En una sociedad munida
de consumismo y anticomunismo, resulta notable que Sanders haya llegado lejos.
Como suele suceder en todo país en
crisis, la ultraderecha capitaliza el descontento que atribuye la catástrofe a
los “otros”. Pero en Estados Unidos de América, por fortuna el progresismo
también ha avanzado.
Especial
para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
Las elecciones en
Estados Unidos de América siempre causan un gran interés. No es para menos, de
lo que en ellas suceda depende el destino de miles de millones de seres humanos en todo el mundo
en los siguientes cuatro u ocho años. Y por ello, buena parte del destino de la
humanidad la tiene en sus manos el electorado estadounidense, el cual en mi
opinión, pocas veces da muestra de lucidez en sus decisiones. Allí estan
Nixon en 1968, Reagan en 1980, Bush el
chico en 2000 para citar los casos más relevantes.
En el proceso electoral
de 2015, una parte del electorado estadounidense da una vez más muestras de su
cortedad de miras con el apoyo que le está dando a Donald Trump. Resulta
preocupante que el “Tea Party” (la ultraderecha religiosa, racista, xenófoba y
chauvinista) sea ya tan fuerte que está
por definir que el candidato del partido republicano sea precisamente Trump. Es Trump un personaje
tan torpe y extremista, que la propia dirigencia republicana se encuentra verdaderamente preocupada de que finalmente
sea su candidato. Tiene motivos para ello, Trump ganó las primarias en siete de los once estados este “supermartes”,
llamado así porque es el día en que se eligen un 25% de los votos electorales en
el anticuado sistema electoral estadounidense.
Paradójicamente, a la
par de que la ultraderecha triunfa en el bando republicano, en el demócrata ha
surgido la estrella ascendente de un político socialdemócrata de izquierda que
tiene una trayectoria sumamente exitosa y atípica para lo que es la conciencia
del estadounidense medio. Bernie Sanders desde muy joven se adhirió a las ideas
del socialismo democrático, encabezó el primer plantón contra el apartheid
racial en el Estado de Chicago, rehusó ser enlistado para ir a la guerra de
Vietnam y siempre se ha declarado favorable al socialismo nórdico. Como
político independiente ganó tres veces la alcaldía de Burlington (Vermont) y
luego estuvo 16 años como diputado para finalmente llegar a ser Senador en 2007.
Este “supermartes”,
Hillary Clinton lo superó en seis de los 11 estados en disputa, aunque en Masachussets su victoria fue
cerrada. Aunque hoy Clinton y Trump se perfilan como los candidatos
presidenciales, Sanders ya ha hecho historia. Enemigo del gran dinero, ha
preferido la recaudación ciudadana de poca monta: en febrero de 2016, recaudó
42 millones de dólares a través de 1.4 millones de donantes que dieron un
promedio de 30 dólares cada uno. Acaso
Bernie Sanders sea el síntoma de un malestar profundo contra el neoliberalismo.
En una encuesta realizada por el New York Times en noviembre pasado, el 56% de
los demócratas fueron favorables al socialismo mientras que en 2011 otra
encuesta en jóvenes reveló que el 49% tenían similar opinión.
En una sociedad munida
de consumismo y anticomunismo, resulta notable que Sanders haya llegado lejos.
Como suele suceder en todo país en
crisis, la ultraderecha capitaliza el descontento que atribuye la catástrofe a
los “otros”. Pero en Estados Unidos de América, por fortuna el progresismo
también ha avanzado.
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