Desde el siglo XIX, Nicaragua ha
sido el foco más importante de la atención norteamericana en la región. Ahora,
cuando chinos y rusos han puesto un pie en la zona a través de inversiones y
acuerdos de seguridad y militar, han puesto en marcha una estrategia que busca
detener la construcción del canal y, eventualmente, desalojar del poder al
gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Rafael
Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
Para la agencia de noticias RT, el canal es una "bomba geoestratégica". |
No ha habido potencia mundial que
no haya estado interesada en un potencial canal interoceánico en Nicaragua. Desde
muy temprano en su historia, en el período colonial, ingenieros españoles
señalaron que, mediante la excavación de un canal a través del angosto istmo,
no sólo podrían importarse más fácilmente los productos del Perú sino que,
además, se podría competir exitosamente con rivales por el comercio con el
Lejano Oriente. Luego, Inglaterra, Francia, y más tarde los Estados Unidos, se
vieran tentados también por la idea de controlar el canal interoceánico a
través de Nicaragua.
William L. Merry, Ministro
norteamericano en Nicaragua, escribía al respecto en 1890: “La construcción del Canal de Nicaragua
garantizará la dominación de los Estados Unidos sobre el Continente Americano,
tanto política como comercialmente (...). La nación que en un acuerdo conjunto con el gobierno de Nicaragua
controle el Lago de Nicaragua, controlará entonces el destino del Hemisferio
Occidental (...).”
El Presidente McKinley de los
Estados Unidos nombró una comisión de expertos para investigar todos los sitios
posibles para la construcción del canal en Centroamérica y, aunque la comisión
se pronunció unánimemente por la ruta nicaragüense, el canal se construyó en
Panamá.
Sin embargo, la ruta nicaragüense
siguió siendo una tentación potencial para cualquier otro gobierno, a menos que
los Estados Unidos la mantuvieran en sus manos. El futuro de Nicaragua se
vincularía aún más, de esta manera, inseparablemente, al de los Estados Unidos.
Las intervenciones directas
norteamericanas comenzaron en el año 1850, a raíz de la rivalidad surgida entre
compañías navieras transístmicas, cuando la caribeña ciudad de Greytown fue
bombardeada por los norteamericanos. En 1855 William Walker, filibustero norteamericano que había peleado en México
tratando de anexar el territorio de Sonora a los Estados Unidos, desembarcó en
Nicaragua como adalid de una política expansionista de los Estados Unidos de
Norteamérica en la zona aprovechando las rivalidades entre liberales y
conservadores nicaragüenses; una vez en el país, forma una falange bien
aprovisionada de armas por envíos recibidos desde los Estados Unidos. En 1856
Walker se proclamó presidente de Nicaragua, decretó el inglés como lengua
oficial y ordenó el restablecimiento de la esclavitud, siendo reconocido su
gobierno por el de los Estados Unidos. Walker fue expulsado de Centroamérica en
1857 por los ejércitos centroamericanos, y llegó a Nueva York, en donde fue
aclamado por los periódicos como un héroe.
Ya en el siglo XX, los
estadounidenses estuvieron presentes en Nicaragua con su marina desde el 4 de
agosto de 1912 hasta el año 1933. Augusto César Sandino les plantó cara desde
1927 y terminó expulsándolos. Cuando en 1979 triunfó la Revolución Sandinista,
Ronald Reagan, a través de la Contra, financiada con dinero de tráfico de armas
y drogas, desangró al país y terminó llevando a unas elecciones en las que los
sandinistas perdieron el poder.
Herberth L.Mathews considera que la
intervención norteamericana en Nicaragua “el
clásico tipo de intervención militar para proteger inversiones norteamericanas
–o las del Wall Street.”
Desde el siglo XIX, Nicaragua ha
sido el foco más importante de la atención norteamericana en la región. Ahora,
cuando chinos y rusos han puesto un pie en la zona a través de inversiones y
acuerdos de seguridad y militar, han puesto en marcha una estrategia que busca
detener la construcción del canal y, eventualmente, desalojar del poder al
gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional. Es esta la principal
razón para que la región haya pasado a ser punto neurálgico de la atención de
su política exterior, tal como lo manifestó Thomas Shannon, asesor del
Departamento de Estado, recientemente en Madrid.
No se quedarán quietos porque el
proyecto del canal sigue adelante.
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