Tanto en la economía como
en la política son fundamentales las expectativas de la población, que los
revolucionarios debemos tomar en cuenta. Se dirá que es un factor subjetivo,
pero la política también está constituida por subjetividades cuya base material
es la economía.
Alfredo Rada Vélez / Rebelion
Convocado el referéndum
para febrero de 2016, sobre la reforma constitucional que permita una nueva
postulación presidencial, las fuerzas políticas comienzan a definir sus
estrategias. El liderazgo de Evo Morales sumado a los movimientos sociales
indígenas, obreros y populares aglutinados en la Coordinadora Nacional por el
Cambio (Conalcam), apuntan a la continuidad y la profundización del proceso de
transformaciones, para lo que debe triunfar el voto por el SI. Las oposiciones
al gobierno de Evo, entre las que el proyecto que más avances políticos ha
logrado en los últimos años es el derechista Movimiento Demócrata Social (MDS)
del gobernador cruceño Rubén Costas, propugnan la conclusión del actual ciclo
gubernamental, para lo que debe triunfar el voto por el NO.
La iniciativa de una
reforma constitucional vino de los movimientos sociales confirmando que son el
factor dinámico del proceso de cambio; entonces no es casual que la derecha les
ataque sistemáticamente con denuncias de corrupción en el Fondo Indígena que
involucran a dirigentes de organizaciones campesinas e indígenas, salpicando
luego con esas denuncias a organizaciones que nada tienen que ver con ese
Fondo. Para aclarar esta manipulación es bueno saber que Conalcam reúne a tres
bloques sociales: 1) Los sindicatos obreros estructurados en la Central Obrera
Boliviana, que es la que más influencia tiene en la actualidad, donde destacan
los trabajadores mineros y metalurgistas, los petroleros, los fabriles, los
constructores y los obreros del sector de energía; 2) El Pacto de Unidad
indígena campesino originario, que tiene la mayor presencia territorial y el
mayor número de afiliados, pero ha sido golpeado por las mencionadas denuncias;
3) Los sectores populares no sindicalizados, donde están las juntas vecinales
urbanas, las juntas escolares de padres y madres de familia, los
transportistas, los cooperativistas y los microempresarios.
Otro infundado ataque a
los movimientos sociales, especialmente obreros, es que la COB se habría
convertido en una caja de resonancia del gobierno y que sus dirigentes “están
vendidos al MAS”. Se trata de un grotesco argumento cuya falsedad quedó
demostrada con la decisión que tomó la matriz sindical sobre la flexibilización
del plazo de pago por cuatro meses del segundo aguinaldo. El rechazo cobista
puso de manifiesto que pueden existir diferencias puntuales y tácticas con el
gobierno, lo que no significa que queden invalidados los acuerdos estratégicos,
como es por ejemplo impulsar de manera conjunta la campaña para ganar el
referéndum del 21 de febrero.
Quiero acotar que el
debate sobre el doble aguinaldo se da sobre la base de una ampliación de los
derechos de los trabajadores que, como parte del despliegue del carácter
nacionalizador y redistributivo del actual modelo económico, recuperaron a
fines del 2013 un beneficio social que el neoliberalismo les arrebató con el
Decreto 21060. ¡Qué distinta esta situación boliviana hoy comparada con la de
varios países europeos donde los programas de ajuste aplicados por sus
gobiernos son sinónimo de recortes salariales, despidos masivos y disminución
de las pensiones jubilatorias!
Es cierto que hay un
cambio en el escenario económico con el deterioro de algunas variables como la
balanza comercial y la fiscal, por la caída del valor neto de nuestras
exportaciones y el encarecimiento de nuestras importaciones por el
fortalecimiento del dólar. Se trata de un nuevo contexto que advertí en un
artículo (“Nuevo escenario económico y rol de los movimientos sociales”)
publicado en febrero de este año.
Pero no ha sido afectado
el núcleo del nuevo modelo económico que podemos resumir en: nacionalización -
estabilidad – crecimiento – redistribución. Para afrontar la nueva situación y
salvaguardar el modelo que ha tenido buenos resultados, el país cuenta con un
colchón en las Reservas Internacionales Netas y tiene capacidad sostenible de
endeudamiento. Pero también hay propuestas alternativas, como las que discutió
el último ampliado de la COB, que propuso generar impuestos a la plusvalía de
las grandes empresas constructoras, las grandes importadoras de bienes
suntuarios y los bancos, que están reportando ganancias extraordinarias.
El pueblo trabajador es
consciente o al menos intuye que la continuidad de este proceso significa no
sólo la preservación de los derechos sociales logrados, como ser bonos y rentas
que llegan a grandes segmentos poblacionales, además del incremento de la real
capacidad adquisitiva de los salarios, sino también la posibilidad de
consolidarlos en el largo plazo a través de una nueva Ley General del Trabajo
acorde con la Constitución Política del Estado Plurinacional. He aquí la
explicación del respaldo de los movimientos sociales a Evo; apoyan porque sus
aspiraciones colectivas coinciden con los objetivos del proceso de cambio.
Tanto en la economía como
en la política son fundamentales las expectativas de la población, que los
revolucionarios debemos tomar en cuenta. Se dirá que es un factor subjetivo,
pero la política también está constituida por subjetividades cuya base material
es la economía. Desde mi punto de vista la principal expectativa social del
momento es preservar la estabilidad social y económica que nos mantenga al
margen de las turbulencias (inflación, devaluación, carestía, especulación) que
afectan a varios países de Sudamérica.
Las garantías para la
estabilidad son un buen gobierno y un sistema político sólido. Ni el más
furibundo opositor puede negar la estabilidad democrática que hemos alcanzado
después de aprobada la nueva Constitución, o cerrar los ojos al respaldo
ciudadano a la gestión de Evo y a su estilo de trabajo que rompió todos los
esquemas anteriores.
La derecha -ahora
disfrazada de colectivos ciudadanos- con sus mensajes descalificadores de todo
cuanto hace el gobierno, con su plataforma discursiva hipercrítica y
ceropropositiva, con su neurótica apelación a la “dictadura” supuestamente
existente en Bolivia, con sus preeminentes figuras públicas (Costas, Quiroga,
Doria Medina) atadas al pasado neoliberal y regionalista, lo que está haciendo
es fijar de sí misma en la gente una imagen desestabilizadora y
confrontacional.
Se está configurando una
dicotomía estabilidad/inestabilidad, decisiva al momento de emitir el voto.
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