La
muerte menos casual en México, como en gran parte del mundo, es la que provoca
el sistema que nos rige; vivir en el capitalismo es una constante
contradicción, desvalorizados de lo que tradicionalmente ha definido al ser
humano nos vemos enfrentados los unos con los otros, y peor aún, nos quieren
hacer indiferentes al dolor de los demás.
Cristóbal León Campos / Especial
para Con Nuestra América
Desde
Yucatán, México
Resulta
un tanto complejo escribir sobre la muerte, y más, cuando de una u otra forma
se conocía a quien ha fallecido, todavía más liado si el deceso es provocado.
El anuncio del asesinato de cuatro mujeres y un reportero ha consternado al
país, y de nueva cuenta son hechos violentos los que nos arrebatan la
tranquilidad enajenada a la que la mayoría está acostumbrada. El anuncio es
claro, evidencias de tortura y de abuso sexual están presentes en los cuerpos
ahora inertes, cinco vidas segadas por la innegable realidad mexicana: pensar
críticamente es un peligro de muerte.
Rubén
Espinosa, fotoreportero gráfico de Veracruz, quien había denunciado en el
pasado amenazas de muerte fue asesinado junto a Nadia Vera, una destacada
activista de la Universidad Veracruzana en Xalapa y otras tres mujeres. Ninguna
muerte es casual, estas mucho menos, un reportero crítico y una activista
asesinados el mismo día y en el mismo lugar, no hay que ser perito para saber
que nada de casual tiene este crimen. Pero además la perversidad con que fue
ejecutado es de llamar la atención, pues la evidencia de violación en los
cuerpos de las cuatro mujeres nos habla de un feminicidio artero, alevoso, y
que para colmo de cinismo es callado por la mayoría de los medios de
comunicación al denunciar únicamente el asesinato de Rubén.
Es
importante recordar que una de las características del feminicidio es
precisamente otorgarle al crimen un rasgo mayor, pues la violencia de la que
son objeto los cuerpos de las mujeres antes de ser asesinadas, busca provocar
un impacto mayor. Inculcar temor a toda aquella mujer que se atreva a levantar
la voz en contra de este sistema patriarcal que día a día reproducimos de muy
diversas maneras.
Otro
rasgo importante a tomar en cuenta es el simple hecho de que al no reconocerse
el carácter de feminicidio por parte de las autoridades en estos cuatro
asesinatos, dificulta aún más el combate a esta particular forma de mantener la
dominación de un género sobre otro. El silencio cómplice engrandece el delito,
y se pretende negar la realidad por demás demostrada, en México el feminicidio
están común como ver niños hambrientos en las calles o escuchar algún caso de
corrupción realizado por un político sin importar partido o rango.
Decíamos
que la muerte no es casual, claro que no, estos cinco asesinatos se suman a una
larga lista, tan sólo recordemos que hace menos de dos semanas el ejecito atacó
abiertamente a pobladores indígenas de Santa María Ostula, Michoacán,
resultando asesinado el niño Heriberto Reyes García de 12 años, víctima del
autoritarismo y la represión permanente que en nuestro país se práctica contra
quienes de una u otra forma deciden dejar de aceptar los mandatos de arriba y
comienzan a organizarse de manera popular y horizontal. La agresión contra los
comuneros de Santa María Osutla y la detención de Semeí Verdía Zepeda forman
parte de la guerra sucia del Estado con el fin de derrotar al movimiento de
autodefensas, el cual, representa un ejemplo de organización y de lucha en el
campo y la ciudad.
Reiteramos: casual no es
la muerte, hemos cumplido diez meses del asesinato de tres estudiantes y la
desaparición de cuarenta y tres normalista de Ayotzinapa, el mes once corre y seguimos
empantanados en la mentira y la cerrazón oficial, que en realidad no es otra
cosa que la comprobación de la abierta participación del Estado en estos
hechos, la guerra contra la educación pública y contra todo quien la defienda
es clara, nadie desaparece por casualidad. El sello de la guerra sucia está
presente, un crimen de Estado que ha conmocionado nuestro país, y generó un
importante movimiento de protesta que va dando luces a nuevas organizaciones y
despertares sociales. Ayotzinapa es la herida más profunda de nuestra historia
reciente.
La
muerte menos casual en México, como en gran parte del mundo, es la que provoca
el sistema que nos rige; vivir en el capitalismo es una constante
contradicción, desvalorizados de lo que tradicionalmente ha definido al ser
humano nos vemos enfrentados los unos con los otros, y peor aún, nos quieren
hacer indiferentes al dolor de los demás, las divisiones de género solo sirven
para justificar crímenes como el feminicidio. Cada día cientos de muertos por
la pobreza extrema, por alguna enfermedad curable, por algún crimen llamado
común, por el olvido y la desmemoria, muertos de un sistema que irónicamente va
gestando en su seno a su propio sepulturero.
En
medio de toda esta muerte sin casualidad actúan los “intelectuales” de crítica
por encargo que no sirven más que para rellenar planas de periódicos y revistas
a modo para el sistema, y desde luego, los medios de comunicación masiva que
nos conducen a celebraciones nacionales por triunfos fraudulentos en el futbol,
y nos hablan en horario estelar de todo lo que lo que no nos sirve para nada.
Iniciamos
hablando de lo complejo que es la muerte, la muerte provocada y cínica que se
esconde tras el mando de un sistema. Estas letras tampoco son casuales, el
dolor que nos embarga es profundo y la indignación nos mueve evadir el
silencio.
2 comentarios:
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