Reformar la curia tradicional del Vaticano no es sencillo. Francisco enfrena enormes resistencias. Necesita hacer una limpieza a fondo, sacudir burocracias y principescos privilegios que han derivado en corrupciones seculares, especialmente financieras. Asociación con grupos criminales y lavado de dinero. No es casual que la Santa Sede sea clasificada como uno de los 10 territorios en el mundo con recurrentes prácticas de lavado de dinero.
Bernardo Barranco / LA JORNADA
El Papa Francisco enfrenta horas difíciles en el Vaticano |
Un nuevo caso de espionaje y filtración de documentos confidenciales convulsiona a la Santa Sede. El objetivo es claro: minar al papa Francisco. El clima venenoso que se respira en Roma es resultado de que grandes cardenales han salido insatisfechos de los cambios que han surgido, con timidez para muchos, del sínodo para la familia.
El 2 de noviembre se
informó oficialmente que monseñor Lucio Ángel Vallejo Balda, sacerdote español
de la prelatura del Opus Dei, y Francesca Imacolata Chaouqui, italiana de 33
años, ambos ex miembros de la Comisión de Estudio sobre las Actividades
Económicas y Administrativas de la Santa Sede, fueron interrogados por la
justicia vaticana durante el fin de semana y arrestados, acusados de haber
proporcionado a periodistas documentos reservados. Chaouqui, se informó
después, fue puesta en libertad porque está colaborando con los investigadores,
y directamente ha señalado a Vallejo como responsable. Ha declarado que “Todo
lo hizo él (Vallejo); yo incluso intenté pararlo”, y también aseguró sobre el
Vaticano: “Aquí se respira una atmósfera fea… Se respira una atmósfera de
cuchillos afilados”.
La situación es
apremiante porque dos libros de denuncia, especialmente en el ámbito de la opacidad
financiera del Vaticano, saldrán a las librerías el 5 de noviembre. Ambos
autores habrían utilizado información clasificada; las dos publicaciones
anuncian explosivas revelaciones frente al mismo tema: escándalos y secretos
del Vaticano en relación con las finanzas. Se trata de Avaricia, de
Emiliano Fittipaldi, y Vía Crucis, de Gianluigi Nuzzi. El lector
recordará que Nuzzi estuvo en el centro de la polémica en torno al Vatileaks
por difundir documentos secretos del Papa, vía Paolo Gabriele, mayordomo de
Benedicto XVI entre 2010 y 2011.
Francisco y Federico
Lombardi han encarado el escándalo, dando un paso al frente. No sólo han
señalado a los desleales, sino que se anticipan a los contenidos de ambos
libros. Por ello la sala de prensa vaticana enfatizó que los libros son “el
resultado de una traición grave de la confianza del Papa, por lo que los
autores toman ventaja de una entrega gravemente ilícita de documentos
confidenciales”. Lombardi advirtió que el Vaticano se reserva tomar nuevas
medidas, recalcó que “las publicaciones de este tipo no contribuyen de ninguna
manera a establecer la claridad y la verdad”, y mucho menos son “una manera de
ayudar a la misión del Papa”. Pero, ¿de qué hablan estos libros y qué revelan?
Uno de los autores,
Emiliano Fittipaldi, ha declarado que “la reforma del Papa es lenta y se
necesita tiempo; sin embargo, el Papa en la lucha contra el despilfarro está
aislado”. Francisco, sostiene el autor, tiene gran capacidad de resistencia, no
sólo desde un punto de vista doctrinal, sino política, pero el reto es enorme.
Continúa Fittipaldi: “Lo vimos en el sínodo, donde los conservadores ganaron
más allá de lo que dicen los progresistas. La Iglesia pobre y para los pobres
no a todo el mundo le gusta, especialmente a los grandes cardenales. Lo que
espero es que este libro hará que todo el mundo vea lo que son las reformas que
hay que hacer. Y alcanzar una verdadera transparencia. Y espero que el Papa
pueda hacerlo”.
Sin duda el arresto a los
funcionarios es una advertencia. Una señal de que Francisco defenderá su
mandato y no tolerará deslealtades. Incluso de personajes tan arropados como
monseñor Vallejo por el poderoso Opus Dei, que no ha tardado en deslindarse.
Francisco enfrenta un
embate palaciego que no es de ahora. Durante el año han ocurrido incidentes que
han pretendido minar su autoridad y estima. En junio de este año fue filtrada
la encíclica Laudato Si’, criticada por los lobbies petroleros
aun antes de ser publicada; los supuestos tumores de Francisco en la cabeza que
fueron desmentidos, y la filtración de una carta privada firmada por 13
cardenales que reprochaban la forma y conducción en que Francisco guiaba el
sínodo sobre la familia. La guerra está declarada y muchos analistas hablan de
un Vatileaks II, porque identifican este momento con la crisis de fuga
de información que sufrió Benedicto XVI. La diferencia radica en que en 2010 la
fuga de documentos y golpeteos fueron producto de una lucha encarnizada por el
poder por dos grandes bandos en la curia, encabezados por el antiguo secretario
de Estado Angelo Sodano, y por Tarcisio Bertone, en ese momento la mano derecha
de Ratzinger. La disputa era resultado de la fractura del pacto conservador en
la Iglesia, que lleva no sólo a la renuncia del deprimido Benedicto XVI, sino
al ascenso y entronización de Mario Bergoglio. Además, el mandato de los
cardenales conclavistas de reformar la curia. Con su discurso más pastoral,
actitudes progresistas y encaminamiento hacia grandes reformas internas, los
sectores conservadores se han vuelto a aliar frente a un enemigo común: el
populista pontífice Francisco.
Reformar la curia
tradicional del Vaticano no es sencillo. Francisco enfrena enormes
resistencias. Necesita hacer una limpieza a fondo, sacudir burocracias y
principescos privilegios que han derivado en corrupciones seculares,
especialmente financieras. Asociación con grupos criminales y lavado de dinero.
No es casual que la Santa Sede sea clasificada como uno de los 10 territorios
en el mundo con recurrentes prácticas de lavado de dinero. Que de pronto hayan
aparecido cerca de mil millones de euros, no registrados. Que un monseñor,
Nunzio Scarano, haya sido capturado llevando 20 millones de euros rumbo a
Suiza. Esta curia imperial cuenta con poderosos aliados de grandes ligas, como
el punzante cardenal George Pell, de Australia, y el cardenal alemán Reinhard
Marx. Sin embargo, a pesar de tener un frente agresivo conservador y dispuesto
a todo, Francisco está fuerte. Su legitimidad se sustenta en que su discurso
pastoral y reformista ha encontrado amplia legitimidad en la opinión pública
mundial y entre la clase política internacional. Este episodio es un primer
capítulo de una larga historia de intrigas e intereses. Por lo pronto hay que
esperar a ver las revelaciones de los libros en cuestión.
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