sábado, 25 de julio de 2015

Brasil: “El neodesarrollismo está agotado”

João Pedro Stédile, dirigente nacional del Movimiento de los Sin Tierra (MST) analiza la coyuntura brasileña, apunta los desafíos que los sectores progresistas deben enfrentar y afirma que no se ha avanzado como para construir un programa alternativo.

Brasil de Fato (Traducción: Miradas al Sur)

–¿Cómo estás viendo el escenario político brasilero?

Joao Pedro Stédile
–Brasil está pasando por un periodo histórico muy difícil y complejo. Lo que hemos discutido en las plenarias de los movimientos populares es que estamos pasando por tres graves crisis. Una es la crisis económica, con la economía paralizada, falta de crecimiento de la industria, señales de desempleo y caída en los ingresos de la clase trabajadora.

Otra es la crisis social, cuyos problemas, sobretodo en las grandes ciudades, como falta de vivienda, de transporte público, aumento de la violencia contra la juventud en las periferias y de millones de jóvenes que no están consiguiendo entrar en la universidad apenas aumentan. Los 8 millones de jóvenes que se inscribieron en el ENEM (examen nacional de enseñanza media, requisito obligatorio para entrar en las universidades públicas brasileras), por ejemplo, disputaron 1,6 millón de lugares. Y los que no entran, ¿para dónde van?

La última es la grave crisis política e institucional, en que la población no reconoce la legitimidad y liderazgo en los políticos electos. Eso se debe al sistema electoral, que permite que las empresas financien sus candidatos. Para tener una idea, apenas las diez mayores empresas eligieron 70% del parlamento. O sea, la democracia representativa fue secuestrada por el capital y eso generó una hipocresía de los electos y una distorción política insuperable. Eso se refleja en las pautas que el parlamento adopta y en las ideas que ellos defienden, que no tiene nada que ver con los electores. Por ejemplo: en la sociedad brasilera tenemos 51% de mujeres. Se presentó un proyecto para garantizar 30% de representación femenina, pero ellos lo bloquearon. ¡Y, con eso, vamos a mantener apenas el actual 9%!

–¿Cómo evalúa las propuestas que predominan en el debate público para superar este escenario?

–Las clases dominantes, aquellas que poseen el poder económico en nuestra sociedad, son bastante inteligentes. No es en vano que gobiernan hace 500 años. Percibieron la gravedad de la crisis, y por eso abandonaron el pacto de alianzas de clase con los trabajadores, representado por la elección de Lula y Dilma, que resultó en el programa neodesarrollista.
El neodesarrollismo, como programa de gobierno, se agotó. Los sectores de la burguesía que hacían parte y se beneficiaban de ese programa salieron de escena, y apuestan ahora a otro programa. El programa de este sector para salir de la crisis es básicamente la defensa de Estado mínimo, utilizando máscaras como la disminución de ministerios, menos intervención del Estado en la economía, retiro de derechos laborales, con el objetivo de que el costo de la mano de obra disminuya y se retomen las altas tasas de ganancia, pudiendo competir mejor en el mercado mundial con la competencia. El tercer elemento es la realineación de la economía y de la política externa con Estados Unidos. Por eso critican las políticas de los Brics, de Unasur, de Mercosur y defienden abiertamente el regreso del ALCA.

Ese es el programa de la clase dominante para salir de la crisis. No es otra cosa que la vuelta al neoliberalismo. Y para alcanzar estos objetivos accionan sus operadores políticos en los espacios que detentan hegemonía completa, como es el caso del Congreso Nacional, del Poder Judicial y de los medios de comunicación burgueses. Estos tres poderes están actuando permanentemente y de forma articulada entre sí para que este programa sea implementado. Y el partido ideológico que está articulando esa unidad entre los tres espacios es la Red Globo.

–El gobierno ha tomado diversas iniciativas de política económica, medidas provisorias y ajuste fiscal. ¿Cómo los movimientos están viendo estas iniciativas?

–Para nosotros, el gobierno de Dilma no entendió la naturaleza de la crisis instalada ni lo que está aconteciendo en la sociedad brasilera. Tampoco la disputa ideológica que se dio en el segundo turno de las elecciones, una tremenda lucha de clases.

El gobierno erró al montar un ministerio muy dependiente de partidos conservadores, que inclusive votan contra el gobierno en el parlamento. Llega a ser ezquizofrénica. Tal vez sea el peor ministerio desde la nueva república, y está resumiendo la crisis a un problema de déficit en el presupuesto. Sin embargo, el déficit en el presupuesto es apenas consecuencia de la crisis, y no adelanta tomar medidas paliativas. Tal como explicó el profesor Belluzzo, “el motor de la economía pifeó, y el gobierno está preocupado con la chapa y pintura”. Por increíble que parezca, todas las medidas paliativas y las iniciativas que el gobierno tomó no sólo no resuelven la crisis citada, como tienden a agravarlas, porque quedan en la apariencia de los problemas y no van a las causas. Peor, muchas de las medidas, en especial las de economía, van en la dirección del programa de la burguesía, o sea, retiran derechos de los trabajadores. Aumentar la tasa de interés es todo que el sector hegemónico de los capitalistas quieren: ganar dinero con rentismo y con especulación. Si el gobierno no muda de rumbo, no muda su política económica y no toma iniciativas que coloquen el debate en la sociedad, de la necesidad de una reforma política profunda, continuará cayendo en la impopularidad y en la incapacidad de salir de la crisis.

–En esa coyuntura compleja, ¿hay posibilidades de golpe?

–Las clases dominantes, los capitalistas, los empresarios y la derecha, como campo ideológico, son muy diversos en una sociedad tan compleja como la nuestra. Por más que la Globo se esfuerce para darles unidad, no consiguen tener consenso en la forma de ver los problemas y en las propuestas para la salida de la crisis.

Es cierto que hay sectores más radicales de la derecha que quieren golpe, impeachment, hasta por el Parlamento. Pero creo que una confusión institucional no interesa a los sectores empresariales. Lo que ellos quieren es que el gobierno asuma el programa de ellos. Sólo eso. Por otro lado, los mismos motivos para tener proceso de impeachment para Dilma podrían ser aplicados a los gobernadores Geraldo Alckmin (PSDB), Beto Richa (PSBD), etc., lo cual generaría una confusión generalizada.

Infelizmente creo que el gobierno cayó en esa trampa. Y mismo asumiendo el programa de la clase dominante, las tres crisis no se resuelven. Por eso estamos en un período de confusiones que no se resolverá a corto plazo.

–¿Y cuál es la propuesta de los movimientos populares frente a esta situación?

–Por parte de los movimientos populares la situación también es compleja. Los movimientos y las fuerzas populares, que encuadran todas las formas organizativas, como partidos, sindicatos, movimientos sociales, pastorales, etc., no han tenido la capacidad de organizar una plataforma común, un programa único de salida de la crisis.

Tenemos ideas generales, en teoría, como, por ejemplo, el entendimiento de que apenas saldremos de la crisis económica si el gobierno abandona el superávit primario y, en lugar de pagar 280 mil millones de reales en intereses por año, invirtiera esos recursos públicos en la industria para generar empleos, en obras públicas de transporte, vivienda o educación.

Ya en la crisis política, sólo iremos a superarla si tenemos una reforma política profunda. Son ideas generales, en torno de reformas estructurales necesarias. Sin embargo, es necesario construir un programa que unifique todos los sectores sociales y de unidad a las acciones de movilización de masas.

Por ahora, apenas los sectores organizados de la clase trabajadora se están movilizando. El pueblo, en general, está quieto, mirando por televisión de forma asustada las noticias de la crisis y de la falta de alternativas.

De un lado, el pueblo ve todos los días a la burguesía tomando iniciativas contra él, y un gobierno inerte e incapaz. Y de nuestra parte, no conseguimos llegar hasta esa masa con nuestras propuestas, inclusive porque los medios de comunicación están controlados por la burguesía.

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