La emancipación alberga
la clausura de mil derrotas, que no se borrarán de nuestra memoria, pero
estarán allí para señalarnos los errores del pasado, las malas tácticas de esas
batallas perdidas, las pésimas decisiones tomadas en medio del fuego y las
traiciones súbitas que entregaron nuestro destino. Queda en nosotros sopesar
ese itinerario si pretendemos superar nuestra propia historia.
Maximiliano Pedranzini* / Especial para Con Nuestra
América
Desde Eldorado,
Misiones, Argentina
“El problema de la independencia no era el
cambio de formas, sino el cambio de espíritu.”
José Martí, Nuestra
América, “La Revista Ilustrada de Nueva York”, 1º de enero de
1891. [1]
La política es la
quintaesencia del ser humano o a priori debería serlo. De ella
nace eso que moviliza nuestra conciencia y nos hace impermeables a la
esclavitud de la inercia, anticuerpos que suturan viejas heridas que están
empecinadas en reabrirse.
Heridas provocadas
desde las entrañas mismas de la política. Una política que intentó arrodillar a
nuestros pueblos y retorna encolerizada para someterlos en una historia de
nunca acabar.
El animal político
nuestroamericano debe condensar lo político con lo poético, deben hacerlo el
Uno-inmanente para transformar la realidad con sensibilidad; sutil, necesaria,
urgente, crucial. Una sensibilidad que cumpla la tarea de acércanos a nosotros
mismos, a veces tan rebuscada. Nosotros somos parte de este pueblo y es una
liturgia que no debemos olvidar.
Hace siglo y medio, el
poeta dominicano Juan Pablo Duarte aseveraba con implacable lucidez que “la Política no es una
especulación; es la ciencia más pura y la más digna, después de la Filosofía,
de ocupar las inteligencias nobles.” [2] Palabras que iluminan
el presente y acomodan las piezas de nuestro rompecabezas cotidiano. Palabras
que marcan el camino del porvenir. Un porvenir con aroma y sabor a emancipación.
Es un deseo más que una certeza, pero es el que debemos manifestar sin
guardarnos nada en la alacena de nuestros silencios.
La controversia a
nuestro deseo emancipatorio habita en el imperio del sentido. Quien domina el
sentido domina la realidad. Esto es imperativo. Y el sentido anida en la
palabra, bastión de la lucha contemporánea por el poder. Ergo, la palabra es el
instrumento para conquistar la subjetividad colectiva y construir desde allí
opinión política, y los medios se hacen con ella para deteriorar
compulsivamente los procesos latinoamericanos. Veamos algunos ejemplos
semánticos de este comportamiento: A los intentos desestabilizadores lo llaman
“crisis”; a los combates contra la especulación burguesa lo llaman “acciones
autoritarias”; a la regulación de la prensa la llaman “ataque a la libertad de
expresión”; a las democracias populares las llaman “dictaduras populistas” y
así sucesivamente. En Argentina como en otros países de la región, ocurren
situaciones en mayor o menor medida similares. La manipulación, ese ardid
maquiavélico, ahora está en manos de las corporaciones mediáticas y financieras
que pulverizan su esencia y la vuelven un cuerpo sin alma. Son en efecto, la
representación tangible del nuevo Leviatán que asola este siglo. La impotencia
era la ética que nos gobernó en las últimas décadas y que intenta ser
reinstalada por este nuevo sujeto político al que el espíritu emancipador se
enfrenta.
La emancipación alberga
la clausura de mil derrotas, que no se borrarán de nuestra memoria, pero
estarán allí para señalarnos los errores del pasado, las malas tácticas de esas
batallas perdidas, las pésimas decisiones tomadas en medio del fuego y las
traiciones súbitas que entregaron nuestro destino. Queda en nosotros sopesar
ese itinerario si pretendemos superar nuestra propia historia. El sacrificio
habrá valido la pena. Que no quepa la menor duda. Porque la vida vale la pena.
Y si la vida es emancipación ¡Que viva la emancipación! Y llegará un momento en
que romperemos el bello equilibrio que existe en nuestra animalidad política
donde haremos más poesía que política, porque ésta habrá erradicado todos los
males inoculados por siglos de hegemonía capitalista.
Eldorado, julio de 2015.
NOTAS:
[1] José Martí, Nuestra América,
3ª ed., Fundación
Biblioteca Ayacucho, Caracas, 2005, p. 35.
[2] Carta
a José Gabriel García. Caracas, 29 de octubre de 1869 en
Vetilio
Alfau Durán (Compilador), Ideario de Duarte, 28ª ed., Instituto Duartiano, Santo Domingo, 2010, p. 26.
*Ensayista.
Integrante del Centro de Estudios Históricos, Políticos y Sociales “Felipe
Varela”, de Argentina.
2 comentarios:
Vivimos , padecemos un mundo especifico, construido sostenido por varios lenguajes, o auspiciado por varios lenguajes, entre ellos, el creado por la mente, cuando hablo de un lenguaje, de la violencia, cultural, política ,económica, social, de un lenguaje, o varios lenguajes asociados, que no respetan, se caga en la vida.
Estoy siendo muy preciso, nada duro. Y estoy ablando de una economía, una cultura, unas formas políticas productivas fundadas difundidas por un lenguaje, en algún lenguaje, o en varios lenguajes, científicamente desarrollados, que desprecian violan el lenguaje otro, que late y pulsa, en que se da se funda, la acción de la vida confrontada, a estos otros medios y lenguajes, de acción sobre lo real.
Violencia y lenguajes que se fundan y establecen en las ordenes, en algunas órdenes, o grupo de hombres, que se dicen ordenados, animados por los dioses, bendecidos por la fuerza divina de los cielos, que se lanzan con la fuerza y el poder, hacia la expropiación y violación de lo viviente, por medio del manejo de un lenguaje, por el uso y el manejo, el empelo político, comercial, religioso, cultural de la fuerza y la violencia de su lenguaje.
Y su éxito se funda en el desprecio, la desconsideración masiva del aplastamiento y la explotación de la acción viviente, del lenguaje viviente, de la poesía viva, que más allá de la traición y estafa, de la violencia de nuestros signos, anima a la gran mayoría, aquí no vale hacerse los perros putos, el hablar y el manejo de la lengua, es lo más tenebroso que existe, si es que existe lago tenebroso, violento y despiadado.
Ninguna forma de acción es pensable, sin un lenguaje mediador, es impensable sin un lenguaje mediador, por el que se active, anime la vida y el trabajo, los deseos y la voluntad de los hombres, hacia una forma de respuesta, como cumplimiento de una realidad, un mandato, una orden, del más allá del terror y la miseria, en que se encuentra sepultadas sus vidas.
Como antaño, todo lo que es, lo es movido por un lenguaje, lo es por medio de un lenguaje, es impensable pensar que alguien se anime, se mueva, piense y cree, o encuentre y desarrolle una solución, sin la mediación de un lenguaje, sin la motivación de un lenguaje nadie se mueve, se pude mover, hacia la acción y producción, construcción, consolidación de una realidad, de un mundo.
Si no tenemos lenguaje, si la población no tiene un lenguaje propio, esta no tiene vida, ni realidad, aunque no le falte cuerpo y corazón, no tiene como manifestarse, aunque hable una lengua, aunque sea movida, empelada, animada todos los días, como lo es, al trabajo, a la repetición de la miseria, el drenaje del dolor, a la repetición constante de los conceptos, las ideas, las categorías, que le han sido dadas e impuestos, para que participe y cumpla, siendo aparte de la construcción del propio un mundo que le aplasta.
Por medio de los efectos de un lenguaje que le es extraño, manejado y construidos, fabricado y empleado por los grandes monopolios de la información, información y mundo que se difunden se vende se impone, sin ninguna restricción, que transita por las calles, penetra las casa, actúa por medios de brazos y piernas, por las mentes y los sueños, por los corazones y los niños, por la cabeza y la lengua, de cualquier ser vivo, de sangre caliente, alcanzado y transitado por este lenguaje, que anima y mueve, motiva y moldea, le da forma al acero, a las piedras, a los imperios, a los soldados, a los televisores, a los hombres, a los aviones no tripulados.
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