Llevamos poco menos de 40 años desde que se inició el auge neoliberal. La
privatización y el despojo han ido acabando con los bienes comunes que existían
en los países azotados por el neoliberalismo.
Su voracidad depredadora está
privatizando territorios y ahora el agua.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial
para Con Nuestra América
Desde
Puebla, México
Hace algún tiempo,
Peter Brabeck, presidente de la junta
directiva de la Nestlé declaró escandalosamente
lo que verdaderamente piensan los grandes poderes neoliberales a nivel
mundial. Con desenfado mientras se
tomaba un vaso de agua dijo: “La única opinión
que yo pienso que es extremista, está representada por la ONG’s quienes
constantemente están declarando que el agua es un derecho público. Esto
significa que como ser humano usted debería tener derecho al agua. Esto es una
solución extremista”. En otras palabras lo que Brabeck está diciendo es que el
derecho al agua no es un derecho humano. La tonta declaración recibió
una andanada de críticas y el
alto ejecutivo tuvo que retractarse. Esa retractación en realidad fue una
declaración del diente al labio. La
compañía que él encabeza no ha cesado de cabildear, tal como lo hizo en el Foro Mundial del Agua
en el año 2000, para evitar que se declare al líquido vital como un derecho
universal.
Los motivos de tal activismo es que la Nestlé está
activamente imbuida en el propósito de privatizar el agua, a efecto de consolidar el negocio de la
venta de agua embotellada las cual nos la venden a precios cuantiosamente
superiores al agua común y corriente que corrientemente consumimos. No
solamente la Nestlé tiene tal propósito.
También lo tienen todas las empresas involucradas en la minería, en las
hidroeléctricas y las que buscan hacer negocio. Las hidroeléctricas son
instalaciones íntimamente vinculadas al desarrollo de la minería a cielo
abierto y a la explotación de gas
natural a través del despiadado método del “fracking”, que no es otra cosa que
hondas perforaciones del suelo hasta encontrar el gas shale a efecto de poder
usarlo industrialmente. El agua es un insumo fundamental para hacer tales perforaciones, que al romper el subsuelo generan la salida
del gas que puede ser usado industrialmente y de paso contaminar los mantos
freáticos, manantiales y ríos aledaños.
El traspiés de Brabeck
se debe a una torpeza declarativa que evidencia
el sentir real de los dueños de la Nestlé y de los dueños de todas las
grandes empresas transnacionales y locales que están interesadas en el uso
industrial del agua, aunque para ello dejen a poblaciones y cultivos
enteras sin agua o con agua contaminada. Es la lógica neoliberal
de volver mercancía todo lo que toca. Y
el paso previo para mercantilizar un bien, es privatizarlo. Hace unos días en
México se presentó una iniciativa que
busca privatizar el agua. La reacción de una parte de los diputados y de la
opinión pública fue tan airada que la
oposición en la cámara logró detener el proyecto. Manlio Fabio Beltrones,
diputado priísta, acusó a los diputados opositores de “lento aprendizaje”.
Llevamos poco menos de 40 años desde que se inició el auge neoliberal. La privatización
y el despojo han ido acabando con los bienes comunes que existían en los países
azotados por el neoliberalismo. Su voracidad depredadora está privatizando
territorios y ahora el agua. Al rato, cuando puedan, los neoliberales
propugnaran la privatización del aire…
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