Si
la delincuencia común es un problema estructural que no se resuelve solamente
con medidas punitivas, el crimen organizado y su presencia en el Estado
guatemalteco también lo es.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para
Con Nuestra América
Desde
Puebla, México
La
develación por parte de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en
Guatemala (CICIG) de una estructura de
crimen organizado que hacía contrabando y defraudación aduanera, es un golpe
demoledor para el gobernante Partido Patriota. Se ha evidenciado que la red
criminal (“La Línea”), llega al menos
hasta la vicepresidencia de la república como lo revela que el secretario de
Roxana Baldetti sea considerado el cabecilla de la banda.
El
escándalo descubre que los titulares anterior y presente de la Superintendencia
de Administración Tributaria Carlos Muñoz y Omar Franco y Estuardo González
-Gerente General del periódico Siglo 21-, así como
dos decenas de funcionarios también formaban parte de la organización
criminal. Grabaciones de llamadas
telefónicas hechas en el curso de la investigación evidencian que los
implicados aludían al “presidente” y a la “señora” en sus conversaciones. Al
parecer la CICIG ha detenido las
sindicaciones hasta los bordes de
Baldetti. Y la oposición encarnada en los partidos Líder y UNE no pedirán
antejuicio a Otto Pérez Molina y Baldetti. Pragmáticamente consideran que esto
provocaría inestabilidad y podría
afectar al proceso electoral de este año.
Tampoco
lo necesitan. El Patriota es un partido moribundo. La agonía se revela en la
renuncia de su candidato presidencial, Alejandro Sinibaldi. La muerte rondaba
al Patriota desde antes de este escándalo por la imagen de corrupción e
ineficiencia que tenía. La mano dura contra la delincuencia por supuesto que no
resolvió este problema. Más bien, la
delincuencia de cuello blanco es evidente en este gobierno. La mano dura fue en
realidad mano larga. Si la delincuencia común es un problema estructural que no
se resuelve solamente con medidas punitivas, el crimen organizado y su
presencia en el Estado guatemalteco también lo es. La llamada “Línea” es continuación de la “Red Moreno” que fue
asociada a Pérez Molina y Francisco Ortega Menaldo, también reputados
cabecillas de las dos logias de ex militares asociados al crimen organizado: El
Sindicato y La Cofradía.
La
debacle del Patriota ha afectado el pacto de gobernabilidad neoliberal al que
habían llegado con el partido Líder y el eventual ganador de la próxima
elección presidencial, Manuel Baldizón. La cúspide empresarial aliada al
capital transnacional en la acumulación capitalista por desposesión (minería,
hidroeléctricas, proyectos carreteros, palma africana, azúcar etc.,) tendrá que
buscar otros interlocutores. Sinibaldi continuará la carrera presidencial, pero
la nueva coyuntura pone a Sandra Torres y la UNE en posibilidades de
enfrentarse a Baldizón en la segunda vuelta. ¿Qué sucederá entonces? Conocida
es la desconfianza oligárquica hacia Baldizón. Su imagen no es la mejor y esa
imagen hace imaginar su eventual presidencia como la reproducción ampliada de
lo que hoy ya estamos viendo.
Pérez
Molina y las derechas en Guatemala no querían la continuación de la CICIG.
Washington lo desea como lo hizo ver el vicepresidente Biden en su visita a
Guatemala para promover la “Alianza para la prosperidad”, plan imperial de mil
millones de dólares que apuntala el modelo de acumulación extractivista en el
país. Hoy la CICIG refuerza la necesidad de su presencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario