El presidente Rafael Correa ha
puesto en discusión el tema de la plusvalía sobre la tierra, al proponer una
regulación legal para ella.
Jorge
Núñez Sánchez / El Telégrafo (Ecuador)
Parafraseando a Marx, que consideraba que la
plusvalía era la riqueza creada por el trabajador y no pagada a este por el
capitalista, que la expropiaba en su beneficio, podemos decir que la plusvalía
sobre la tierra es la riqueza creada por la sociedad con sus obras públicas,
pero de la que se apropian los especuladores de la tierra.
La tierra rústica y ubicada en sitios lejanos
no tiene interés mayor para los capitalistas, a no ser que se trate de
hacendados o productores agropecuarios. Pero la tierra cercana a obras de
interés social, creadas casi siempre por la autoridad pública, de inmediato se
convierte en una mercancía apetecida, que los especuladores se la disputan a
dentelladas aun antes de que la obra se construya, pero cuando ya se sabe que
se construirá.
Así, la tierra de las posibles rutas al
aeropuerto de Quito y la de la zona misma del nuevo aeroparque entró a ser
material especulativo hace décadas, pasando de manos de sus dueños originales,
los campesinos de la zona, a las de implacables especuladores y pícaros de la
política.
Siempre ha ocurrido así. Ocurrió con la vía
Perimetral en Guayaquil y con la vía Occidental de Quito, llamada también
Mariscal Sucre. Y estoy seguro de que algo así debió ocurrir con las tierras
ubicadas a los lados de la nueva Ruta Viva capitalina y puede estar ocurriendo
con el nuevo aeropuerto guayaquileño de Daular, aun antes de que se haya
comenzado a construir.
Los beneficiarios de estos episodios
especulativos han sido y son poderosos señores, influyentes políticos y audaces
negociantes, que saben previamente la ruta o sitio de la obra a construirse y
que a veces incluso suelen ser quienes promueven entre la opinión pública las
obras que los van a hacer ricos.
Claro está, a esos grupos de especuladores,
que desde antaño se han enriquecido gracias a la obra pública, les debe indignar
el proyecto en trámite, que busca recortar sus ganancias mediante el recurso de
gravar las utilidades de la segunda venta.
Pongamos como ejemplo el planeado aeropuerto
de Daular. ¿Se imaginan ustedes cuánto va a invertir la autoridad pública en la
compra de tierras para construir el aeródromo y las vías que vinculen a este
con varias provincias? ¿Y alcanzan a imaginar la diferencia que puede llegar a
existir entre el valor que tuvieron esas tierras antes de planearse la obra y
el precio del momento mismo de su construcción? Sin duda estaríamos hablando de
decenas de millones de dólares, tantos millones que no sería raro que esos
especuladores estén financiando una campaña de desestabilización del Gobierno
Nacional.
Eso es lo que está en juego en este momento,
aunque los líderes de la oposición argumenten que se oponen al supuesto
autoritarismo y la supuesta voracidad fiscal del régimen.
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