencia crítica de la academia ha desaparecido. Se persigue, hostiga y reprime a los maestros y se criminaliza la protesta estudiantil. No existe independencia de los poderes del Estado. La concentración de poder se ha incrementado para los sectores oligárquicos,  Consejo de Seguridad e inteligencia militar de la Nueva doctrina de la Seguridad Nacional que sigue las líneas estratégicas del Pentágono.

En el marco de esta lógica imperial, Honduras, al tener la tasa de homicidios más alta en el mundo es por lo tanto  el país más violento del planeta. La falsedad real de la premisa se aclara cuando un país con baja tasa de homicidios declaró y desencadenó, en base a un postulado falso de la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, la  guerra contra este país con altas reservas en petróleo.

En el origen de las raíces la violencia en Honduras es esencial la economía política de las relaciones históricas y estructurales de un Estado subalterno y sometido a los procesos coloniales y de recolonización cuyo objetivo ha sido la invasión militar y tecnológica, ideológica y cultural hegemónica caracterizada por el asalto y saqueo de nuestros territorios, sobornando a los funcionarios, torturando y asesinado a los dirigentes, garífunas, indígenas , campesinos , populares y defensores de los derechos del Agua y de la  Madre Tierra y de todos los derechos humanos.

La violación de la soberanía territorial, alimentaria y cultural se ha reflejado en los megaproyectos: Honduras abierta a los negocios. En las operaciones de la MONSANTO sobre el maíz transgénico y en el incremento voraz de las concesiones mineras. La corrupción legislativa y judicial se ha reflejado en las violaciones constitucionales al aprobar leyes sobre las Zonas Especiales de Desarrollo (Ciudades Charter) donde las multinacionales podrán explotar a su antojo y operar con toda libertad  para despojar de los territorios y violar todos los derechos de las familias hondureñas.

Estas políticas depredadoras  que vulneran la biodiversidad son las principales causas de la enfermedad y miseria. Según el análisis de los datos de la Organización Mundial de la Salud, realizado por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación; entre 2005 y 2009, más de 2.800 hombres murieron  de enfermedad renal por año en Centroamérica en las plantaciones de caña de azúcar. Sólo en El Salvador y Nicaragua, en las últimas dos décadas el número de hombres que murieron de enfermedad renal se quintuplicó.

La enfermedad y la muerte son el resultado de la explotación humana que antepone la tasa de ganancia, la acumulación del capital, los despidos masivos, los gastos en armas, la intoxicación con plomo, mercurios y arsénico  con resultados nefastos en malformaciones congénitas, atrofia del cerebro, cáncer  y el autoconsumo de las carnes  de los cuerpos famélicos  que se comen a sí mismos por la falta de acceso a los alimentos (autofagia). Los mesoamericanos son los multienfermos de la geopolítica de los explotados. Los defensores del ambiente y derechos humanos son perseguidos, torturados y asesinados.

Las grandes epidemias de dengue y malaria  en Mesoamérica son resultado también de la violencia del sistema capitalista que al vulnerar la biodiversidad de los bosques; los mosquitos ya no encuentran animales a quienes  chupar la sangre y en consecuencia succionan la sangre  anémica de las familias desnutridas.

Ahora bien, ¿quiénes son los responsables de la entrada del 80 por ciento de la droga a EUA? Y, ¿por qué se rediseña el militarismo y se incrementa las bases y los gastos militares  a expensas de los paupérrimos presupuestos para salud, educación  y desarrollo social? La  niñez y juventud según la pedagogía de la guerra y el fascismo social son transformadas por el militarismo en “Guardianes de la Patria”.

¿Por qué en nombre de la seguridad militar y policial, violando los derechos humanos  y con una impunidad de más del 90%, se sigue deformando la realidad  mediante campañas mediáticas multimillonarias  para las que “vivimos en el paraíso utópico del desarrollo”?

Acerca de 80.000 personas fueron asesinadas en México durante la guerra contra las drogas en los últimos ocho años. En la guerra de Vietnam, 58.000 estadounidenses murieron  durante una década. En Honduras, con una población de ocho millones, fueron asesinadas 46.450 personas entre 2000 y el 2011.  Las cárceles hondureñas están sobrepobladas. Más de 600 jóvenes fueron quemados, electrocutados, en las cárceles de Comayagua, San Pedro Sula y La Ceiba. Estos crímenes continúan  impunes.

En el presente año en el Porvenir, del Valle de Siria (zona minera) se construyó una cárcel de máxima seguridad; aquí es donde la empresa minera Gold Corp. contaminó la vida y el ambiente de centenares de familias, sobre todo de las mujeres, niños y niñas. Es el Valle del terror minero donde se construyen cárceles en lugar de centros de salud y hospitales.

En el  año 2014 arribaron 18,244 menores de edad hondureños sin acompañante alguno a los Estados Unidos. Más de cien mujeres garífunas migrantes de Honduras han sido humilladas en EUA al colocarles grilletes electrónicos. Los integrantes de la organización garífuna OFRANEH están hostigados en la comunidad Vallecito, La líder  Miriam Miranda y otros dirigentes de esta organización están siendo amenazados a muerte.

Según el  senador estadounidense Patrick Leahy, citado por OFRANEH, en una reciente declaración en relación a la Alianza para la Prosperidad, señaló que “En América Central, tras décadas de oligarquías corruptas, guerras civiles y escuadrones de la muerte, los gobiernos han desperdiciado las últimas dos décadas. La pobreza, la violencia, el crimen organizado y la corrupción están ahora muy arraigadas y extendidas”. La construcción de las alternativas para la Paz y Seguridad debe tener como eje el derecho de los pueblos a defender la soberanía territorial, la soberanía alimentaria y cultural y el respeto a los derechos humanos.

La mayor violencia tiene sus raíces en el racismo, sexismo y la opresión colonialista y neocolonialista de las políticas hegemónicas que articulan las oligarquías al capital transnacional. El área de la Mosquitia está siendo recolonizada por el imperio Británico en la explotación del petróleo, todo ‘como en los viejos tiempos’.

Luchemos por una niñez y juventud sana, libre de pensar, organizarse, movilizarse  y sobre todo en unidad y defensa de la cultura y la dignidad histórica de solidaridad entre los pueblos de América Latina. Nuestra cultura no genera la violencia; su identidad  no es fija, inamovible ni permanente, es dialéctica, resistente, creativa y emancipadora, cuya  cosmovisión  de paz y   solidaridad  no se fundamenta en el egoísmo de la  “buena vida que se produce en la modernidad clasista del capitalismo sino en la conciencia social del buen vivir de los pueblos en comunidad, y en la solidaridad humana y planetaria.

La paz, la seguridad, la democracia  y el desarrollo sustentable son imposibles en el sistema capitalista.

Todos  y todas somos jóvenes  luchamos por la “Nueva sociedad“, partidarios  del ideal morazánico y de María Josefa Lastiri Lozano; del maestro Raúl Isidro Burgos y de  todos los sueños de  los héroes, heroínas  y mártires de América Latina.

¡Todos y todas somos Ayotzinapa!

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