sábado, 27 de mayo de 2017

Perú: la gran metáfora del circo de la vida

En el Perú, en casi doscientos años, los diferentes gobernantes oligárquicos y representantes de grupos de poder eligieron ver el mundo de rodillas. Optaron por el sometimiento y siguen sometiéndose en nombre de un desarrollo económico nunca llegado; leales siervos de los imperios del poder.

José Toledo Alcalde / Especial para Con Nuestra América
Desde Estados Unidos

Me gusta la figura donde una nación puede ser representada como un gran escenario, una obra de teatro, un circus, donde los personajes trascienden el elenco de actrices y actores “oficiales”. Esta imagen me hace recordar mis primeras visitas al teatro del oprimido en una Lima bastante diferente a la de ahora. Recuerdo asistir, con  mis hermanos y un grupo de amigos y amigas, los cuales nunca esperamos vernos involucrados en la obra. Fuimos a observar  y terminamos siendo observados. Una nación, pueblo, país, comunidad, como quiera conceptuar al grupo al cual pertenece, es como un gran circus. Personajes observados y observadores; quienes actúan y quienes presencian la actuación. Perú, un gran circus. Para muchos un sui generis escenario político en pleno segundo decenio del siglo XXI. ¿Un circus  o modelo circense en crisis?

Y, en cuanto a actrices, actores y circus,  la tesis de filosofía de Jorge Gallego Silva (2015)[1] nos trajo a la memoria aquello redactado por Valle Inclán en el diario ABC (07/12/28):

Comenzaré por decirle a usted que creo hay tres modelos de ver el mundo, artística o estéticamente: de rodillas, en pie o levantado en el aire. Cuando se mira de rodillas -y ésta es la posición más antigua en la literatura-, se da a los personajes, a los héroes, una condición superior a la condición humana, cuando menos a la condición del narrador o del poeta. Así Homero atribuye a sus héroes condiciones que en modo alguno tienen los hombres. Se crean por decirlo así seres superiores a la Naturaleza humana: dioses, semidioses y héroes. Hay una segunda manera, que es mirar a los protagonistas novelescos como de nuestra propia naturaleza, como si fuesen nuestros hermanos, como si fuesen ellos nosotros mismos, como si fuera el personaje un desdoblamiento de nuestro yo, con nuestras mismas virtudes y nuestros mismos defectos. Esta es, indudablemente, la manera que más prospera. Esto es Shakespeare, todo Shakespeare. Los celos de Otelo son los celos que podría haber sufrido el autor, y las dudas de Hamlet, las dudas que podría haber sentido el autor. Los personajes, en este caso, son de la misma naturaleza humana, ni más ni menos que el que los crea: son una realidad, la máxima verdad. Y hay una tercera manera, que es mirar al mundo desde un plano superior, y considerar a los personajes de la trama como seres inferiores al autor, con un punto de ironía (p.127).

No es solo anecdótico que el panorama social, político, ecológico, religioso y económico del Perú se pueda asociar con un gran escenario circense. Realidad, para muchos surrealista, en donde personajes de todos los estilos y procedencias representan guiones en común los cuales orientan al gran público hacia experiencias casi orgásmicas, en donde la asimilación del personaje se hace casi de manera espontánea. Se defienden a espectaculares miembros del Congreso y poderes del Estado como si fueran sus propios familiares.  En el marco del modelo democrático-liberal representativo la ciudadanía –despersonalizada y despolitizada– deberá contentarse con ser un simple y extático observador. El espectáculo será llevado adelante por actores y actrices a sueldo. Personajes que nunca estudiaron arte pero en la calle Azángaro no tardaran en encontrar titulo de doctorado, maestría y bachiller en actuación con mención especial en payasadas.

El dueño del circo nunca saldrá en escena. Para Valle Inclán existe tres modelos de ver el mundo, artística o estéticamente: de rodillas, en pie o levantado en el aire.

En el Perú, en casi doscientos años, los diferentes gobernantes oligárquicos y representantes de grupos de poder eligieron ver el mundo de rodillas. Optaron por el sometimiento y siguen sometiéndose en nombre de un desarrollo económico nunca llegado; leales siervos de los imperios del poder.  Imperios del poder todopoderoso, los cuales desde el paraíso de los súper seres controlaron y controlan los destinos de aquel triste circo llamado Perú. La posición de rodillas solo permite observar, aplaudir, reír o llorar. Indigna posición naturalizada como comportamiento “democrática y políticamente correcto” quien ose ponerse en pie y ver el espectáculo en iguales condiciones que los personajes asalariados del circus pasará un mal o desastroso momento.

Existen aquellos que deciden espectar el show de pie, en iguales condiciones de observación que las actrices y actores. Poniéndose de pie se asegura el desvanecimiento del espejismo sobrenatural y todopoderoso de los actores y actrices. Espectador y espectado se igualan y eso incomoda al espectado,  s aun que a los dueños del circo que se esconden detrás de las cortinas. Los de pie impiden observar y aplaudir a aquellos que decidieron las rodillas como la posición más cómoda y menos comprometida. De rodillas y en los aires entran más observadores. El espectador de pie es obligado a subir a los aires del circus o descender al subsuelo de las rodillas. Abría que precisar que el circus mas allá de ser una colorida y atractiva carpa móvil es un sistema de entretenimiento mundial en el cual aplaudes lo espectacular  : gente que vuela; animales domesticados; tigres de bengala saltando por anillos de fuego; enanos ridiculizados por personajes estrambóticos de todo color, seres de aparente alegría con enormes zapatos; alegres por fuera, desastrosamente tristes por dentro, los payasos y payasas.  

Y, allí están aquellos que creen estar sobre el bien y el mal; vuelan por los aires del circus. Estos personajes son los menos incómodos pero a la larga serán aquellos que crean ser el supra mundo de personajes inferiores. Es así como vemos al Perú. Un lugar donde lo más absurdo puede suceder. Animales hablando, magos extraordinarios, vedettes de toda medida, payasos infaltables y todos estos de rodillas ante el todopoderoso.

Desde el ingreso del General Francisco Morales Bermúdez Cerruti (1974-1979), como presidente del Perú y con él, Washington y el Plan Cóndor, se instauró el gran circus político-económico al cual llamaremos el Circus Neoliberal. El método de entretenimiento (ensayo) empezó en Chile con el derrocamiento del ex presidente Salvador Allende (1973) e inmediatamente se propagó vertiginosamente – el sistema circense – por toda la región. La consigna era entretener las masas y quien no aceptase la diversión y entretenimiento seria eliminado automáticamente. Y, por ello Morales Bermúdez Cerruti paga cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad dentro del operativo militar denominado Plan Cóndor. El administrador del circus fue apresado pero los dueños del espectáculo siguen en libertad y plantando circus reales y virtuales alrededor del mundo. 

Todo este espectáculo persiste hasta el día de hoy. El sistema circense siguió visitándonos. Alan García, Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Ollanta Humala, PPK. Administradores de este gran circus llamado Perú. Payasos, vedettes, animales,  magos, malabaristas, todos domesticados bajo las ordenes de la mano oscura de los propietarios del sistema de entretenimiento. A través del tiempo este sistema de diversión y alienación  ha ido sofisticándose a tal punto que los payasos, payasas y demás se preguntaron ¿Por qué cada uno de nosotros no ganamos igual que el dueño del circus? ¿Por qué los dueños se llevan todo el billete sin dar la cara y nosotros que arriesgamos nos llevamos las migajas?

Es allí donde actores y actrices quisieron alcanzar el monte del Olimpo, residencia de los dioses, metiendo mano a la caja fuerte del dueño del sistema circense y a los dueños del sistema no les agrado tal insurrecto comportamiento. La idea era entretener a los arrodillados, arrodillar a los levantados y arrodillarse ante los dueños detrás de las cortinas; no era apropiarse del circus. Y, allí estamos en medio del espectáculo. Que importa que los administradores del circus sean perseguidos y arrastrados a prisión; lo importante es nunca correr las cortinas y permitir que los arrodillados vean los rostros de los dueños del circus; jamás! Todos defendiendo a los dueños del circo, ofrendando sus vidas por el sistema que les da de comer, los hace reír, llorar y aplaudir, no importa si se hace de rodillas al nivel del excremento de las bestias que hablan y traviesan círculos de fuego.

Estamos a punto de obtener el primer lugar de corrupción en el mundo. Estamos a punto de superar nuestros propios records. Antes eran unos cuantos, ahora son cientos y con derecho a impunidad. Cada semana cae una autoridad pública local, regional o del gobierno central. Poquísimos, pero poquísimos, escaparon de la tentación de ser igual o más que los dueños del circus. Muchos, dignamente, ni siquiera llegaron a entrar al circus. Son aquellos que buscaron su propio entretenimiento y sistema de comunidad menos surrealista. Estos son los de afuera. Ahora acusados de insurrectos contra todo plan de entretenimiento y diversión.

Lamentablemente, se confundió política con entretenimiento, egocentrismo, show, payasada. Se hizo de los poderes del Estado los centros de felicidad superficial; mundo de absurdos a todo nivel. Esferas políticas donde, sin exageración, todo pero todo es posible. Malabaristas,  fabulosos actos de magia, bestias domesticadas y obedientes al primer látigo, payasos que ríen por fuera y  lloran desgarradoramente por dentro.  Todo surrealista, eso es la política en el Perú. Un gran circus en crisis. Muestra del declive de un sistema de entretenimiento mundial que está llegando a su fin. Dentro poca esta diversión se acabará; lo esperamos. Administradores del circus irán al calabozo por sus escandalosas y millonarias pretensiones. El pueblo levantado en pie espera ver tras rejas a García, Ollanta, Toledo y demás tristes payasos y payasas de la política en el Perú.  




[1] Filosofia y Estetica del cuerpo en el circo desde la perspectiva del concepto biopoder. Madrid: Universidad Rey Juan Carlos, 2015.

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