Con su
agresión e injerencia contra la República Bolivariana de Venezuela, Estados
Unidos agrede nuevamente a Latinoamérica. Ojalá los gobiernos democráticos y
progresistas de la Patria Grande y sobre todo los pueblos latinoamericanos,
estemos a la altura para responder contundente y unitariamente a esta nueva
agresión.
Desde Ciudad de
Guatemala
Continuadas
han sido las denuncias y pruebas presentadas por el gobierno de Nicolás Madura,
sobre la relación íntima de las fuerzas opositoras y el gobierno de los EEUU,
en su búsqueda por derrocarlo a través de un golpe de Estado. Esta política del
imperio estadounidense es la continuidad de la estrategia que fue iniciada con
la llegada de Hugo Chávez Frías al poder en 1999, debido a que implementó
políticas soberanas e independientes. Es parte, además, del continuum
injerencista y agresor, aplicado sobre Latinoamérica en su conjunto y sobre
otros países en otras regiones del mundo, como sucede en la actualidad con
Rusia, Siria, entre otros.
Para el
caso de Guatemala, el intervencionismo de Estados Unidos ha sido experimentado
a través de acciones político-militares, como sucedió con el derrocamiento del
gobierno legítimo de Jacobo Árbenz Guzmán en 1954, y como se repitió a través
del financiamiento, asesoría y venta de armamento (de forma cruzada a través de
Israel) hacia los gobiernos militares que incurrieron en crímenes de lesa
humanidad durante el guerra interna. Asimismo, con acciones de presión
“blandas”, como sucede en la actualidad.
Lo
anterior viene a colación de la orden presidencial de Obama, del lunes 9 de
marzo, en la cual impone sanciones a
funcionarios venezolanos con el falso argumento de sancionar a personas
implicadas en la erosión de derechos humanos, la persecución de oponentes
políticos, la restricción a la libertad de prensa y el uso de violencia.
Argumento falso siendo que el gobierno venezolano ha venido enfrentando a una oposición
violenta, que por esta vía ha pretendido derrocarlo. Es decir, ha venido
enfrentando los atentados en contra de un gobierno legítimamente electo. Es ese
gobierno legítimo y el poder judicial de Venezuela, los que han detenido y
sometido a proceso judicial a los líderes opositores golpistas y que han
dirigido la “guarimbas”, es decir, hordas que han asesinado a otros ciudadanos
venezolanos. Además, la supuesta restricción a la libertad de prensa no puede
sino entenderse en un contexto en el cual, los empresarios dueños de los
principales medios de difusión masiva, han sido parte de dichas intentonas
golpistas, pero donde las críticas al gobierno de Maduro se expresan
libremente. Además, está demostrado que han sido las fuerzas desestabilizadoras
las que han asesinado a militantes y simpatizantes del gobierno de Nicolás
Maduro, y en aquellas excepciones en las cuales policías o militares han sido
los responsables, estos han sido sometidos a proceso judicial.
Las
justificaciones de la orden de Obama, que constituyen la implementación de una
ley estadounidense aprobada por el Congreso estadounidense el 18 de diciembre
de 2014, no son más que su deseo por generar una matriz de opinión que
justifique la continuidad de su política imperialista. Es una decisión a todas
luces abusiva, injerencista y agresiva sobre asuntos y sobre un Estado
soberano, como el de la República Bolivariana de Venezuela.
¿Acaso el
gobierno de Obama no perseguiría policial y judicialmente a personas, fuerzas
políticas o empresas de prensa que estuvieran impulsando acciones para
concretar un golpe de Estado en ese país?
Lo más
grave de la orden presidencial de Obama, además de la asesoría y financiamiento
a buena parte del liderazgo de la oposición venezolana, es el discurso que utiliza
en dicha medida, cuando declara la situación en Venezuela como una
"amenaza extraordinaria e inusual a la seguridad nacional y política
exterior estadounidenses". Y es grave porque las acciones del gobierno de
la República Bolivariana de Venezuela han sido en respuesta a las acciones
previas de Estados Unidos: su injerencia a través de la asesoría,
financiamiento y conducción de los planes golpistas, así como las sanciones en
contra de funcionarios públicos del gobierno legítimo y democráticamente elector
de Nicolás Maduro. Y aún más grave, porque al realizar tal declaración, Estados
Unidos estaría preparando acciones de distinto orden para derrocar al gobierno
de Maduro, incluidas acciones militares.
Es obvio
que Venezuela no está amenazando ni tiene la capacidad para amenazar la
seguridad nacional de Estados Unidos. Contrario a lo que significan dichas
medidas y declaraciones en contra de la República Bolivariana de Venezuela.
La
defensa legítima y sin vacilación del gobierno de la República Bolivariana de
Venezuela, no se ha hecho esperar. Ha impuesto sanciones a funcionarios y ex
funcionarios estadounidenses, por sus acciones injerencistas en contra de
Venezuela y por violaciones a Derechos Humanos, como son los casos probados de
George W. Bush y Dick Cheney. Ha impuesto condiciones de visado similares a las
que exige Estados Unidos a los venezolanos para ingresar a su territorio. El
Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela ha declarado, asimismo, que
Estados Unidos no tiene ninguna jurisdicción para imponer ninguna ley, norma o
sanción contra la institucionalidad y soberanía de Venezuela. Y como respuesta
inmediata a la medida de Obama del lunes 9 de marzo, ha llamado a consulta
inmediata a su encargado de negocios en Estados Unidos.
A la
acción injerencista de Estados Unidos ha correspondido la reacción legítima,
digna y soberana de la República Bolivariana de Venezuela, así como el respaldo
de bloques regionales como el de UNASUR al gobierno de Nicolás Maduro ante las
intentonas golpistas.
Con su
agresión e injerencia contra la República Bolivariana de Venezuela, Estados
Unidos agrede nuevamente a Latinoamérica. Ojalá los gobiernos democráticos y
progresistas de la Patria Grande y sobre todo los pueblos latinoamericanos,
estemos a la altura para responder contundente y unitariamente a esta nueva
agresión, en el entendido que una agresión a la República Bolivariana de
Venezuela es una agresión contra todos nuestros pueblos.
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