El
proyecto bolivariano, a la luz de las luchas independentistas y la heroicidad
del pueblo cubano, en la figura del Comandante Hugo Chávez Frías, duela a quien
le duela, marcó un hito en la historia en donde la arrogancia, el saqueo
sistemático e institucionalizado y las pretensiones neo-coloniales del “gran
señor” y los pongos rastreros encontrarían su Vietnam, el final de sus
aspiraciones hegemónicas.
José Toledo Alcalde / Especial para Con Nuestra América
Desde Estados Unidos
José María Arguedas
(Andahuaylas, 18 de enero de 1911 - Lima, 2 de
diciembre de 1969) fue autor, entre otras obras, de El sueño del pongo (Pongoq mosqoynin (Qatqa runapa
willakusqan)/El sueño del pongo (cuento quechua) (1965). Visionario antropólogo y humanista
literato, símbolo viviente de un mundo política, social y económicamente
polarizado entre las fuerzas de la muerte, fuerza destructiva representada en
sus novelas por las figuras del patrón gamonal (gran señor) , los terratenientes, colonizadores y saqueadores de
tierras ajenas contrastada con el mundo andino y las fuerzas de la vida
representadas por los huérfanos y huérfanas, desposeídos y desposeídas de sus
referentes vitales, fuerzas inalienables como lo es el derecho a la familia y
la tierra. Será desde la visión del Waksha
o huak’cho (“huérfanos de huérfanos”, forastero, desterrado, migrante) y
del Pachakuti
(Apocalipsis, mundo al revés o cambio de la Tierra) donde resistiremos la violencia en contra de la
soberanía de la hermana Republica Bolivariana de Venezuela y los pueblos de la
región.
El sueño del Pongo (término quechua que se refiere
al indio que hace oficios de sirviente en Bolivia y Perú) es el cuento en donde
José María recrea la historia que escuchó de un
comunero originario de Qatqa (Qashqa o Ccatca) en la provincia de Quispicanchi,
Cuzco. El comunero prometió volver para narrar con lujos de detalles la
historia, pero nunca volvió: “Hemos tratado de reproducir lo más fielmente
posible la versión original, pero, sin duda, hay mucho de nuestra ‘propia
cosecha’ en su texto; y eso tampoco carece de importancia.” Señaló José
María. Algunas versiones asumen el cuento como una suerte de Alter Ego de José María quien quedó
huérfano de madre a la edad de tres años pasando luego a ser objeto de un
sinnúmero de vejaciones de parte de su
madrasta, terrateniente y engendradora de tirana descendencia.
José María recordaba: Yo pasé todo el tiempo con la
servidumbre indígena, porque mi madrastra tenía hijos a los cuales prefería
mucho. Y entre estos, uno era el verdadero amo del pueblo. Era un típico gamonal,
de los que no existen ahora, sino en muy pocos lugares del país. Él no era
autoridad, no era alcalde, no era gobernador, pero tenía la llave de la cárcel
y podía meter preso a quien le diera la gana, o golpear a quien le diera la
gana. En fin, era un pequeño señor absoluto. Y a mí me trataba muy mal…fui un
verdadero protegido de los indios, como estaba tan maltratado como ellos, a
pesar de que era hijo de un señor (…) Yo tendría entre cinco y nueve años.
Dormía en la cocina, sobre una batea muy grande que servía para amasar pan,
sobre unos pellejos. Allí dormía y le servía al señor, que era el hijo mayor de
la casa. Le traía sus caballos del campo, luego cuidaba a los becerros, traía
leña en la mañana de la montaña para la cocina (…) [1]
El pongo de la
narrativa, sirviente, propiedad del colono, del misti (mestizo), fue entre los pongos de la hacienda el más nuevo,
el Efraín recién adquirido, el más débil y vulnerable. Por lo tanto, objeto de
todo tipo de improperios, como lo fue José María, huérfano y débil entre los
débiles de la hacienda (Waksha). En
la cultura comunitaria andina, en contraste con los valores egoístas e
individualistas del Occidente colonizador, los Waksha tienen por derecho de nacimiento la posesión a la tierra de
su Ayllu (Comunidad familiar con
propiedades en común). Universo de
valores desfigurado con la llegada del los saqueadores de Europa, en donde todo
pasó a formar parte de los Reyes y el Papado.
En palabras de José
María: Los indios […] dividen a la gente
en dos categorías. La categoría de los que poseen bienes, ya sea en terrenos o
animales, es gente, pero el que no tiene ni animales es huak’cho. La traducción
que se le da a este término al castellano es huérfano. Es el término más
próximo porque la orfandad tiene una condición no solamente de pobreza de
bienes materiales sino que también indica un estado de ánimo, de soledad, de
abandono, de no tener a quien acudir. Un huérfano, un huak’cho, es aquel que no
tiene nada. Esta sentimentalmente lleno de gran soledad y de gran compasión a
los demás. [2]
Es así que la figura
del pongo es una suerte de imagen colectiva de los pueblos saqueados y
desposeídos de sus pertenencias, ayer por las jaurías colonialistas hambrientas
de oro y plata, hoy por las corporaciones financieras sedientas de sangre y
olor a muerte. Relación dialécticamente destructiva de actual vigencia
universal en donde los pueblos originarios de Latinoamérica y el Caribe,
sometidos por más de 500 años, decidieron levantar cabeza confrontando y derrotando la inclemente e inicua presencia
colonial, como fue el caso de Cuba (1959) y Venezuela (1992) (aunque las
insurgencias independentistas comienzan antes). Por lo dicho, este punto de
inflexión histórica, de ruptura de viejos paradigmas de sometimiento y anuncios
de nuevos tiempos, es el Pachakuti, tiempo
de inversión del viejo orden establecido por un nuevo sistema de relaciones
humanas, productivas y ambientales.
El pongo, en medio de los demás pongos quienes
absorbidos por la fuerza posesiva del gran
señor, el gamonal, ingresa como sirviente al universo occidental del
hacendado, dueño del imperio del poder, propietario de vidas y tierras, asume
con un rol protagónico, que lejos de ambiciones individualistas de progreso y
estabilidad, se asume como representante simbólico del grupo al cual
representaba, sin ser oficialmente designado representante. El pongo,
sirviente, migrante y desarraigado en su propia tierra, un apátrida. En
palabras de Abril Trigo : La migrancia, a diferencia de la inmigración, no conduce a
síntesis, fusiones e identidades estables, sino a una suspensión de culturas en
conflicto, siempre en vilo en las cuales el migrante es un ave de paso
enajenada de todas…así el discurso del migrante yuxtapone lenguas y sociolectos
diversos en una dinámica centrifuga, expansiva, que dispersa el lenguaje
contaminándolo con tiempos y espacios otros con experiencias otras que lo
atraviesan en múltiples direcciones, mientras reivindica la múltiple
experiencia del aquí-ahora y del entonces-allá.
[3]
Es así como el gran señor abrió el monólogo opresor con
el pongo: Un
hombrecito se encaminó a la casa-hacienda de su patrón. Como era siervo iba a
cumplir el turno de pongo, de sirviente en la gran residencia. Era pequeño, de
cuerpo miserable, de ánimo débil, todo lamentable; sus ropas viejas. El gran
señor, patrón de la hacienda, no pudo contener la risa cuando el hombrecito lo
saludo en el corredor de la residencia. ¿Eres gente u otra cosa? - le preguntó
delante de todos los hombres y mujeres que estaban de servicio. El entonces-allá del pongo, mundo de
relaciones sociales comunitarias, en
donde el valor del otro dependía del valor de los otros, de identidades
reconocibles y no anónimas formaba parte
de una realidad aplastada por un nuevo contexto, el del gran señor. En las dos
dimensiones, física y anímica, descritas por José María, diseñó el perfil estético del pueblo oprimido de los Andes versus
la invasión occidentalizada, perfil que se extiende alegóricamente a los
pueblos históricamente excluidos situación perpetuada en medio de políticas
financieramente dependientes como la otrora Alianza para el Progreso (1961 y
1971) encontrando su símil hoy en la Alianza del Triangulo Norte conformada por
Guatemala, el Salvador y Honduras reservorios de las dadivas de
Washington $1000 millones anuales por tres años y según los sostenido por el
mandatario norteamericano las necesidades de los pongos centroamericanos
ascienden a $5 mil millones de dólares.[4]
¿Eres gente u otra cosa? Preguntó el
gran señor impelido por lo abyecto,
como diría Sergio R. Franco, [5] por el más vil entre lo
viles, por el leproso de tiempos de Jesús. Aquella relación dialéctica entre el
bárbaro-civilizado, humano-inhumano, de Juan Ginés De Sepúlveda en Democrates alter o Diálogo de las
justas causas de la guerra donde luchó por entrelazar la
moral cristiana con la servidumbre aristotélica, en donde: “El que es necio
servirá al sabio” tales son las gentes bárbaras e inhumanas, ajenas a la vida
civil y a las costumbres pacíficas, y será siempre justo y conforme al derecho
natural que tales gentes se sometan al imperio de príncipe y naciones más
cultas y humanas, para que merced a sus virtudes y a la prudencia de sus leyes,
depongan la barbarie y se reduzcan a vida más humana y al culto de la virtud”. Desde
este mismo filón teológico de la esclavitud fue que Santo Tomas igualmente
sostuvo: “son llamados simplemente bárbaros los que están faltos de razón, o
por causa del clima, por el cual se encuentran muchos atrofiados, o por alguna
mala costumbre por la que los hombres se convierten casi en bestias.” Al mismo
estilo de la lógica imperial romana, ideología de la esclavitud asumido a la
perfección por la lógica colonialista europea y estadounidense. Los esclavos no
tenían derecho a la paternidad, maternidad o el derecho a la tierra, eran considerados inferiores a los animales y
ese fue el caso del pongo y siempre esa fue percepción colonialista sobre
Latinoamérica y el Caribe.
Esto
fue así y por poco sigue siendo. La perpetuación de la ideología de la
esclavitud cambió de forma y contenido pero en esencia sigue siendo la misma,
la división de las sociedades entre seres inferiores y superiores, mantiene su
misma estructura. Bastó que en 1992 un grupo de militares patriotas insurgiera
en Venezuela, grupo liderado por el otrora teniente Hugo Chávez Frías, para
invertir las relaciones de poder en la inicua relación Sur-Norte en
confrontativa lucha contra los inicios de la corta vida del la más agresiva
expresión del Capitalismo salvaje, el neoliberalismo. Como señalan los
investigadores el Pachakuti fue
pronosticado que se daría después de los 500 años de la invasión europea 1492
lo cual sería en 1992, y el 2032-33 (cumplidos 500 años de la Conquista del
Perú) y así fue.
La
deshumanización del pongo es inmediata. La clasificación burlesca, la ironía y
sarcasmo denigrante son las herramientas usadas por la ideología colonizadora,
esclavista y esto contrastado a la amabilidad y respeto del pongo. La tortuosa
destrucción de la identidad ha la cual fue sometido el pongo pasó de la
expropiación del sentido del espacio como hogar a la fragmentación de su
identidad de género: Humillándose, el
pongo no contestó. Atemorizado, con los ojos helados, se quedó de pie. ¡A ver!
- dijo el patrón - por lo menos sabrá lavar ollas, siquiera podrá manejar la
escoba, con esas sus manos que parece que no son nada. ¿Llévate esta
inmundicia! - ordenó al mandón de la hacienda. Arrodillándose, el pongo le besó
las manos al patrón y, todo agachado, siguió al mandón hasta la cocina.
¿Cuánto veces los pongos rastreros no
han denunciado la supuesta homosexualidad de Raúl Castro o la lesbiandad de
Dilma Rouseff? Evidentemente no con intenciones reivindicativas de género, sino
con la medioeval visión heteronormativa y androcéntrica de la sexualidad del
ser humano.
En el
contexto opresivamente patriarcal impuesto al universo andino, la cocina era el
lugar destinado a las mujeres y allí fue destinado como “deficiente” el
pongo. Los espacios nunca más fueron
oportunidad de encuentro sino de encarcelamiento, vejamen y sometimiento. Nada
extraño en nuestros tiempos, basta observar el tráfico de personas
indocumentadas “importadas” como mano de obra barata desde los EE.UU y
secuestrados en aquellas cloacas humanas llamadas cocinas. En esta división de
los espacios, la arquitectura de la esclavitud es estructurada al mismo estilo
de la ideología urbanística del ghetto, o hiper
– ghetto en palabras de Loïc Wacquant[6], donde las
clasificaciones sociales son elaboradas por el statu económico y capacidad de
adquisiciones de inmuebles. Clasificación
estigmatizadora que , desde la perspectiva financiera, es elaborada
desde las megas corporaciones financieras
como BM, FMI y BID o las agencias clasificadoras de riesgo crediticio
como Fitch Rating, Standard & Poor’s
y Moody’s quienes dividen el mundo en dos grupos : los que poseen grado especulativo
y los que poseen grado de inversión.[7]
En este diseño
clasista, en la moderna arquitectura de la esclavitud financiera, las
habilidades y capacidades de los pongos
son puestas en duda. Esta división entre
países inferiores y superiores, entre grandes
señores y pongos, es marcada con
modernos estigmas excluyentes, los peores clasifican dentro del orden
especulativo y los que ‘cumplen con las tareas”, los superiores, clasifican
dentro del orden de los inversores. Los pongos cuentan con estigmas que van de
la letra D, C, C-,C, C+, CC-, CC, CC+, CCC-, CCC, CCC+ y en el orden de los países
superiores, los grandes señores, o en
grado de inversión existen calificaciones que van desde BBB-, B-, B, B+, BB-,
BB, BBB, BB+, BBB+ hasta A-, A, A+, AA-, AA, AA+ y del AAA. Moddy’s se vale de otra tipo de
nomenclatura: Aaa, Aa1, Aa2, Aa3…hasta los financieramente miserables Caa1,
Caa2, Caa3…C, D (los considerados impagos). El detalle cromático de la
clasificación resalta su atribución alusiva a los estados de supuesto bienestar
considerando el color celeste y verde (cielo?) como el estado superior A y el
rojo (infierno? Comunista? quiebra?), con el marrón (tierra, excremento, piel
morena?) como los estados más deplorables por el sistema financiero mundial.
Como ejemplo de los
países con statu de grandes señores
del sistema financiero internacional,
clasificados por Fitch Rating,
Standard & Poor’s y Moody’s, figuran
Alemania, EE.UU, Suiza, Austria, Australia, Canadá, Dinamarca, Finlandia,
Luxemburgo, Noruega, Nueva Zelandia, Suecia, Singapur, Emiratos Árabes, Taiwán,
Perú…Chile… con los colores celestes y verdes. De igual manera, por citar solo
algunos de los países que se encuentran en el “infierno financiero”, los
“barbaros económicos” , “los pongos excluidos” se encuentran Portugal, Albania,
Armenia, Angola, Argentina, Bosnia y Herzegovina, Bangladés, Bolivia, Grecia, Honduras, Camboya, Líbano,
Sri Lanka, Moldavia, Mongolia, Nicaragua, Ruanda, Senegal, El Salvador, Uganda,
San Vicente y las Granadinas, Zambia, Guatemala, Jamaica. Interesante notar que
los países “aliados” de los grupos de poder mundial gozan de la aprobación A+
según Moody’s : Reino Unido, Francia, Emiratos Árabes, Chile, Perú,
México, Rep. Checa, Estonia, Hong Kong, Taiwán, Israel, Corea del Sur, Malta,
Malasia, etc. Es así como la estrategia de empoderamiento arrogante del gran señor se prende magistralmente de
todos los medios, financieros, armados, estéticos, etc., para estigmatizar
sistemáticamente la relación dialéctica entre grandes señores y pongos.
Esta
lectura financiera inicuamente excluyente nos da pie para señalar que la
relectura del cuento de José María es aplicable en las actuales circunstancias
en donde Venezuela y demás países de la región, sobre todo aquellos adheridos
al proyecto bolivariano. Por citar a un ilustre representante de aquellos pongos despersonalizados y sometidos
tenemos al marqués Mario Vargas Llosa y para ejemplo un extracto de su artículo
Raza, Botas y Nacionalismo (2006) al
respecto del mandatario boliviano Evo Morales: Su
atuendo y apariencia, que parecían programados por un genial asesor de imagen,
no altiplánico sino neoyorquino, han hecho las delicias de la prensa y elevado
el entusiasmo de la izquierda boba a extremos orgásmicos. Pronostico que el
peinado estilo "fraile campanero" del nuevo mandatario boliviano, sus
chompas rayadas con todos los colores del arco iris, las casacas de cuero
raídas, los vaqueros arrugados y los zapatones de minero se convertirán pronto
en el nuevo signo de distinción vestuaria de la progresía occidental. Excelente
noticia para los criadores de auquénidos
bolivianos y peruanos, y para los fabricantes de chompas de alpaca, llama o
vicuña de los países andinos, que así verán incrementarse sus exportaciones.[8]
Numéricamente el repertorio neo-colonialista del marqués Vargas Llosa es
generoso: El desarrollo y la civilización
son incompatibles con ciertos fenómenos sociales y el principal de ellos es el
colectivismo. Ninguna sociedad colectivista o impregnada con esa cultura
es una sociedad que desarrolla, moderniza y alcanza la civilización…El
indigenismo de los años 20, que pareció haberse quedado rezagado, es hoy en día
lo que está detrás de fenómenos como el señor Evo Morales, en Bolivia. En
Ecuador hemos visto operando y además creando un verdadero desorden político y
social…Si queremos alcanzar el desarrollo, si queremos elegir la civilización y
la moralidad, tenemos que combatir resueltamente esos brotes de colectivismo.
Podemos derrotarlos con buenas ideas…[9]
La
descripción del ilustre pongo Vargas Llosa, como modelo de servilismo al
servicio de los grupos de poder, se la tomamos de Herbert Morote autor de Vargas Llosa Tal cual:[10]
…Vargas Llosa está rodeado de
grupos de poder económico muy fuertes. Entonces, él no puede hablar mal de
Telefónica. Sus artículos no son para decir si las medicinas son caras en el
Perú o no, que son 4 veces más caras que en cualquier parte del mundo. Ni para
decir que los bancos están realmente ahorcando a las empresas peruanas con 32%
de intereses y 110% de intereses en tarjetas de crédito. Vargas Llosa debe
saber eso, pero no va a ser capaz de decirlo. A los intelectuales de esta
calidad los atrapan. Está atrapado. Vargas Llosa es una víctima del entorno en
que él ha querido entrar y donde está muy cómodo ahora.[11]
Frente al
terror infundado por el flagelo de la humillación, del gran señor, muchos de los pongos se solidarizaron, pero existieron
otros que, al igual que el gran señor,
se burlaban: Todo cuanto le ordenaban
hacer lo hacía bien. Pero había un poco como de espanto en su rostro; algunos
siervos se reían de verlo así, otros lo compadecían. "Huérfano de
huérfanos; hijo del viento de la luna debe ser el frío de sus ojos, el corazón
pura tristeza”.
La tara del
imperio no tiene límites. Siempre han obrado creyendo que deben realizar
“castigos ejemplares” para que los demás pueblos aprendan y “no cometan el
mismo error”, pruebas al canto, mas de 50 años de vejamen en contra Cuba, las
sanciones impuestas contra Siria, Rusia y ahora Venezuela. Estos son tan solo una
muestra de aquellos pongos que decidieron no seguir siendo pongos, aquellos
países dignos que renunciaron al estigma de una identidad servil decidiendo
tomar el camino de la soberanía y el respeto a los valores democráticos desde
la perspectiva de valores transversales como la equidad y la justicia y no del
mercado y el capital sobre todo lo que existe.
La orden
siempre fue obedecer y para eso se prestaron los regímenes dictatoriales
cívico-militares clavados en Latinoamérica y el Caribe y al día de hoy vemos
sus últimas reacciones como en el caso de Venezuela y las amenazas golpistas.
Venezuela antes de Hugo Chávez era como el pongo, servil, temeroso y optando
por el silencio como su máxima expresión, siempre presto a decir si al gran señor: El hombrecito no hablaba con nadie; trabajaba callado; comía en
silencio. Todo cuanto le ordenaban, cumplía. "Sí, papacito; sí,
mamacita", era cuanto solía decir. Quizá a causa de tener una cierta
expresión de espanto, y por su ropa tan haraposa y acaso, también porque quería
hablar, el patrón sintió un especial desprecio por el hombrecito. Al anochecer,
cuando los siervos se reunían para rezar el Ave María, en el corredor de la
casa-hacienda, a esa hora, el patrón martirizaba siempre al pongo delante de
toda la servidumbre; lo sacudía como a un trozo de pellejo. Lo empujaba de la
cabeza y lo obligaba a que se arrodillara y, así, cuando ya estaba hincado, le
daba golpes suaves en la cara.
La
aberrante violencia contra los derechos del pongo, la tortura física, emocional
y psicológica no fueron inventos ficticios del comunero cuzqueño, todo fue y
sigue siendo verdad desde otro marco de referencias. Aquí cambiaron las formas,
pero el contenido subyugador sigue siendo el mismo. José María reserva el
momento religioso como parte central del oprobio sufrido por el pequeño hombrecito. El espacio del encuentro religioso, al servicio
del gran señor, no era la capilla o
la iglesia del pueblo, era el corredor de la casa-hacienda desde allí, el
imperio del gran señor, se legitimaba
una teología cómplice del maltrato humillante del más débil. Religiosidad y
teología al servicio de los grupos de poder las cuales justifican todo tipo de
opresión valiéndose de “infalibles” justificaciones legitimando sistemas de
exclusión y oprobio como los que desea Washington vuelvan a “reinar” en Venezuela y los países
de la región.
La cruel
escena de la vida del pongo, las experiencias símiles de José María y las
análogas inclemencias por las cuales pasa Venezuela permanentemente acosada por
grupos insensibles de poder, dentro y fuera de la Republica, nos conecta
inmediatamente con Macondo, el sufrido y esperanzador pueblo de los Cien Años de Soledad del gran García
Márquez y la histórica masacre acaecida en aquella casa-hacienda del gran señor bananero de la época: – ¡Tírense
al suelo! ¡Tírense al suelo!Ya los de las primeras líneas lo habían hecho,
barridos por las ráfagas de metralla. Los sobrevivientes, en vez de tirarse al
suelo, trataron de volver a la plazoleta, y el pánico dio entonces un coletazo
de dragón, y los mandó en una oleada compacta contra la otra oleada que se
movía en sentido contrario, despedida por el otro coletazo de dragón de la
calle opuesta, donde también las ametralladoras disparaban sin tregua. Estaban
acorralados, girando en un torbellino gigantesco que poco a poco se reducía a
su epicentro porque sus bordes iban siendo sistemáticamente recortados en
redondo, como pelando una cebolla, por las tijeras insaciables y metódicas de
la metralla. El niño vio a una mujer arrodillada, con los brazos en cruz, en un
espacio limpio, misteriosamente vedado a la estampida. Allí lo puso José
Arcadio Segundo, en el instante de derrumbarse con la cara bañada en sangre,
antes de que el tropel colosal arrasara con el espacio vacío, con la mujer
arrodillada, con la luz del alto cielo de sequía, y con el puto mundo donde
Úrsula Iguarán había vendido tantos animalitos de caramelo. (Capitulo XV)
Sinérgicamente,
Francisco aparece en la obra de José María como el justiciero oportuno, y en
este bélico y absurdo contexto internacional grandes oportunidades históricas
se le presentan del Papa Francisco y allí viene nuestro enlace con lo que
llamamos el “momento histórico de Francisco”. El pontífice se manifiesta
permanentemente sobre esta dicotomía entre teología-religiosidad y dignidad
humana. Hace una semana, en carta dirigida al Cardenal Mario Aurelio Poli, Gran
Canciller de la Universidad Católica Argentina y debido a la celebración de los
100 años de la existencia de la facultad de teología señaló: Debemos guardarnos de una teología que se agota en la
disputa académica o que contempla la humanidad desde un castillo de cristal. Se
aprende para vivir: teología y santidad son un binomio inseparable…En este
tiempo, la teología también debe hacerse cargo de los conflictos: no sólo de
los que experimentamos dentro de la Iglesia, sino también de los que afectan a
todo el mundo y que se viven por las calles de Latinoamérica. No se conformen
con una teología de despacho. Que el lugar de sus reflexiones sean las
fronteras. Y no caigan en la tentación de pintarlas, perfumarlas, acomodarlas
un poco y domesticarlas. También los buenos teólogos, como los buenos pastores,
huelen a pueblo y a calle y, con su reflexión, derraman ungüento y vino en las
heridas de los hombres.[12]
Así llegó el momento donde el pongo decidió insurgir
desde el escombro de la humillación y vil flagelo del gran señor. Después de haberlo reducido al pongo sin piedad a
niveles deleznables de improperios y todo tipo de vejámenes, como fiel reflejo
de la ideología colonial, aquel débil y vulnerable ser humano decide
reapropiarse de su palabra y espacio otrora
usado como escenario de torturas y sometimiento. Es en gran medida lo
que hace la Teología de la Liberación Latinoamericana recuperar el discurso de
la fe y espiritualidad a partir de la opción preferencial por los pobres, los
débiles del sistema del oprobio y opresión como los ejemplarizados en la
casa-hacienda del gran señor.
De esta manera, el único sobreviviente de la masacre de
los 6 sacerdotes jesuitas y las 2 trabajadoras en El Salvador (UCA, 16/11/89),
el sacerdote Jon Sobrino, describe las características del pongo social,
flagelado, martirizado y sojuzgado, pongo convertido en pueblo: Pobres son aquellos encorvados, doblegados,
humillados (anaw) por la vida misma, automáticamente ignorados y despreciados
por la sociedad. Estos son los pobres tal como de ellos se habla en los
profetas y en Jesús. En lenguaje actual, "pobres" son en primer lugar
los socio-económicamente pobres, lenguaje que no debiera sorprender ni ser
tachado de ideologizado, pues lo que está detrás de lo socio-económico es el
oikos, el hogar, y el socium, el compañero; es decir, las dos realidades fundamentales
para todo ser humano: la vida y la fraternidad. Junto a esta pobreza existe
también la socio-cultural, que hace que la vida sea dura carga. Existe la
opresión y discriminación racial, étnica y sexual. Muy frecuentemente, por el
mero hecho de ser negro, indígena o mujer, la dificultad de la vida se agrava.
Esta dificultad añadida es teóricamente independiente de la realidad
socio-económica, pero con gran frecuencia, al menos en el Tercer Mundo, acaece
dentro de la pobreza socio-económica, con lo cual estos seres humanos son
doblemente pobres. Visto el mundo actual como un todo, no cabe duda de que la
pobreza socio-económica es lo que mejor describe la pobreza en el mundo,
agravada además por la opresión proveniente de determinadas discriminaciones.
El proyecto bolivariano, a la luz de las luchas
independentistas y la heroicidad del pueblo cubano, en la figura del Comandante
Hugo Chávez Frías, duela a quien le duela, marcó un hito en la historia en
donde la arrogancia, el saqueo sistemático e institucionalizado y las
pretensiones neo-coloniales del gran
señor y los pongos rastreros encontrarían su Vietnam, el final de sus
aspiraciones hegemónicas. La revolución bolivariana devuelve al pueblo
excluido, en Venezuela, la posibilidad de vivir la esperanza de ser sujetos
genuinos de su historia. El poderío militar del gran señor es la única arma con la cual pueden amedrentar a los
pueblos así como el gran señor del
cuento de José María: Golpeándolo con la bota, sin patearlo fuerte, el patrón
derribaba al hombrecito sobre el piso de ladrillo del corredor. Recemos el
Padrenuestro - decía luego el patrón a sus indios, que esperaban en fila. El
pongo se levantaba a pocos, y no podía rezar porque no estaba en el lugar que
le correspondía ni ese lugar correspondía a nadie. La revolución bolivariana se reapropia del espacio
soberano usurpado por intereses foráneos ávidos de inicuos deseos de
acumulación. En la Venezuela de la 4ta Republica la Republica era el pongo petrolero al servicio de los
grupos de poder, ahora con fallas y miles de complejas situaciones, Venezuela
no es, ni será más el pongo, servil y
humillado que las familias pudientes crearon. Venezuela ha decidido
transitar el camino de la dignidad y soberanía y de allí no hay punto de
retorno.
Así fue como el pongo decidió insurgir, a
través de un sueño liberador. El pongo en medio del pasillo y a la hora del Ave
María pidió la palabra al gran señor
manifestando su visión: Soñé anoche que
habíamos muerto los dos juntos; juntos habíamos muerto…Como éramos hombres
muertos, señor mío, aparecimos desnudos. Los dos juntos; desnudos ante nuestro
gran Padre San Francisco. Viéndonos muertos, desnudos, juntos, nuestro gran
Padre San Francisco nos examinó con sus ojos que alcanzan y miden no sabemos
hasta qué distancia. A ti y a mí nos examinaba, pensando, creo, el corazón de
cada uno y lo que éramos y lo que somos. Como hombre rico y grande, tú
enfrentabas esos ojos, padre mío.
Tenía que ser Francisco, el de la visión del
pongo, en su momento histórico, quien decidió hacer justicia y demostrar el
rostro liberador de una teología y religiosidad que antes de ser cómplice de
estructuras de oprobio y opresión, manifestó su opción por los pobres y débiles
de la historia. Francisco mando a dos ángeles traer dos contenedores, uno con
miel y el otro con excremento. El ángel, joven y fuerte, portó la miel en una
copa de oro (símbolo de la grandeza de los pueblos andinos y motivo del saqueo
de los grandes señores) y se le encomendó embadurnarlo con miel al gran señor: cubre a este caballero con la miel que está en la copa de oro; que tus
manos sean como plumas cuando pasen sobre el cuerpo del hombre", diciendo,
ordenó nuestro gran Padre. Y así, el ángel excelso, levantando la miel con sus
manos, enlució tu cuerpecito, todo, desde la cabeza hasta las uñas de los pies.
Y te erguiste, solo; en el resplandor del cielo la luz de tu cuerpo sobresalía,
como si estuviera hecho de oro, transparente.
Evidentemente el gran señor exclamó su complacencia: Así tenía que ser…
El segundo ángel, viejo y maltrecho, portaba
excremento en un tarro de gasolina[13] y Francisco dijo: Oye viejo - ordenó nuestro gran Padre a ese
pobre ángel -, embadurna el cuerpo de este hombrecito con el excremento que hay
en esa lata que has traído; todo el cuerpo, de cualquier manera; cúbrelo como
puedas. ¡Rápido!". Entonces, con sus manos nudosas, el ángel viejo,
sacando el excremento de la lata, me cubrió, desigual, el cuerpo, así como se
echa barro en la pared de una casa ordinaria, sin cuidado. Y aparecí
avergonzado, en la luz del cielo, apestando...
Evidentemente el gran señor exclamó su complacencia: Así mismo tenía que ser…
Es aquí donde el tiempo del Pachakuti, el mundo patas arriba, el tiempo del retorno del Inkarrí, mito andino de liberación, en
donde los espacios serán reapropiados y las tierras otrora destrozadas
regresaran a manos de sus originarios residentes, retorno en la expresa
dignidad del pongo insurgido. La irrupción del pongo, en medio de sus
temblorosos compañeros y compañeras de penurias, es la irrupción del signo de
dignidad propuesto y puesto en la historia por la Revolución Bolivariana, cual
mito del Inkarrí, cual insurrección
del pongo afligido, pero no destruido. Manuel Scorza, en la célebre obra La tumba del relámpago (1981) retoma la
significancia de Inkarrí: Observó que los ojos de la cabeza miraban
hacia las esquinas donde el resto del cuerpo, despedazado, comenzaba a
juntarse. Y comprendió que era Inkari, el disperso cuerpo del dios Inkari que
se reunía bajo las entrañas de las cordilleras que ahora volvían al cataclismo.
Montanas colosales se elevaban, se abajaban, cerraban planicies, cegaban
precipicios, grandes ríos, despellejaban llanuras, tapiaban ríos, cataratas.
‘El fin del mundo será’ se aterró. ‘¿O el comienzo verdadero?’ Jadeando más
todavía, resoplando, los brazos y las piernas, el vientre, el pecho desgajados
del cuerpo de Inkari, se abrían paso, reptaban hacia la cabeza que en el centro
parpadeaba ahora con furor, con alegría, con nuevo furor, como rodeando, como
aceptando. ¡Inkari cumplía su promesa! En vano los extranjeros lo habían
decapitado, destazado su cuerpo, enterrado sus restos en los extremos del
universo. Bajo la tierra, el cuerpo de Inkari había seguido creciendo,
juntándose con los siglos. ¡Y ahora, por fin, se reunía! ‘Cuando mis hijos sean
capaces de enfrentarse a los extranjeros entonces mi cuerpo divino se juntara y
saldrá de la tierra para el combate final’ había anunciado Inkari. ¡Se cumplía!
Cual Inkarrí liberador reintegrado en todas
sus partes esparcidas, fenómeno revolucionario de los pueblos excluidos del
mundo, los pongos insurrectos soberanamente se reapropian de su voz, de sus
espacios. El pongo erguido levantó su voz finalizando la visión: Cuando nuevamente, aunque ya de otro modo,
nos vimos juntos, los dos, ante nuestro Gran padre San Francisco, él volvió a
mirarnos, también nuevamente, ya a ti ya a mí, largo rato. Con sus ojos que
colmaban el cielo, no sé hasta qué honduras nos alcanzó, juntando la noche con
el día, el olvido con la memoria. Y luego dijo: "Todo cuanto los ángeles
debían hacer con ustedes ya está hecho. Ahora ¡lámanse el uno al otro!
Despacio, por mucho tiempo". El viejo ángel rejuveneció a esa misma hora;
sus alas recuperaron su color negro, su gran fuerza. Nuestro Padre le encomendó
vigilar que su voluntad se cumpliera.
El Pontífice Francisco, así como el Francisco
del Sueño del pongo, tiene una vez
más la oportunidad histórica de redimir la sangrienta historia del papado católico y fiel a la tradición de los
profetas y profetizas censurar de una vez y para siempre la anti-histórica e
inmoral doctrina de un Destino Manifiesto
(Manifest Destinity, para
entendernos) que lo único que ha sabido ocasionar al mundo es desolación y
muerte por doquier. Ojala que antes de su anunciada visita a los EE.UU.,
programada para el 24 de septiembre de 2015, el Sumo Pontífice latinoamericano
pueda embadurnar de miel al gran señor
y de excremento (que ganas de decir mierda…) al otrora pongo y hoy digna y
soberana Venezuela.
Sin lugar a dudas, en las actuales
circunstancias se evidencia que los EE.UU, grupos de poder y países aliados,
pretenden sabotear la próxima Cumbre de las Américas a celebrarse en Panamá
inhabilitando el proyecto bolivariano, y apareciendo cual líderes compasivos
con Latinoamérica y el Caribe portando como estandarte las negociaciones con
Cuba y el miserable proyecto de la Alianza del Triangulo Norte. Dicho sea de
paso es el saqueo de las reservas petrolíferas,
acuíferas y energéticas lo que se persigue. Cuanta macabra fantasía
hollywoodense!!! La irrupción del Movimiento Bolivariano Revolucionario-200
(1992) invirtió el hegemónico orden establecido en Latinoamérica y el Caribe
abriendo las puertas al Inkarrí liberador después de 500 años de vejamen. Que
se entienda que desde esta trinchera, nadie hace apología de una ruptura de
relaciones entre pueblos y guerras fratricidas, hablamos de criminales
políticas de Estado que atentan contra los más sagrados derechos de la
humanidad dentro y fuera de los EE.UU. Vamos Francisco, miel y de la buena para
el gran señor, como se merece, que
brille entre los demás señores del mundo,
y excremento, de la buena mierda, para el Proyecto Bolivariano…y después
que cada uno se lama sin prisa, sin pausa y sin remordimiento.
Gratitud por siempre a José María Arguedas de
quien hacemos eco: Fue leyendo a
Mariátegui y después a Lenin que encontré un orden permanente en las cosas, la
teoría socialista no solo dio cause a todo el porvenir sino a lo que había en
mi de energía, le dio un destino y lo cargo aun mas de fuerza por el mismo
hecho de encauzarlo. ¿Hasta dónde entendí el socialismo? No
lo sé bien, pero no mató en mí lo mágico. No pretendí jamás ser un político ni
me creí con aptitudes para practicar la disciplina de un partido, pero fue la
ideología socialista y el estar cerca de los movimientos socialistas que le dio
dirección y permanencia, un claro destino a la energía que sentí desencadenarse
durante la juventud.
NOTAS:
[1] Entrevista a José María
por Christian Chester, profesor de la Universidad de Texas A&M, Agosto
1966.
[2] Testimonio de José
María Arguedas grabado por Sara Castro-Klarén, en Julio Ortega, Texto, Comunicación y Cultura: Los Ríos
Profundos de José María Arguedas (Lima: Centro de Estudios para el
Desarrollo y la Participación, 1982), pp. 106-107. Cita extraída de Mercedes
López-Baralt, La orfandad andina de José
María Arguedas. San José: Universidad de Puerto Rico, 1995.
[3]Mabel Moraña (Ed.), Nuevas perspectivas desde/sobre América
Latina: El desafío de los estudios culturales. México: Universidad Autónoma de México, pag.275, 2005.
http://alainet.org/active/81074 ; Rafael Cuevas
Molina Centroamérica: la Alianza para la
prosperidad, un sueño de opio http://connuestraamerica.blogspot.com/2015/03/centroamerica-la-alianza-para-la.html
[5]Sergio R. Franco. El sueño
del pongo: entre la abyección y el deseo. España: “Espéculo”. Revista
de estudios literarios.
Universidad Complutense de Madrid, 2007.
[13] Símbolo
de la discordia mundial, energía artificial signo de soberanía para unos y
señal de saqueo y opresión para otros. Desde los dos puntos de vista recurso
energético que amenaza el equilibrio del ecosistema en su conjunto.
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