En
ocasión del Día del Periodista en Argentina, la Agencia de Noticias Prensa
Armenia entrevistó al periodista uruguayo y fundador del canal TeleSur, para
hablar sobre su nuevo libro “La internacional del terror mediático. Vernos con
nuestros propios ojos”, en el que aborda el rol de los medios y el periodismo
desde una perspectiva latinoamericana.
Agencia de Noticias Prensa Armenia
Aram Aharonian, fundador de TeleSur. |
-¿Por qué elegiste como figura simbólica
“la guerra” para graficar “la guerra simbólica”, “batalla ideológica” o los
medios hegemónicos como “unidades militares”?
-Primero,
porque esta es la misma lucha: lo que han cambiado han sido las armas. Guerra
convencional, guerra de guerrillas, guerra cultural: el enemigo es el mismo, la
utopía sigue siendo la misma. Lo que cambia es el escenario, los fierros. El
enemigo antes -hace cuatro décadas- usaba a las fuerzas armadas para imponer un
modelo político, económico y social (con muertos, desaparecidos, torturados).
Hoy no necesita bayonetas ni tanques; le basta el control de los medios masivos
de comunicación. Y así nos bombardean con información, publicidad,
entretenimiento (series de televisión, juegos cibernéticos, por ejemplo), las
24 horas del día, con su mensaje e imagen única, en la sala o en el dormitorio
de nuestras propias casas.
Hoy
el campo de batalla es simbólico. Estamos en plena batalla cultural: la guerra
por imponer imaginarios colectivos se da a través de medios cibernéticos,
audiovisuales, gráficos. Y para pelear esas batallas por la democratización de
la palabra y de la imagen, de nuestra sociedades, hay que aprender a usar estas
nuevas armas, las cámaras, internet, micrófonos…
-Tanto en este libro, como en el anterior
-“Vernos con nuestros propios ojos. Apuntes sobre comunicación y
democracia”- planteás la necesidad de construir una cultura contrahegemónica
en términos de Gramsci, aunque no subalterna, que pueda competir cualitativamente
con la cultura hegemónica. En los referido a la construcción de nuevos medios,
¿es posible llevar adelante esos proyectos sin los presupuestos de las grandes
empresas? ¿Puede ser el Estado una respuesta?
-Me
duele decirlo, pero desde los movimientos sociales, desde la prensa
alternativa, hay una queja permanente por la falta de recursos… y muchas veces
lo que falta son ideas, creatividad, trabajo colectivo, complementación.
Muchas
veces, desde el campo popular, nos quejamos que no tenemos los recursos de las
empresas trasnacionales… pero creo que en general los fracasos vienen por falta
de ideas (y no de dinero), por falta de convencimiento en el proyecto colectivo
(o ausencia de éste) y por la gran dificultad que tenemos para juntarnos: todos
quieren ser protagonistas, aunque sea de un medio marginal, pero protagonistas.
Con ideas, con creatividad, podemos conseguir los recursos y llevar adelante
proyectos masivos; el dinero no produce ideas ni creatividad, y muchos menos en
el camino de la democratización de comunicación y la información.
Debe
ser deber de los Estados fomentar la recomposición de los espacios públicos,
de la formación de comunicadores populares, del fomento (no hablo de
financiamiento) de medios populares. Si no formamos a nuestra juventud en estos
principios democráticos, difícilmente podamos mantener la esperanza en el
futuro. Recuperar nuestra memoria histórica significa saber de dónde venimos,
para saber hacia dónde vamos. Un pueblo que no sabe quién es, cuáles son sus
raíces, difícilmente pueda cambiar su futuro, y éste le será impuesto siempre
desde afuera. Recuperar la memoria nostálgicamente, es eminentemente
retrógrado, es el anclaje en la denunciología, en la resistencia per se, en el
lloriqueo.
-Tu frase “vernos con nuestros propios
ojos” hace referencia a que los latinoamericanos “siempre nos hemos visto con
otros ojos, con ojos extranjeros”. ¿La fundación de TeleSur en su momento fue
una solución a esa problemática?
-Eduardo
Galeano decía que no hay ninguna fórmula para cambiar la realidad si no empieza
uno a verla como es. Eso, para poder transformarla hay que comenzar por
asumirla. Hemos estado por 520 años ciegos de nosotros mismos. Seguimos
entrampados en que “ya está todo inventado” y, también por ello, seguimos copiando
modelos extranjerizantes (demostrando que aún no hemos podido deslastrarnos del
coloniaje cultural) y haciendo una comunicación reactiva (y no proactiva) a la
agenda que nos imponen los medios hegemónicos.
No
sabemos quiénes somos, cómo somos, qué queremos comunicar. Y así siempre vamos
a ser reactivos, no nos vemos en nuestros propios espejos.
La
creación, o más bien la puesta en marcha de Telesur, hace diez años, demostró
que sí podemos tener una mirada latinoamericana, propia, que eso no estaba
limitado a las grandes corporaciones trasnacionales. Y desde allí, comenzamos a
tener una mirada contrahegemónica, alternativa al mensaje único. No es una
solución, es un camino. Y hoy sabemos que de nada sirve tener cien, mil
telesures más, si no tenemos nuevos contenidos, acordes con nuestra propia
agenda informativa, cultural y política, porque si no estaremos condenados a
ver El Chavo del Ocho por el resto de nuestra vida…
-Teniendo en cuenta tu trabajo en la
Fundación para la Integración Latinoamericana, ¿creés que la alianza entre
medios contrahegemónicos puede ser uno de los pilares en la construcción de una
nueva comunicación?
-Ante
todo hay que romper con el verso de que alternativo significa marginal: es
totalmente lo contrario, porque para ser alternativo (al mensaje hegemónico)
hay que pensar en lo masivo, con medios masivos o con redes de medios
populares. Pero para eso es necesario tener un proyecto común, sobre principios
comunes, que permita producir y compartir contenidos en cualquiera de las
plataformas que lo programemos.
Las
llamadas redes sociales, las nuevas tecnologías son solo herramientas, para por
allí irradiar los mensajes en cualquier plataforma. En una primera evaluación,
pareciera que va ganando la idea cultural capitalista del individualismo.
Creo
que una de las bases de tener medios con público es fabricar nuevos contenidos,
hacer bancos de contenidos –audiovisuales, sonoros, gráficos, juegos
cibernéticos- que estén a disposición de los medios populares, para que éstos
no se vean obligados a repetir los enlatados de la anticultura.
-En ese libro, mencionás las “noticias
virtuales” y el desfasaje del contraste con la realidad, que termina
desmintiendo a esas noticias. ¿Es en ese desfasaje se construyen las
operaciones mediáticas? ¿Cómo funciona en esos casos la dinámica de
herramientas como Twitter, donde la información circula al instante, teniendo
en cuenta lo que planteás al final de “La internacional del terrorismo
mediático”, cuando postulás que en las redes sociales no se utilizan las
fuentes?
-La
única verdad es la realidad, decía Perón. Pero, la realidad ¿es lo que nos
muestra la televisión, convertida en difusora de espectáculos –con su dosis de
banalización y de farandulización- y no de información? Los medios quedaron en
manos de conglomerados empresariales que manipulan la información, ajenos a
todo concepto de ética, a su antojo en función de sus intereses corporativos
(políticos, económicos, financieros, políticos, religiosos), en nuestro
continente al menos en alianza con las más reaccionarias fuerzas políticas,
muchas veces para desestabilizar a nuestros gobiernos populares con el fin de
restaurar el viejo orden conservador y neoliberal.
Hoy
pareciera que no nos interesa si una noticia es verdad, sino si “me gusta”. La
instanteneidad de la información y la falta de corroboración de la misma, la
mentira, el montaje (caso guerra del Golfo 1 y bombardeo a Bagdad, por ejemplo)
crea imaginarios colectivos, verdades virtuales que solo el tiempo y o el
contraste personal con la realidad, logran desmontar. Democratizar la
información y la comunicación es apostar por el pluralismo (no por el mensaje y
la imagen únicos), la diversidad…
-Con la masificación de Internet surgió una
necesidad por la inmediatez informativa. ¿Un medio alternativo puede aspirar a
satisfacer y cumplir con esa dinámica sin contar con una estructura económica?
¿Se puede competir con las agencias internacionales? ¿La construcción de medios
para segmentos muy específicos es una solución a este problema?
-Más
que una necesidad surgió la posibilidad de la inmediatez, lo que muy pocas
veces significa veracidad. Pero cuando esa realidad virtual se repite hasta el
cansancio sin posibilidad de tener otra versión de los acontecimientos, es la
demostración de la imposición de una mentira, lejana a la realidad-real. ¿Y
cuánto dura una primicia? Cuando surgió Al Jazeera, hubo información
alternativa a la que daban los medios occidentales, cartelizados, sobre Medio
Oriente, cuando surgió Telesur, CNN en Español no pudo seguir invisibilizando y
ocultando las realidades latinoamericanas.
Sí,
tenemos otro problema: mucho más de la mitad de las imágenes que usan nuestras
televisoras provienen de las trasnacionales de la información que, de ese modo,
imponen su agenda y sus intereses. Y, todavía, en América latina la mayor parte
de la información que circula sobre nuestra región, proviene también de
agencias noticiosas trasnacionales o medios occidentales y algunos hasta
cristianos. Por eso, la necesidad de vernos con nuestros propios ojos.
El
principal rubro de exportación de EEUU no son las armas, sino los contenidos
con los que nos bombardean –a través de la información, la publicidad y las
llamadas industrias culturales (series, ficción)- 24 horas al día: la nueva
arma mortal no esparce isótopos radiactivos, se llama medios de comunicación de
masas, que imponen imaginarios colectivos, en eso que algunos quieren llamar
guerra de cuarta (de) generación.
-Siguiendo con el concepto del periodista
Carlos Fazio, llamás “terrorismo mediático” a un “entramado de estrategias
políticas, económicas, sociales y psicológicas que buscan crear realidades
ficticias, miedos colectivos y convertir mentiras en verdades que permitan
manipular a la sociedad de acuerdo al conflicto y al enemigo en cuestión”.
¿Cuál es el rol del periodista, de los redactores y los editores en estos
casos, teniendo en cuenta que hoy, cada periodista es su propio medio de alguna
forma al tener sus propios seguidores de Twitter o blogs personales?
-Nuestra
academia, la latinoamericana (en general) está anclada en los años 70, cuando
el pensamiento latinoamericano sobre comunicación e información era de los más
avanzados. Hace más de 40 años de eso. Y no se ha producido nueva teoría y
nuestras universidades siguen recitando los viejos textos, descontextualizados,
obviando la nueva realidad latinoamericana y de cada uno de nuestros países,
olvidando el pensamiento crítico, para devolvernos cada año miles, miles y
miles de comunicadores y periodistas con un título universitario, sin
conocimiento de la sociedad a la que deben prestar servicio y muchas veces sin
la suficiente profesionalización en el uso de las herramientas disponibles hoy.
Para
entender bien esto, debemos partir de la base que los propietarios de los
medios son conglomerados económicos que los usan para imponer sus intereses.
Que un periodista, en el mejor sentido de la palabra, es un trabajador, al
igual que un carpintero o un médico: Que pocos entienden la función social del
periodista, que tenemos que abatir viejos paradigmas como la objetividad, la
imparcialidad, la neutralidad; ningún medio de comunicación (comercial,
estatal, popular, público) es objetivo, sino que responde a una línea
editorial. Lo que es inmoral es trasvestirse de objetivo para imponer sus
intereses.
-En Argentina celebramos el día del
periodista, y en tu amplia trayectoria trabajaste con muchos que hoy son
considerados próceres de esa profesión, y a la vez son reconocidos por su
militancia política, y la forma de imbricar ambas cuestiones. Nos gustaría que
nos digas algunas palabras sobre ellos, y sobre cómo es vista hoy la relación
del periodismo con la militancia política.
-Trabajé
junto a periodistas de la talla de Carlos Quijano (Marcha), Eduardo Galeano y
Carlos María Gutiérrez (Época, PL), Neiva Moreira (Cuadernos y Ahora) en
Montevideo, Juan Gelman, Paco Urondo, Rodolfo Walsh, Jarito Walker, Quique
Raab, Cogote Bonasso, Pablo Piacentini, Pablo Giusani, Zelmar Michelini… en
Noticias e Informaciones: Tito Paoletti, Ernesto Ponsati, y tantos otros en La
Voz, en Argentina, con Blankito en Colombia, con tantos compañeros enamorados
del proceso bolivariano en Venezuela y con aquellos “locos” que se sumaron a la
utopía de Telesur… lo que da la pauta de lo viejo que estoy.
Desde
aquellos primeros años 60 hasta hoy, la lucha sigue siendo la misma: la
democratización de la información y la comunicación, para que todos tengan voz
e imagen, por la construcción de esa nueva comunicación, desde abajo, hombro
con hombro, ladrillo a ladrillo, consciente que lo único que se construye
desde arriba… es un pozo.
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