Si bien América Latina celebra la
disminución de las tensiones entre Estados Unidos y Cuba, la región no va a
cruzarse los brazos y dejar que Venezuela sea atacado. Si el gobierno de Obama
realmente quiere ser un socio regional, entonces tendrá que aceptar y respetar
la América Latina de hoy: una región fuerte, unida y repotenciada con una
visión política colectiva de independencia e integración.
Eva
Golinger / Actualidad RT
A medida que América Latina se prepara
para la próxima Cumbre de las Américas en la Ciudad de Panamá el 09 al 10
abril, el tema que se avecina no solo va a ser el reencuentro tan esperado de
Cuba con la organización, de la que fue excluida durante cincuenta años bajo
presión de Estados Unidos, sino tambien el reciente acto de agresión contra
Venezuela del presidente Obama. Toda la región ha rechazado por unanimidad la
Orden Ejecutiva de Obama emitida el 09 de marzo 2015 que declara a Venezuela "una
amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior
de Estados Unidos", y ha pedido al presidente de Estados Unidos que
derogue su decreto.
En una declaración sin precedentes el 26
de marzo de 2015, los 33 miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños (CELAC), que representa a toda la región, expresaron su oposición a
las sanciones del gobierno de Estados Unidos contra funcionarios venezolanos,
refiriéndose a ellos como "la aplicación de medidas coercitivas unilaterales
contrarias al derecho internacional." La declaración además manifestó
"el rechazo del Decreto Ejecutivo emitido por el Gobierno de los Estados
Unidos de América el 9 de marzo 2015" lo cual la CELAC considera que “sea
revertido".
Incluso los aliados de Estados Unidos
más cercanos como Colombia y México firmaron el comunicado de la CELAC, junto
con países económicamente dependientes de Estados Unidos como Barbados y
Trinidad, entre otros. Ésta podría ser la primera vez en la historia
contemporánea que todas las naciones de América Latina y el Caribe han
rechazado una política estadounidense en la región, desde el unilateral bloqueo
de Estados Unidos contra Cuba.
Irónicamente, la justificación del
presidente Obama para descongelar las relaciones con Cuba, anunciado en una
transmisión simultánea con el presidente Raúl Castro el 17 de diciembre de
2014, se basó principalmente en lo que él llamó una "fracasada
política" de Washington hacia la isla caribeña. Más de cincuenta años de
sanciones unilaterales y hostilidad política sólo habían servido para aislar a
Estados Unidos internacionalmente, mientras que Cuba reforzó sus propias
relaciones con la mayoría de los países del mundo y ganó el reconocimiento
internacional por su asistencia humanitaria y su solidaridad con pueblos
hermanos.
Sin pausa, Obama abrió la puerta a Cuba,
admitiendo el fracaso de Washington, y luego la cerró a Venezuela,
implementando una política casi idéntica de sanciones unilaterales, hostilidad
política y falsas acusaciones de amenazas a su seguridad nacional. Antes de que
la región tuvo tiempo para celebrar el desprendimiento de la soga alrededor de
Cuba, la misma fue apretada contra Venezuela. ¿Por qué, se preguntó la región,
el presidente Obama impone una comprobada política fracasada contra otra nación
en el hemisferio, especialmente durante un período de relaciones renovadas?
Teniendo en cuenta que la guerra
permanente de Estados Unidos contra el terrorismo califica a cualquier presunta
amenaza a su seguridad– sea de donde sea - un objetivo viable de su vasto poder
militar, Venezuela no iba a sentarse tranquilo frente a un ataque inminente. La
nación sudamericana inmediatamente lanzó una campaña internacional para
denunciar la Orden Ejecutiva de Obama como un acto de agresión contra un país
que no representa ninguna amenaza a nadie. El presidente Nicolas Maduro publicó
una Carta Abierta al Pueblo de los Estados Unidos en el 17 de marzo 2015 en el
New York Times, alertando a los lectores sobre los pasos peligrosos que el
gobierno de Obama estaba tomando contra un país vecino. La carta instó a los
ciudadanos estadounidenses a unirse a llamadas demandando que Obama derogue su
Orden Ejecutiva y levante las sanciones contra funcionarios venezolanos.
La región reaccionó rápidamente. Apenas
48 horas antes se de que fuera emitida la Orden Ejecutiva de Obama, una
delegación de Cancilleres de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), en
representación de los doce países de América del Sur, había viajado a Venezuela
para reunirse con funcionarios del gobierno, representantes de la oposición y
miembros de la sociedad civil. UNASUR ha estado mediando el diálogo entre el
gobierno y la oposición desde que las protestas antigubernamentales estallaron
el año pasado y dejaron más de 40 muertes en el país y una inestabilidad
generalizada. El hecho de que el decreto de Obama llegó justo después de la
visita de UNASUR fue percibido como un desprecio ofensivo de la capacidad de
América Latina para resolver sus propios problemas. Ahora Washington había
intervenido para imponer su voluntad de nuevo. UNASUR respondió con un fuerte
rechazo de la orden ejecutiva de Obama y exigió su inmediata abolición.
Además, varios países emitieron
declaraciones individuales rechazando las sanciones de Washington contra
Venezuela y su designación como una "amenaza inusual y
extraordinaria" a la seguridad nacional de Estados Unidos. Argentina
expresó que “la gravedad de dicha denuncia no sólo causa consternación por la
dureza inusual de sus términos, casi amenazantes, sino que además provoca
estupor y sorpresa... Lo absurdo e injusto de la acusación es lo que causa la
consternación”. La presidenta Cristina Fernández dejó claro que cualquier
intento de desestabilizar a Venezuela sería visto como un ataque a la Argentina
también. El presidente boliviano, Evo Morales expresó su pleno apoyo para el
presidente Maduro y su gobierno y criticó a Washington, "Estas acciones
antidemocráticas del presidente Barack Obama amenazan la paz y la seguridad de
todos los países de América Latina y el Caribe".
El presidente ecuatoriano, Rafael
Correa, tuiteó que el Decreto de Obama debe ser una "broma de mal
gusto", recordando que tal acción indignante, "nos recuerda las horas
más oscuras de nuestra América, cuando recibíamos las invasiones y dictaduras
impuestas por el imperialismo... ¿Entenderán que América Latina ya
cambió?"
Nicaragua llamó la Orden Ejecutiva de
Obama "criminal", mientras que el ex presidente uruguayo, el muy
popular José Pepe Mujica, llamó a cualquier persona que considera a Venezuela
una amenaza "loco".
Más allá de América Latina, 100
parlamentarios británicos firmaron una declaración rechazando las sanciones de
Estados Unidos contra Venezuela y pidieron al presidente Obama rescindir su
Orden Ejecutiva declarando a Venezuela una amenaza. Más de cinco millones de
personas han firmado peticiones en Venezuela y en Internet a nivel mundial
exigiendo derogar la Orden Ejecutiva.
Por otra parte, el grupo de las Naciones
Unidas G77 + China, que representa 134 países, también emitió una declaración
de firme oposición a la orden ejecutiva del presidente Obama contra Venezuela.
"El Grupo de los 77 + China, deplora estas medidas y reitera su firme
compromiso con la soberanía, la integridad territorial y la independencia
política de la República Bolivariana de Venezuela...El G77+China hace un
llamado al Gobierno de Estados Unidos para que evalúe y ponga en práctica
alternativas de diálogo con el Gobierno de la República Bolivariana de
Venezuela, bajo los principios de respeto a la soberanía y la autodeterminación
de los pueblos. En consecuencia, insta a que dicha orden ejecutiva sea
derogada".
Y luego está la declaración de la CELAC.
La totalidad de América Latina ha rechazado esta última política regional de
Obama, justo cuando él pensaba que había hecho incursiones pioneras al sur de
la frontera. Como era de esperar, la Casa Blanca ha calculado mal las
prioridades regionales, una vez más, subestimando la importancia de la
soberanía, la independencia y la solidaridad para los pueblos de América
Latina.
Si bien América Latina celebra la
disminución de las tensiones entre Estados Unidos y Cuba, la región no va a
cruzarse los brazos y dejar que Venezuela sea atacado. Si el gobierno de Obama
realmente quiere ser un socio regional, entonces tendrá que aceptar y respetar
la América Latina de hoy: una región fuerte, unida y repotenciada con una
visión política colectiva de independencia e integración. Cualquier otra manera
de relacionarse con la región, más allá de las relaciones respetuosas, basadss
en los principios de la igualdad y la no intervención, sólo tendrá un
resultado: el fracaso.
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