sábado, 19 de marzo de 2016

Argentina: La autocrítica tan temida

¿No es tiempo de analizar y criticar el verticalismo de los movimientos progresistas, para reestructurar los mismos a través de una democracia horizontal y fomentar de esta manera la tan postergada formación de cuadros políticos?

Carlos Prigollini / Frente para la Victoria Argentina en México

Después de casi tres meses en el gobierno, la Alianza Cambiemos, significó un verdadero retroceso para la República Argentina. Presentíamos que los cambios típicos de un gobierno neoliberal podían llegar a terminar gradualmente con muchos derechos logrados durante los doce años de gobierno nacional y popular. Lo que no sabíamos era que fueran de una manera brutal y abrupta, como liquidar rápidamente todos esos logros, para regresar a los años 90s o al clásico modelo impuesto durante la dictadura militar a sangre y fuego.

Lamentablemente nos encontramos con un presente sombrío dónde prevalece la sabiduría superior del mercado, el cierre de pequeñas y medianas empresas que no pueden competir ante la  entrada de productos importados, una próxima y masiva desocupación que aumenta el desempleo que el anterior gobierno supo disminuir a menos del 5% de la población,  sumado a la competencia como único método capaz de coordinar la conducta de la gente, permitiendo como lo establecen sus Ceos o gurúes económicos (los mismos economistas que incendiaron el país en el 2001), establecer las reglas generales del actual gobierno. La consigna es aumentar la desigualdad, un megacanje que transfiere a los corporativos grandes cantidades de dinero que le sacan a los trabajadores, llegar a un alto índice de pobreza y para endeudar rápidamente al país, pagar la deuda a los usureros fondos buitres, desmantelando las leyes del pago soberano y el cerrojo que el gobierno pasado impuso en el mismo Congreso.

Acompañados por la quita de retenciones a los grandes grupos exportadores, como también favorecer la minería a cielo abierto, el macrismo no tuvo reparo alguno en el despido de 75.000 empleados o "ñoquis", como despectivamente llaman a los empleados estatales,  y de esta manera estar preparados para la represión de aquellos que protesten tan arbitrarias medidas a través del llamado protocolo de seguridad pública que supo imponer la ministra de seguridad pública, la conversa Patricia Bullrich. 

Si se agrega a este verdadero desastre económico la censura de los periodistas llamados "militantes" y los programas de opinión excluidos por la provocada ausencia de la llamada pauta publicitaria, es obvio que estamos en un panorama desolador ante la clara falta de libertad de expresión que estaba regulada anteriormente por la clausurada AFSCA, en un claro afán de proteger y blindar al multimedios Clarín y los medios afines al nuevo gobierno de derecha. La ofensiva mediática, el ataque a los trabajadores y los cercos impuestos a  la protesta social son acompañados por jueces afines al gobierno que no cesan en investigar todos los casos que puedan llevar a juicios políticos a ex funcionarios, incluida la ex presidenta Cristina Fernández.

A diferencia de Carlos Menem, quien provenía de la antigua clase política, presidente durante la era privatizadora de los años 90, Mauricio Macri es hijo del modelo neoliberal y por lo tanto su argumento principal es el despojo, pasando por encima de los valores democráticos. Sus referentes políticos son Donald Trump o Silvio Berlusconi. Encabeza un gobierno al cuál no le interesa la democracia y mucho menos dejar decenas de miles sin trabajo. Tampoco tienen pudor en cerrar centros culturales porque en aras de achicar el Estado y el gasto público, se van sobre los derechos adquiridos así como si es necesario dejar sin presupuesto alguno a escuelas y hospitales. Apoyados por las clases ricas, los privilegiados de siempre y también por grandes sectores de la clase media que se referencian en los más ricos, el macrismo llegó a instancias no solo de estos sectores sino también de amplias capas populares que adoptaron el modelo neoliberal y la constante prédica difamadora de los medios hegemónicos como receta hacia "un futuro mejor".

Atrás quedaron los globitos de colores, las promesas de "pobreza cero", la justicia "independiente" y otras tantas falsas promesas.

Esta apabullante violencia real y también simbólica, se da en un marco, dónde la oposición nucleada en el Frente para la Victoria (FpV) brilla por su ausencia. Salvo honrosas excepciones, el ex oficialismo no demuestra las agallas exhibidas por los trabajadores del SUTEBA (sindicato de docentes), ATE (Asociación de trabajadores del Estado), Cresta Roja, o por aquellos que se manifiestan a diario en los recónditos  y diversos lugares de la República. Llama poderosamente la atención, que después de 3 meses de una lamentable e inesperada derrota no hayan ejercido un intento de autocrítica. 

¿Como explicar estos lentos reflejos de diputados y senadores que conforman un bloque mayoritario en el Congreso de la Nación?

¿No realizar un pensamiento crítico de todo lo ocurrido, llama a diluir a vastos sectores que se creyeron sujetos de la historia y hoy pueden creer que fueron solo objetos de la misma?

¿No es tiempo de analizar y criticar el verticalismo de los movimientos progresistas, para reestructurar los mismos a través de una democracia horizontal y fomentar de esta manera la tan postergada formación de cuadros políticos?

Mas allá del dispendio y la arrogancia de muchos funcionarios públicos, en ningún momento se acompañó el otorgamiento de derechos sociales adquiridos con la inevitable concientización ideológica que los mismos beneficiarios deberían haber recibido?

¿Acaso tanta tibieza de los representantes de la oposición solo pretende llevar agua para sus molinos, en lugar de criticar con firmeza el comienzo del saqueo que este gobierno está demostrando?

Desgraciadamente, muchas de estas preguntas, no encuentran respuesta adecuada por la ausencia u omisión de un pensamiento crítico que acompañe a las luchas populares.

El acoso mediático y judicial que hoy sufren los líderes latinoamericanos como Lula Da Silva, Evo Morales, Maduro, Milagro Sala o Cristina Kirchner, debe ser neutralizado por la movilización de masas, y por una acción conjunta y colectiva que nos permita a futuro tener las bases y el protagonismo necesario para enfrentar el neoliberalismo colonizador que ofende la vida y  dignidad de las grandes mayorías.

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